Contaba Omar Rincón, nuestro guía y director dentro del seminario sobre Televisión y Nuevas Tecnologías en EICTV, que había conocido en Colombia Ecuador un tipo que financiaba sus películas cobrándole a los actores. Lo interesante es que según la aportación, su vida en la cinta se ampliaba: el sistema obligaba a una trepidante película de acción, el que pagaba poco, pongamos diez ¿dólares? ¿pesos?, moría pronto de un buen disparo. Si pagas más, vives más. Y así. De toda la vida ha habido editoriales que cobraban a los autores por publicar sus papeles en forma de libro. Nada nuevo bajo el sol. Pero esa reflexión nos devuelve a que los caminos para la creación y su financiación siempre encuentran destino. Y ni siquiera tiene por qué salirle mal la película, aunque sea lo esperable. Si alguien tiene un enlace con alguna película de éstas, que nos lo deje por aquí, será grande verlo.
28 febrero, 2012 2:50 AM
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1. Escrito por Ara Ferrero
28/Feb/2012 a las 12:45 PM
Como te decía por Twitter, no hace falta buscar la analogía con el mercado editorial, que la hay (ayer me tuve que comer un manuscrito porque el premio al que lo presentaba exigía suscribirse a una colección propia de la editorial).
Mira lo que ocurre en el mundo del vídeo… ¿indie? ¿cortometrajista? ¿webserie amateur?
La primera:
“Se pide ganas de colaborar y de hacer esta aventura una futura aportación de ingresos ya que si somos un equipo mediano se emitirá por teles locales“. ¡TELES LOCALES!
Otra, es antigua:
“Actores que quieran coproducir y coprotagonizar“.
– ¡Cooperativas!
El mundo del cortometraje digamos “noventero” también era muy de cooperativa: financiación entre todos los miembros del equipo. Mira que salían caros esos DVD pero nadie los subía a eDonkey. La cooperativa terminaba donde empezaban los premios en Festivales, que cobraba únicamente el director.
Al final no creo que tenga que ver con las “escuelas de tontos” que comentaba Mercedes, también en Twitter; sino con lo que la palabra CINE y sus sinónimos, CORTO, LARGOMETRAJE, evocan en muchos de nosotros.
2. Escrito por Gonzalo Martín
28/Feb/2012 a las 12:52 PM
Obviamente. Efectivamente, no es muy novedoso el hecho de que desde siempre se halla buscado la “cooperación” (yo también recuerdo todos esos movimientos de cooperativas para cortos). Aquí lo más novedoso era el relato: cobro al actor y la forma en que calibro la cantidad a pagar.
Otro relato interesante de Omar era el hecho de que algunos realizadores de la zona son los que pasan las obras a “la piratería” porque las obras pirateadas son las que el público creen que son las mejores (es decir, se piratea el éxito que ya existe, hay menos interés en lo minoritario y pensemos que en LATAM no predomina el acceso a banda ancha, sino que la copia física es lo que prima) y, por tanto, se tiene prestigio.
Es decir: son todo viajes en los que comprobamos que la creación, las copias y el negocio tienen oscuros vericuetos que no se corresponden con el esquema básico que se defiende como el negocio.
Por cierto, por eso pone “casi” 🙂
3. Escrito por Mercedes
28/Feb/2012 a las 1:38 PM
Oiga es que yo colaboré con muchos cortos, muchos en plan cooperativa y nunca pusimos dinero sino los que estaban en la parte produccion-direccion. El Resto firmaba ese contratillo que decia que si un día cobrábamos algo ellos cobraban, pero dinero no les sacábamos. El plan cooperativa que yo conozco, cooperabas precisamente con tu trabajo. Y es que basicamente, a menos que se tratara de algo de escuela y eso por lo general tenia cubiertas ciertas necesidades, en los cortos trabajaban profesionales de primera linea… No cobrar era lo mismo que poner una pasta
4. Escrito por Ara Ferrero
28/Feb/2012 a las 1:59 PM
Habría que plantear también dónde está el negocio: en los que yo he planteado, más los que me ha tocado vivir (o donde han intentado timarme), el fracaso ha sido total. No hay producto o hay un producto incompleto.
En el caso de este señor colombiano, probablemente viva de esas tarifas, no de lo que pase después con los productos, o a lo mejor sí, ilústranos.
5. Escrito por Gonzalo Martín
28/Feb/2012 a las 4:23 PM
Me escribe Omar y me corrije: es en Ecuador.
Y me pasa noticia de la película Sicarios Manabitas y de su tráiler
6. Escrito por Alejandro Angel
28/Abr/2012 a las 10:16 PM
Viendo el caso de Sicarios Manabitas recordé que hace unos años fue famoso el caso colombiano de Erlin Salgado, un exfutbolista que después de retirarse por una lesión se decidió a hacer cine desde el barrio de escasos recursos en el que vivía.
Todo el barrio puso dinero (¿crowdfunding barrial?) para hacer “Bandoleros” una película amateur que contaba historias de asaltantes y bandoleros, los mismos habitantes del barrio.
La Película fue todo un éxito en “Bazurto”, el mercado popular de Cartagena -donde fue grabada la película- y todo el mundo compró su copia pirata.
El caso fue tan sonado que a Erlin lo invitaron a participar en el Festival de Cine de Cartagena e incluso le dieron una beca para hacer talleres en la EICTV.
http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=17614
La película completa “Bandoleros”
http://www.youtube.com/watch?v=BgXNztOAcaY&feature=share
Saludos.
7. Escrito por Gonzalo Martín
29/Abr/2012 a las 11:12 PM
Qué interesante. De hecho, es una muestra típica de cómo la gente que se propone hacer una película (o “algo) casi siempre sale adelante. En España durante años los cortometrajes se han realizado de manera “cooperativa”. Era divertido ver cómo se montaban sociedades para gestionar algo que, francamente, es prácticamente imposible que dé dinero. A base de premios pequeños de decenas de festivales se recuperaban muchos costes o, tantas veces, ninguno. BUeno, en fin: todo esto sirve para argumentar que el rol cultural puro del audiovisual es imposible que desaparezca, porque se hace aunque sea carente de modelo de negocio. Y porque, como se ve, da visibilidad al talento verdadero que acaba encontrando nuevos caminos.