Entre los consultores de marketing de medios sociales y entre algunos creadores de vídeo para las redes he escuchado este lamento con cierta frecuencia: las políticas de inversión en comunicación publicitaria basadas en campañas con su consiguiente planificación en medios convencionales irían en contra de la filosofía del mundo conectado a través de las herramientas que llamamos redes sociales. El lamento tiene que ver porque se complica casar la forma de trabajar de un mundo y el de otro por los diferentes rangos temporales: en lo segundo, la comunicación es permanente, en el primero acotado. Dicho simplificado. Una consecuencia es que se complica conseguir financiación, por ejemplo, para crear series online, pues es un mundo necesitado de trabajo prolongado para crear audiencias y extraerles partido. La mucho más que recomendable página de Juanjo Rodríguez me permite acceder a este vídeo de IKEA en el que se muestra cómo se concibe una campaña con 365 spots al año que, como poco, van directamente a YouTube. La segunda derivada es la construcción de un sistema de producción eficiente (ahora que todo aspira a ser low-cost) para sacar un altísimo resultado a toda velocidad.