En los albores del vídeo online tal y como lo conocemos hoy, una de las conjeturas esenciales era la de cómo el mercado publicitario iría abordando su llegada a contenidos fuera de los medios tradicionales. Incluso tratábamos de organizar reuniones para mostrar cómo lo hacían diversos proyectos de vídeo online para que marcas, agencias y centrales de medios seleccionaran el talento oportuno. No ha llegado demasiado bien: al final, en muchas horas de discusión con Albert y con Recuenco (también con Juanjo Carmena y Niko Muñoz), uno siempre llegaba a la conclusión – creo que compartida – de que la propia estructura del mercado publicitario impedía acceder a los nuevos medios tanto como protegía a los viejos. Javi Recuenco comenta a su vitriólica manera (no se lo pierdan) un artículo norteamericano que viene a decir por qué la publicidad personalizada no puede o no quiere arrancar: porque pone en tela de juicio la viabilidad de los medios convencionales. Dicho rápido: muchos menos mensajes mucho más efectivos que, no sé por qué, nadie supone que pueden cobrarse igual (de hecho, esa sospecha la hemos tenido en nuestras discusiones alguna vez). Por tanto, una serie de medios gratuitos (es decir, generadores de datos que se monetizan en otro entorno) basados enteramente en altos volúmenes publicitarios entrarían en una crisis de adelgazamiento. A lo mejor está ocurriendo ya. En estos debates, siempre me he inclinado porque estos círculos se rompen por el lado del anunciante, el día que un consejero delegado (seguramente no un director de marketing, más atado al sistema) dice que quiere gastar menos y, sobre todo, mejor. Lo que arroja inquietantes cuestiones sobre el mercado de contenidos.