Lo acabo de ver. Entrevistado por Buenafuente y, apelando a su memoria, José Mª Iñigo dice más o menos lo siguiente sobre la calidad de los programas actuales de televisión: ahora lo que importa es el éxito inmediato, el éxito inmediato sólo se puede conseguir con escándalos o con noticias que no son noticias, las cadenas se mueven por la audiencia y sólo importa la pela. Verán que tengo la decencia de no entrecomillar un recuerdo de una visión fugaz de una reposición en un canal de pago, pero creo que no traiciono nada el mensaje. Yo siempre lo formulé de una manera cientificoide: la máxima audiencia se consigue por el mínimo común denominador del gusto (es decir, el gusto que puede aceptar el mayor número de personas). Lo malo de la máxima audiencia, como dice Iñigo, es que no puede esperar, tiene que ser hoy, mañana y pasado y los programas que no la tengan no pueden aguantar. Luego nunca habrá una televisión “de calidad” como dicen los entrevistados de las encuestas y los políticos indignados (tampoco de una tele pública, ¡horror!), porque siempre se cubre una fracción de cada gusto personal y nadie muestra su satisfacción por la cuota que le toca.