La sentencia la hallo en un post algo antiguo de Martín Varsavsky, uno de esos tropiezos que produce trastear por la red. Una buena frase para producir titulares y la curiosidad inmediata del lector, aunque en este caso esté inmersa en una reflexión mucho más amplia. Me ha llamado la atención porque, en mi experiencia, la sensación es la misma aunque nunca me la había formulado de esta manera. Simplemente, no me he tropezado jamás con discusiones de valor dentro de YouTube. Lo que, evidentemente, no quiere decir que no existan. Hace algo de tiempo ya participamos en algún debate acerca de si el vídeo genera más o menos participación. Eran tiempos donde “la conversación” era el mantra del advenimiento social. Hoy, esa conversación se desplaza hacia plataformas alternativas a tu propio site (un servidor la desincentiva para sí mismo hasta el punto de mostrarse borde), quizá el aserto de Varsavsky sea una buena síntesis para expresar lo que seguramente pueda importar más en este mundo donde la televisión y todo tiene apellido social: buscamos desesperadamente relaciones de calidad y menos interacciones por las interacciones: no me digas que te gusta, dime por qué te gusta. En esencia, público con el que compartir y generar valor.