Lo que ha sucedido con Twitx, estaba más o menos anunciado: Coppola ya decía hace año y medio por lo menos que aspiraba a realizar una película cuya proyección fuera diferente cada vez, sea por la vía del montaje o por la vía del puro show. Quizá algo desordenadamente yo hablaba hace tiempo de la idea de la cuarta dimensión en salas, algo de lo que no veo hablar ultimamente. Twitx incluye performance musical en la sala (como en el cine mudo) y la participación de los usuarios que se ponen un careta (¿recuerdan el Rocky Horror Picture Show?) para un 3D reducido pero sofisticado, es decir, que no habría nada nuevo. La cuestión es si la proyección más interpretación, haciendo una visión de la sala de cine más teatral u operística es construible como un negocio a gran escala. O a otra más baja. El autor como estrella puede hacer giras, pero eso le reduce a una sesión única por día menos su descanso. Para autores minoritarios, perfecto. Para el cine de estudio, complejo. Pero la pregunta es ¿si Disney puede tener parques con casts permanentes con sus muñecos y personajes no es viable crear esas experiencias en salas? Es más caro, es obvio. Pero no hablamos de costes, sino de la evolución del entretenimiento. La lección de estas cosas es que, frente a lo que se dice, la cultura no se muere, tampoco el entretenimiento: evoluciona. Y puede que con menos barreras legales artificiales la transformación se acelere. Discrepo habitualmente con el gran Juan Herbera y otros amigos sobre esto: por mucho que Midnight in Paris sea un éxito, es un tipo de cine como el de Campanella o el cuento chino de Borensztein, que hoy se ve estupendamente en el televisor de casa. Y que una serie como están concebidas las actuales – ahora estoy reventando Entourage – es mucho más intensa y atractiva que la hora y media largas del producto clásico. Aunque nada muere del todo, siempre hay primacías.
24 julio, 2011 11:02 AM
1. Escrito por Juan Herbera
24/Jul/2011 a las 11:24 AM
Es cierto que un cine del estilo del de Woody Allen o Campanella se puede ver estupendamente en el televisor de casa. Todo dependerá de cómo quiera disfrutar esa película el consumidor. Si es un producto concebido para salas de cine, la visión en casa deberá esperar un poco. O pagar un precio quizás demasiado elevado. Los gustos son sagrados. Hay que poner los medios para que el consumo de audiovisual sea compatible en casa y en el cine. Con respeto de unos hacia otros, sin despreciar el hecho de que mientras se ruede para cine, las salas deben tener algún privilegio.
2. Escrito por Juan Herbera
24/Jul/2011 a las 11:26 AM
Y, por cierto, ¡bendita discrepancia con tertulianos así! Gracias por tu blog y tus impagables aportaciones.
3. Escrito por Gonzalo Martín
24/Jul/2011 a las 11:42 AM
Por favor, gracias a ti.
Sí, comparto lo primero. Pero lo que siento es que lo que no sea gran espectáculo tenderá a desvanecerse de las salas como centro. La producción audiovisual hoy es mucho más rica que lo pensado para sala (sobre todo en el segmento autor) y no hay diferencia de prestigio artístico (o no debiera ya) por empezar por un sitio o por otro. Esa diferencia de reputación ante la inexistencia en tantos casos de pocas diferencias cruciales de consumo tiende a diluirse por lo que no habrá problema en consumir desde casa (o cualquier lugar) ampliando mucho más la masa de espectadores. Pero todas las estructuras están pendientes de cambio.
4. Escrito por Juan Herbera
24/Jul/2011 a las 12:51 PM
No hay otro remedio que identificar puntos de encuentro. Ni el cine puede quedarse atascado frente al avance de las nuevas tecnologías y las exigencias de los consumidores ni el mercado puede pedir al cine que pierda su esencia. Si el objetivo es aumentar la base de consumidores de productos audiovisuales de forma legal y controlada, no queda más buscar y cerrar acuerdos. Cuanto antes.
5. Escrito por Gonzalo Martín
24/Jul/2011 a las 1:00 PM
Mmm, yo creo que la palabra “control” es un escenario que hay que desterrar del futuro. Como la separación forzosa de ventanas. ¿En qué plazo? Lo ignoro. Pero el “control” sólo se puede conseguir forzando las leyes hasta extremos incompatibles con la innovación y una sociedad democrática. El problema reside en la mutación del producto. Su esencia es… ¿la del music hall? No ha desaparecido, pero el cabaré no es el entretenimiento de la clase media urbana hace muchísimas décadas. No digo que vaya a pasar, pero no creo que la “esencia” sea la cuestión. La cuestión es el producto, que no puede basarse al menos solamente en las formas de control de ventanas tradicional. Lo que propone Coppola es otra cosa, porque la experiencia es diferente en cada medio.
6. Escrito por Juan Herbera
24/Jul/2011 a las 1:32 PM
Cuando digo controlada me refiero a que el que consumo un producto audiovisual (sea donde sea) se haga habiéndose establecido previamente unas condiciones (de tiempo, de precio, de acceso) entre los creadores de contenidos y sus asociados (los distribuidores, mientras existan como tales) así como con los que ofrecen el lugar de visión (exhibidores u otros puntos de venta). Y para ello parece necesario que también intervengan administraciones y entidades diversas (propietarios del acceso a la red, asociaciones de usuarios, entidades de gestión…)
7. Escrito por Gonzalo Martín
24/Jul/2011 a las 2:13 PM
Pero, Juan, ese es precisamente el conflicto esencial entre el “mundo hacker” y la industria: lo que dices supone el cambio de arquitectura de la red para que sea controlada, eliminando su neutralidad y en un movimiento de colusión entre intereses industriales, gobiernos y negocios regulados y que, en mi opinión, es contrario a la libre competencia y al interés de la sociedad. Todo eso solo sirve para sostener modelos de negocio actuales, no para proteger la creación. Bien es cierto que al público promedio esto le importa un pito y lo que quiere es hacer lo que le da la gana, pero las consecuencias de acuerdos de ese tipo perjudican a todo el mundo: es control social, ese el conflicto que vive una sociedad democrática cuando el acceso a la red es filtrado de esa manera, se privilegia a unos sobre otros. Este es un asunto que desborda el entretenimiento y entra en las ideas, la libertad de mercado y muchos otros aspectos colaterales. Un acuerdo así para garantizar el sostenimiento de una forma de producir entretenimiento solo resultará en nuevos conflictos. Otra cosa es que creemos sistemas de transición hacia un mundo más abierto mientras la gente se adapta, pero lo cerrado termina desbordado por lo abierto. Y el fracaso de Hadopi ha sido una gran lección.
8. Pingback por La cuarta dimensión, con algunas cifras « Pulsiones
25/Jul/2011 a las 7:43 AM
[…] a propósito de la presentación de Twitx, recordaba la idea de la cuarta dimensión en salas. Y me decía que hacía tiempo que no hacía […]
9. Escrito por Juan Herbera
25/Jul/2011 a las 8:37 AM
Lo siento pero no acabo de entender a dónde quieres llegar. Quizás es que mi visión es demasiado limitada. Hoy por hoy me preocupa justamente que mucha gente quiera hacer lo que le de la gana. Yo no magnifico los modelos de negocio sólo por el hecho de ser como son. Pero tampoco los criminalizo por esa misma única razón. Que haya que abrirse, de acuerdo. Pero en nombre de la libre competencia y del libre mercado también se pueden cometer errores de bulto. He de reconocer que estoy muy lejos de ese “mundo hacker”. Por desconocimiento, sí, pero también por discrepancia.
10. Escrito por Gonzalo Martín
25/Jul/2011 a las 8:52 AM
11. Escrito por Juan Herbera
25/Jul/2011 a las 9:22 AM
En un par de momentos de mi vida profesional he trabajado en compañías a las que se podría encuadrar en eso que denominas conglomerados del entretenimiento. Otras veces lo he hecho en pequeñas empresas del sector cinematográfico. Y últimamente he intentado (sin demasiado éxito) ganarme la vida como asesor o algo así. No tengo intereses directos en la industria. Si acaso los sentimentales. Estoy en la mejor disposición para aprender y afrontar nuevos retos sin grandes restricciones (las “morales” son, muchas veces, las más duras de vencer, lo sé). Dicho todo eso, me cuesta imaginar un escenario en que las creaciones circulen libremente por la red, me cuesta identificar dónde está la compensación para el creador. Seguro que hay un punto donde todo ésto encaje. Habrá que encontrarlo.
12. Escrito por Gonzalo Martín
25/Jul/2011 a las 9:36 AM
Por favor, no es un juicio personal, en absoluto. Lo que planteas es precisamente la temática que llevo trabajando años. La circulación libre de obras por la red ya se produce, y se produce con compensación a los autores. Este es un tema larguísimo del que ya he escrito mucho y que está repleto de incertidumbres y complejidades. Pero en el mundo hacker la primera distinción es no confundir libre con gratis. Y eso, entre otras cosas, es no confundir la retribución del productor (el real), los autores (los reales) y los distribuidores. En esencia, en el mundo de hoy en la práctica ya es así, la retribución real al autor y al productor reside en la copia cero (lo que llamamos máster). El problema para ellos, consiste en financiar esa copia. Si nos centramos en creación pura y arte puro, los modelos de donaciones y subvenciones ya están produciendo eso, cada uno con sus problemas. Si nos centramos en negocio, hablamos de la mutación del entretenimiento: los juegos se mueven hacia el mundo online con acceso libre pero pagando si quieres competir con otros o conseguir mejoras en tu avatar. La televisión es un modelo falsamente gratuito donde se paga con la generación de datos de audiencia, justo lo que internet hace bien. El cine de estudio lleva años centrado en la generación de marcas para generar licencias y nuevos consumos. Nos cuesta imaginar un mundo donde el negocio no consista en lo de siempre: págame una entrada y con el éxito vendo DVD (ahora streaming) y luego tele, donde se da “gratis”. Pero la “cultura” ya se mueve ahí, en la difusión libre con modelos de ingresos no diferentes, pero sí emergentes en su estructura de cobro y comercialización. Por ejemplo, Pocoyó es un producto que cuánto más libre es su difusión y más se “piratee” más negocio de licencias genera: las televisiones ya no pagan sino que cobran un porcentaje de las ventas por ayudarte a crear la marca; cuanto más se vea en un espacio que no me cobra, mejor para mi. Sin perjuicio de que, estando libre en YouTube, hay montones de gente que compran un DVD. Al final, todo reside en diseñar negocios y en no confundir arte con negocio, aunque el negocio emplee artistas. Otro futuro claro, es la inversión de “territorios” en provocar rodajes que muestren sus espacios y territorios entendidos como inversión para atraer turismo. De todas estas cosas saldrá un mundo nuevo, muy diverso y sin modelos fijos para todo. Y nada muere.