No diga televisión, diga vídeo. Al principio del verdadero nacimiento del vídeo online, una fase en la que nos teñimos de ingenuidad para imaginar cómo la diferencia entre televisión y todo lo demás se convertiría en absurda, empezábamos a reflexionar sobre ideas así. Lejos estaba. Pero visto en perspectiva (total, YouTube existe sólo desde el 2005) las cosas han ido muy rápido. En el New York Times dedican un reportaje muy majete a lo que parece ser el momento justo anterior al posible tipping point del consumo de series online, y muy especialmente a Blip, ese mito de ese primer momento del vídeo en la red. El periódico es realista, dice que eso todavía no es. Pero, sin embargo, cree que tras el nacimiento nativo para un servicio online de una serie como House of Cards, con toneladas de talento estratosférico de Hollywood, se puede decir que el proceso de diferenciación entre televisión y red se empieza a volver carente de significado. Es decir: que la convergencia de dispositivos y contenidos está, como quien dice, a la vuelta de la esquina. Ese paso inminente de las plataformas a carentes de significado lleva también a la propuesta formulada aquí de cambiar el significado de la idea de contenido generado por el usuario, esencialmente porque ya todo el mundo es usuario de la red y los contenidos se difunden y reelaboran por todas las plataformas. En definitiva, que también carecería de sentido esa distinción que, en el fondo, no era más que un elitismo. Parece que entremos en un mundo donde las fronteras de la comunicación visual de antaño se ha vuelto, definitivamente, borrosa. Antesala de indiferente.