Podría decirse que la cuestión no ha dejado de estar de una forma u otra en las conversaciones, debates y propuestas de lobby de muchos desde que desapareció. El chau-chau de medios online insiste en estos últimos días en hablar de la cuestión en medio de dos realidades: la caída de audiencia y las dificultades económicas que podrán acelerarse si en la UE consideran que la tasa impuesta a las telecos para financiar RTVE no es legal. Lo primero tiene que ver con el dinero disponible, pero no sólo con el dinero: el entorno se hace más complejo cada mes. Lo segundo puede que sea legal, pero no parece muy moral visto desde el punto de vista de no distorsionar la competencia y el mercado. Pero la pregunta pertinente es: ¿servirá de algo?. La presión social y política crea formulaciones como que baja audiencia es igual a fracaso: nadie sabe decir si el servicio público es necesariamente algo de mucha audiencia. En el enorme entorno fragmentado de hoy, subir audiencia es competir con los medios privados por cosas que ya hacen y que no hay que financiar. Si la publicidad vuelve, la presión a los directivos para competir por más espectadores y arañar más dinero para sus intereses (daremos hoy por bueno el valor de la tecnoestructura de Galbraith) hará más evidente la falta de diferencia con lo privado, acelerando el descrédito público de RTVE, por no hablar de la dura campaña que emprenderá UTECA. Y volveremos al mismo conflicto. Por el camino, nadie es capaz de reformular los objetivos del ente para encontrar espacios de no-mercado donde podrían ser de utilidad. Mientras, la batalla por el español global, se juega en otro sitio.
7 diciembre, 2012 2:01 PM
1. Escrito por Juanma Morer
8/Dic/2012 a las 7:42 PM
En el caso de RTVE, la bajada de audiencia es lo que ocurre cuando conviertes una televisón en un aparato de propaganda partidiata. La caida de audiencia de RTVE ha sido brutal en un año. Le está pasando como a telemadrid. Ya sabemos que todos los medios públicos “miman”, con más o menos disimulo, al gobierno de turno, pero hay en casos en que es descaradísimo y sin ningún tipo de rubor y no hablemos de autocrítica. Respecto a lo de volver a poner publicidad, cierto, seria competencia desleal. En cuanto a la posible moral dentro de la competitividad reinante, se me antoja una quimera. Un ente público, ciertamente tiene más funciones que solo tener mucha audiencia. El anterior presidente, ingenuamente y con recelo de sus propios compañeros, hizo que los altos cargos de la televisión pública los escogieran entre todos los partidos con representación parlamentaria, el actual gobierno, a derogado esta ley. Un ente público, tiene que ser para todos, no solo para la parroquia del gobierno de turno. También cabe contar con la posibilidad de que hagan funcionar mal algo público para vendérselo a colegas afines. se ha visto en otras empresas otrora estatales.
2. Escrito por Gonzalo Martín
9/Dic/2012 a las 1:16 PM
Yo no creo mucho en el argumento ideológico y el de la información. La audiencia masiva se hace con dinero. La audiencia masiva se alcanza mejor cuanto menos oferta alternativa hay. Es conocido el hecho de que la audiencia de los canales grandes se ha venido reduciendo, en conjunto, desde tasas que confrecuencia pasaban del sesenta por cierto hace no tantos años a hoy, en que pasan del treinta con dificultad: la oferta de altos valores de producción ha crecido en medio de la reducción de presupuesto, un ejempo es Paramount Channel. RTVE ya no tiene motos, va a carecer de grandes eventos deportivos y tiene problemas para financiar el coste de sus series de éxito.
Además, si se comparan los resultados electorales con la supuesta orientación ideológica de los votantes no cuadraría el abandono por manipulación, aunque existe de modo más agudo o exagerado por grupos de interés a los que les encanta hacerlo. Se hace con todas las administraciones políticas. Y, en el caso de Telemadrid, es muy claro: un entorno que vota sistemáticamente con mayoría del partido popular, una televisión que siempre ha estado sesgada hacia ellos, pero que carece de programas de interés masivo. Incluso hace años renunciaron a tener Tómbola cuando era el mayor éxito de audiencia porque consideraron que no era de servicio público: la democracia cristiana también tiene sus reparos a la telebasura, parece ser.
El incremento de críticas tiene que ver con medios opuestos ideológicamente al gobierno. Montan campañas (les encanta, por ejemplo, hablar de las salidas de varios periodistas estrella, pero no publican la realidad de las cantidades de sus contratos ni que tenían fecha de vencimiento y fíjate como el PSOE paró sus críticas e iniciativas al respecto: alguien les informó) para pedir, como tu, esa televisión de todos. Y lo hacen desde medios que no ocultan su definición ideológica: es de todos cuando se sienten cómodos con lo que dice, como con el caso de los periodistas no renovados, y exigen una neutralidad y objetividad que no están dispuestos a ofrecer en sus medios. En realidad, es imposible una televisión “de todos” al igual que no existe la salsa de spaghetti perfecta: en un mundo de opciones editoriales que crecen, en un mundo de personas con múltiples visiones la independencia plena, la ausencia de sesgo, esa bondad de versión única, prístina y límpida que supuestamente sería capaz de ofrecer “lo público” es una quimera: son los mismos seres humanos que están en el sector privado que, desde luego, no destaca por su higiene contra los sesgos.
En realidad, las justificaciones de la inversión en televisión pública se desvanecen día a día: si se pierde audiencia por razones ideológicas resulta que esas opciones están perfectamente cubiertas por la sociedad sin que el gobierno tenga poner dinero (y, quitárselo de paso a pensiones y hospitales). Todo espectador “de izquierdas” puede ver LaSexta y regodearse en Público o en Eldiario.es. O El Plural. Los “de derechas” pueden hacer lo mismo. Y los que pasan, también. No parece, por tanto, que estén desamparados a la hora de encontrar líneas editoriales basadas en sus creencias. Es decir, no queda mucho espacio para que el gobierno haga algo que la sociedad ya resuelve sin más impuestos.
3. Escrito por Juanma Morer
9/Dic/2012 a las 6:41 PM
La diferencia respecto a la sexta o Antena3 o tele5, es que hablamos de televisión pública que se financia con dinero de todos sin distinción ideológica. Quiero decir, yo puedo no ser votante del partido de turno, pero una parte de los impuestos que pago, son para las televisiones públicas.
Yo creo que no tienen que entrar en una lucha feroz por la audiencia, pero si por la calidad a todos los niveles, informativos, entretenimiento, peliculas. aquí entrariamos en el debate de cuanto del dinero destinado a la tv pública se deica a contenidos y cuanto a altos cargos, dietas de personal, etc..Yo por lo que he leido en diferentes medios, y siempre intento tener en cuenta quien da la información, sea de izquierdas o de derechas, la caida de audiencia en el último año en tve, informativos incluidos, ha sido de vértigo. Tv3, ha dejado de dar fútbol los sábados, y se mantiene lider en Catalunya y, el argumento del catalán ya no sirve, porque tenemos 8tv que es en catalán. En la tv pública catalana, no se notan tanto los cambios de gobierno como en la española, incluso en 8tv, que es del grupo Godó, nada sospechoso de ser de izquierdas, el nivel de opiniones de todos los colores es alto. Es más, su presentador estrella, siempre se le vinculó con el psc, pero supongo que ha primado la profesionalidad del susodicho, Josep Cuní, aunque reconozco que no es santo de mi devoción.
Pensando en lo de que la publicidad en las públicas es competencia desleal, que creo que si, un matgen de ingresos por este cauce tampoco seria tan grave si no abusan como antes. de hecho, también es competencia desleal, aunque legal porque las leyes las hacen bajo presión de grupos de poder, que dos grupos de comunicación, acaparen el 90% del mercado televisivo. Lo de izquierdas o derechas, queda un poco descafeinado. La mayoria de medios son más bien de derechas pero la pela es la pela, como decimos aquí y se fusionan con un medio supuestamente de izquierdas y acaparan más cuota de mercado. Un poco lo de A3 y Lasexta.
Al final, todo esto que hablan de liberalizar es una pantomima que se queda en meras privatizaciones que no hacen más que engordar los oligopolios. Liberalizar seria que diferentes empresas pudieran entrar a competir por un espacio, pequeñas también, pero eso es imposible tal como está montado todo. Respecto a los periodistas no renovados, entraríamos en un debate ideológico que quizás no es el lugar adecuado. Pero yo sigo pensando, ya se que tu no, que la derecha es mucho más inmune a las cosas que pueda hacer mal que la izquierda, que no le van a castigar electoralmente, y eso, estés donde estés situado ideológicamente, no es bueno para nadie.
4. Escrito por Gonzalo Martín
9/Dic/2012 a las 7:01 PM
No puedes comparar a TV3. El contexto es completamente distinto y sí… también tiene telediarios sesgados hacia la mayoría del sentimiento local. Aunque haya cambios de gobierno no ha habido tantos cambios reales ni en la ideología de fondo (los mismos estuvieron gobernando 30 años). No es la pelea estatal y si algo une a la sociedad catalana es estar frente a Madrid, en eso no cambia la idelogía de quien controle la tele que, repito, han sido casi siempre los mismos.
Además, TV3 tiene un consenso político inmenso, lo que no tiene ningún consejo de RTVE. Lo siento pero 8tv no puede competir con TV3 ni en medios ni en presupuesto. Que se haga en catalán lo que viene a decir es que se reduce la necesidad de un medio público en catalán.
Lo que publica la prensa está escrito por periodistas, que solo les interesa la información, no miran el negocio televisivo que sus patrones sí suelen entender y los que siempre viene bien que al rival le vaya mal. Y, en Cataluña, con tanta prensa subvencionada e intereses de los patrones editoriales tan cruzados, estarás conmigo en que el incentivo a la crítica de la superfinanciada TV3 no es muy elevado. Créeme, si mañana RTVE volviera a tener competiciones deportivas fuertes y series potentes (se ha guardado alguna para el año que viene para poder imputar el gasto a ese ejercicio, una posibilidad contable: gasto hoy pero computo el gasto mañana) la audiencia subiría.
Si volviera a hacer “mira quien baila” (que luego se quedó el sector privado) subiría la audiencia. De verdad, los contenidos de masas… son bastante previsibles, si fallan se cambian por otros. La capacidad de financiarlos, no es tanta. ¿A ti no te ha parecido raro que por primera vez haya habido este año partidos de la selección española de fútbol que no se hayan retransmitido? Hoy hemos sabido que Portugal se retira de Eurovisión por falta de dinero. Se ha rumoreado que España también, pero no ocurrirá.
La ideología espanta a un público pero adhiere a otros. Incluso genera audiencias contrarias: hay bastante gente que escucha a Losantos no estando de acuerdo para poder meterse con él. Una especie de autocabreo. Intereconomía, por cierto, también ha caído de audiencia. Pero nada como poner una final de fútbol para que el share se dispare… aunque no sea rentable al precio que tiene, como bien saben las privadas.
Por último, es cierto que la caída de audiencia ha sido acelerada. Pero ponla en contexto: la cadena líder era La1… con décimas de diferencia con la segunda. Las privadas han caído dentro del contexto que te digo. Ahora La1 sin contenidos potentes ha perdido ese liderazgo. Todo el mundo va a caer más, el público se fragmenta. También se debe tener en cuenta que eso del liderazgo es un aspecto más de imagen que otra cosa. Al final lo que cuenta es quién recauda la publicidad y en los momentos de más audiencia. Es España se suele hablar de share y no de rating: lo segundo representa el número de espectadores “reales” y lo primero la parte que te llevas. Así, es irrelevante ser líder del si cada noche en el momento de más dinero es otro el más visto. Más aún: si es el más visto en lo que llaman el segmento comercial, público urbano de clase media alta y alta, el buscado por los anunciantes más frecuentemente. A RTVE siempre se le ha acusado de tener una audiencia más sesgada a públicos más rurales, mayores y de menos renta.
Al final, la cuestión del post es si el retorno de la publicidad salvará el barco. Y yo creo que no, que no lo puede salvar. No es un problema ideológico (que puede afectar, pero no creo que sea verdaderamente decisivo) sino del potencial y la consolidación de la programación. Si volviera, tendría más presión para competir con las privadas y, aunque seguramente subiera su parte del pastel, aumentaría su conflicto con la sociedad y con el sector privado que, efectivmente, también debe ser reconvertido por las mismas razones que la competencia desleal pública. Pero a medida que su rigidez para adaptarse al gasto se mantiene, que lo privado llena todos los huecos de contenidos la razón de ser de su existencia se desvanece y volver a financiarse por la vía publicitaria solo puede empeorar eso. Señalo un esquema de función pública típicamente estatal (mira los enlaces) que no está cubriendo bien: existen espacios donde ganar prestigio, pero a políticos, directivos y periodistas solo les importa el tamaño. Y eso dice mucho de ellos.
5. Escrito por Juanma Morer
10/Dic/2012 a las 9:43 AM
En la última parte de lo que explicas, estoy totalmente de acuerdo. El tamaño si importa. A ver quien la tiene más grande. Les preocupa más el continente que el contenido, que les de réditos políticos y lo conciben más como obra faraónica que como servicio público.
En mi caso, la defensa de lo público no es por un concepto digamos socialista, sino porque también en los medios, se producen unas concentraciones de poder mediático, como tu mismo denuncias, que ha mi personalmente me asusta. Si hubiera una liberalización real y equitativa de los espacios de información, se daria una pluralidad informativa y de entretenimiento más sana.
Te hablan de estimular la competencia, y luego se van aliando y creando oligopolios con un poder que a mi me asusta. Prefiero que haya una parte en manos estatales aunque el gobierno de turno no me guste. Siempre los ciudadanos lo podemos intentar cambiar via elecciones. En cambio, yo no pinto nada en el consejo directivo de A3 por ejemplo. Tenemos el mando para cambiar de canal, pero si cada vez te dejan menos opciones ¿que hacer?
Respecto a las subveciones a la prensa en Catalunya, no las voy a negar, pero las hay en muchas comunidades, incluso sin la excusa del idioma, y estatales por subterfugios como publicidad institucional, etc..Hay un discurso en España que dice algo así como que estamos abducidos por TV3 y la prensa subvencionada, y las últimas elecciones, vease el batacazo de Artur Mas, han demostrado que no es cierto. Si han habido polémicas en torno a TV3 y, no hace mucho y durante 7 años, estuvo gobernando el satánico tripartit, que en lo catalán si que casa con CiU, pero en lo demás no.
¿No podriamos ser mejor pensados y creer que el menor número de críticas a TV3 es porque lo hacen medianamente bien’ Te aseguro que yo he visto entrevistas a presidents de la generalitat, cualquiera de ellos, y les han sacado los colores en la tv pública española, es difícil de ver eso. Creo que Tv3, guardando las distancias, se fija mucho en la BBC inglesa y quizás en la TF1 de Francia.
Evidentemente, esto que expongo, no soluciona la dificutad de financiación que puedan tener.
6. Escrito por Gonzalo Martín
11/Dic/2012 a las 6:18 AM
Vamos por partes:
a) Sobre el estado de las televisiones públicas y su relación con la inversión en contenido y audiencia viene muy bien este artículo de Deia sobre Eitb: verás como explican el mismo problema. Tomemos también en cuenta la fuente, un periódico del PNV interesado seguramente en dejar en mal lugar la gestión del gobierno del PSE que sale ahora.
b) La cuestión a las críticas a Tv3 y el entorno mediático la menciono porque el entorno social y de medios es totalmente distinto. Que TV3 hace muchas cosas bien te lo confirmo hasta por mi conocimiento de la gente que trabaja dentro. Por cómo nació y se gestó y por su contexto, es verdad que ha aspirado a ese tipo de homologación internacional que dices. Lo que te quiero decir es que la Corporación nace como un proyecto de consenso institucional y que es transversal en el eje catalanista de la política local y que se corresponde con la realidad catalana, por tanto atacarla desde los medios socava un pilar del relato local sobre la realidad y la diferencia catalana: no cabe esperar un pim-pam-pum contra los gestores desde el día uno y siempre con sospechas de manipulación. En cambio, ese relato forma parte esencial del contexto de los medios hacia RTVE desde el año 77, esté quien esté. Es algo heredado del franquismo: siempre con sospecha de censura. La cuestión de la prensa con subvención directa y el trabajo de concesión de licencias que se ha hecho desde la Generalitat, reduce el riesgo de ruptura de ese consenso entre política y medios que tiene como punto en común la construcción nacional por emplear una terminología habitual. Pero esto es largo y ya ocupa mucho, es para tomarse un café.
c) el tercer tema es sobre la estructura de los medios y su gobierno. una de mis temáticas esenciales aquñi es como el cambio tecnológico modifica la estructura económica del sector audiovisual. Lo que me propones o prefieres son soluciones derivadas de un contexto basado en la escasez y en la comunicación de masas. En ese contexto, en el que el acceso a emitir estaba condicionado por la tecnología y el enorme esfuerzo económico de construir la infraesctura, los roles de lo público y privado eran muy distintos (y se hereda hoy, claro, donde el cambio tecnológico está a medias). Por ello, la tv pública tenía que vivir de un mito: la de todos. Equilibrios de buen gusto, de no estridencia, de información institucional bien ponderada y con propaganda poco estruendosa, etc. Y democratizada, pues con todas las fuerzas sociales “opinando” para tener un cachito de agenda.
Pero la tecnología ha cambiado hasta hacer potencialmente innecesario hasta la regulación del espectro. Donde había canal y medio (un poco en toda Europa) ahora hay cientos si no miles de canales. Y la tendencia es que se fragmente todavía más y que la convergencia entre medios se acelere porque es la lógica subyacente de la tecnología: el resultado es doble en ese sentido. Uno, que no existe barrera para contar cosas por cualquier grupo de interés. Dos, que se convierte cada día más en un mercado como cualquier otro: el de la harina o el de los bares. Por tanto, la excusa para regularlo basado en que no se podía tener un mercado, desaparece. Y al desaparecer las reglas de gobierno son otras. La comunicación de masas se desvanece. Los medios de masas se desvanecen aunque, y en eso influye la regulación, los contenidos de más éxito y valor de producción (que no son los telediarios) están en bastantes pocas manos. Cada vez son menos los contenidos que pueden sumar millones de espectadores como ocurría antes. De un 1,2,3 de los setenta se decía que podía haber 18 millones de personas viéndolos. No se sabe bien, ponte que fueran once. Eso ahora solo lo consigue el gol de Iniesta en la final del mundial.
Por tanto, la pluralidad surge de un entorno donde los costes de emitir y comunicar se reducen y donde la barrera de entrada para que los amigos del corcho, los curas de Málaga y las asociaciones de vegetarianos construyan sus relatos de la realidad de forma independiente es real. Lo que sucede es que conseguir atención es complejo. Y lo que sucede es que regular todo esto como cuando era escaso, no es ni lógico, ni viable ni realmente democrático. Hablamos de tener que discutir quién puede emitir y dejar espacio para que no sea controlado por uno o unos, a no tener que discutirlo y dejar que todo el que quiera lo intente. En mi opinión, el problema democrático reside en esto último y el objetivo político debe ser no tener que discutirlo más porque se puede hacer de otra manera. Es decir, se trata de no tener que seguir administrando escasez porque los problemas que crea quedan solventados por la abundancia. En ese planteamiento, la tv pública, con estructuras super rígidas cada vez tiene menos espacio para hacer algo que sea digno de gastar el dinero de impuestos, porque las minorías se representan a sí mismas y tienen capacidad para hacerlo. Por el contrario, el dinero que concentran sin riesgo de quiebra, es una competencia desleal hasta para el pequeño productor, que tendría que buscar patrocinadores para hacer cosas que no existirían si no. Cuando compites con lo público, el impulso de la sociedad a soportar esos espacios reducidos de modo directo se reduce. Y vuelves a entrar en una dinámica de concurso de belleza (a ti te doy) y no meritocrática (he encontrado quien me lo soporte).