Me resulta fascinante la emergencia del mundo audiovisual chino desde todos los ángulos: comienza a llegar a Occidente un mundo independiente que aprovecha las tecnologías baratas y trabaja al margen de los canales oficiales, no sólo en la ficción sino en una producción documental que deja ver una mirada crítica del sistema chino además de optar por la osadía formal y pese a los obstáculos gubernamentales. Derivadamente, cómo ese mundo independiente encuentra espacios en la distribución online: veintiséis millones de visionados en internet de una pequeña producción indie en un mercado que tiende a la concentración. De nuevo, paralelismos con nuestras pesadillas locales (no somos los únicos): producción sin espacio en los cines y donde no todo, claro, son obras maestras. Es tan fácil técnicamente hablando producir hoy día que la estrechez de los canales tradicionales será cada día más insoportable para los creadores. En la mirada institucional a la distribución online sigue prevaleciendo la idea de ventana y no como canal natural para que el que lo quiera busque su audiencia. La pregunta es si la velocidad china y la ausencia de muchas estructuras del pasado serán las que inspiren las nuevas reglas del juego. De momento, Baidu, el Google chino, ha accedido a pagar compensaciones por las descargas de música. Y pretende hacerse con un buscador en inglés.