Cuando la prensa publicó su balance sobre los resultados del cine español en 2010 se inclinó por los adjetivos catastróficos. Algunos pensábamos que no era para tanto y que, en realidad, hablábamos de business as usual: no es que no fuera una año débil, sino que contemplado en perspectiva las recaudaciones entraban dentro del rango de la trayectoria reciente de la industria española. El efecto Torrente se saludó de modo invertido en la mirada periodística: palabras grandiosas sin comerse los adjetivos anteriores. Los representantes de la industria son, en cambio, bastante más realistas, aunque pueden hacerlo mucho mejor para explicarse a la opinión pública (por favor, que alguien haga algo con sus webs: son del siglo XX, un siglo que queda ya lejísimos). Ayer Cine y Tele titulaba: “El cine español vuelve a la normalidad tras el efecto Torrente 4“. Es decir, todo sigue igual. Casi se debiera decir que Torrente también es normalidad: tener un título que concentra mucho es igualmente una pauta típica del cine español. Como siempre, la cuestión es cómo se hace que una industria inmersa en su laberinto cambie de perspectiva. Para hacer tortillas, como todo el mundo sabe, hay que romper huevos. La cosa es saber (o acertar) qué huevos hay que romper.
18 mayo, 2011 8:19 AM
1. Pingback por Menos lobos otra vez: menos caídas y más estabilidad | La Nueva Industria Audiovisual
21/Jun/2011 a las 10:47 AM
[…] algarada de la prensa que, cuando se produjo este año el (contrario y positivo) efecto Torrente, no rectificó. No implica estar satisfecho (aunque tampoco es nada excepcional la cuota de mercado española […]