Haciendo la BBC más pequeña: un destino que parece inevitable para la televisión pública
Me ha parecido verdaderamente singular que FórmulaTV encabezara la noticia con el término «insólito». Insólito si se no se observa detenidamente lo que ha sucedido con el símbolo mundial de la televisión pública, la irrepetible y cuestionada BBC, ese sueño irrealizable de tantos lectores míos.
Seamos justos: visto el panorama de resistencia local, tanto de políticos como de ejecutivos, a la reconducción de presupuestos y rol público de las emisoras propiedad de los múltiples gobiernos locales que nos contemplan, que un ente público se incline – sin duda, por las condiciones impuestas por sus supervisores -por reducir su gasto, concentrarse en contenidos menos accesibles por el sector privado y deliberademente retirarse de determinados mercados, es como un cuento de hadas.
La fuente de referencia es el Times y nos anuncia que en un mes, el BBC Trust, presentará un informe sobre el asunto. Pero el resumen de la cuestión no es otro que lo que se viene viendo en los últimos años acerca del poder de la BBC: el canon no puede subir indefinidamente (se congelará en el 2013), la iniciativa privada (ahora superabundante, lo que no sucedía en los tiempos míticos) tiene dificultades para competir por audiencias segmentadas con un monstruo que no tiene publicidad y que es capaz de producir y emitir de todo.
Recortes de canales de televisión, de radio y, de nuevo, de páginas web. No es difícil percibir detrás de ello la menor necesidad de efectuar un gasto que la sociedad está realizando por otras vías. Ver en ello el sesgo de una cierta tendencia torie en la gestión y en el posible futuro electoral británico, me parecería una simplificación que no tiene en cuenta el entorno. Formula TV titula que «La BBC reduce sus gastos para beneficiar a la competencia». Ignoro si entienden ese a la competencia como su competencia directa o como lo que debe entenderse, la competencia tal cual.
Pero no es insólito: la BBC lleva varios años queriendo jugar de tu a tu en sueldos de estrellas, tecnología y audiencia con empresas que se juegan su capital y el de sus accionistas. En un entorno de microfragmentación como el que vamos, jugar contra el que no puede perder dinero no parece una regla justa. Pretender, a su vez, en la era de la abundancia y en la era del fin de las barreras de acceso a la comunicación, asumir la identificación de todos los segmentos sociales (esa cosa que en España dan en llamar pluralidad y que es, tristemente, una falsedad) es puramente una quimera. Especialmente si tenemos en cuenta el coste de oportunidad del dinero dedicado a la televisión presuntamente del pueblo.
Desde que inicié este blog plantee el dilema desquiciante al que se enfrenta lo público en materia de televisión: volverse irrelevante a un coste desproporcionado por atender a las sensibilidades minoritarias, o convertirse en algo grotesco conservando su hegemonía reproduciendo contenidos similares a los del sector privado. Sólo decirles que en España hay nada menos que tres canales de noticias 24 horas – en este paisito – y que uno es público, por supuesto.
La digitalización está abriendo el consumo de vídeo a un paradigma completamente nuevo: me cuenta Juanjo Carmena que es precisamente el exdirector de tecnología de la BBC, hoy uno de los hombres fuertes de Microsoft en el Reino Unido, quien dice que a la televisión está a punto de llegarle el momento iTunes. Entre otras cosas, ¿qué consolidó iTunes? Pues que consolidó el que la gente volviera, como en la era de los singles, a consumir canciones y no LP’s. Que nadie se viera obligado a comprar 12 canciones si sólo le gustaba una. El momento iTunes de la televisión llevará a que cada uno elegirá qué programa consume sin que tenga que verse sometido a las elecciones que impone el consumo lineal: el juego de ver el canal como un botón preferente, no puede tener sitio en una era que camina a la navegación, no al zapping. Los grandes monstruos públicos no pueden justificarse de esa forma.
En la selección de artículos relacionados, hay suficientes referencias para ponerse al día del por qué se llega a esto.
Actualización: la primera en la frente. Había dejado esta entrada redactada la noche y lista para que se subiera solita sin mi intervención. Y me desayuno con el mismo caso de nuestra RTVE: que quiere repartir las motos para reducir el déficit… con la competencia. Claro, porque las demás sólo pueden ser competencia visto así. Quedaría el matiz de que no lo hace por el bien de la competencia, sino por la urgencia. Como se ve, todos los caminos llevan a Roma y, aunque sean años de vacas flacas, me parece que esto es una tendencia de fondo, si me aceptan una palabra tan seria e importante.
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