Al menos, para evaluar el éxito o la equidad de la acción pública. En comentarios en twits al respecto de una entrada de estos días pasados sobre los recortes de presupuesto aplicados al cine, se me dijo que estaba escrito con respeto pero que «al igualar fútbol y cine, lo dice todo». No sé qué es todo, pero seguro que comparar no es igualar. La cuestión tenía mucho sentido. La primera razón es que uno de los enlaces empleados como fuente comparaba el caso del fútbol con el del cine en el tratamiento público. Y lo hacía un respetable industrial del cine, no yo, que retomo el hilo. En segundo lugar, visto en términos de mercado, lo cierto es que – pese a quien le pese – cine y fútbol compiten en el mercado del ocio y el entretenimiento: si no es así, ¿por qué tantas personas del cine se quejan o se han quejado de la programación del fútbol en televisión y la competencia que supone para las salas? El deporte profesional forma parte de ese macrosector, como los videojeugos o los parques temáticos. Pero el argumento más solido tiene que ver con una de las motivaciones, no la única evidentemente, de la intervención pública en la cultura (por cierto: qué palabra tan gastada y tan cuestionable). Una de esas motivaciones es la promoción de la marca y los valores de un país, tanto para ejercer influencia, como para atraer visitantes (cine y turismo tienen una conexión creciente, parece que el museo del Santiago Bernabéu es un componente clave de la oferta madrileña). Esas cosas, forman parte de los elementos de atracción hacia las políticas exteriores de un país que Joseph Nye llamó en su día, soft power. Hay una cita de este caballero que viene muy al caso: «Much of American soft-power has been produced by Hollywood, Harvard, Microsoft, and Michael Jordan». Michael Jordan. Real Madrid. O Barça. Si en un momento dado hay que evaluar el rendimiento de marca-país por el efecto de las políticas públicas, lo mismo si se ha hecho algo inteligente en favor de La Liga (¿no es la marca española más global?) y genera lo que genera, puede que tenga más sentido que tenga un apoyo superior o no sea muy cuestionable, sin olvidar la sensibilidad que tiene la morosidad fiscal. Puro ejercicio para la discusión. Ni se dice si es deseable o incompatible. Curiosamente, no hace tanto Marcelo Bielsa decía esto: “El Barça es una expresión artística novedosa que ha generado cultura”. Que vuelen los puñales sobre mi, si us plau.
5 mayo, 2012 1:37 PM
1. Escrito por joseluismorenom
5/May/2012 a las 7:24 PM
Pues para que voy a engañar. Tengo el abono de mi equipo de fútbol (ni Madrid ni Barça) y mi “abono” de ir al cine semanalmente, además de mi consumo audiovisual en tv e internet. Cuando hay fútbol de mi equipo no hay otra opción, ya que el evento en directo ocurre únicamente una vez, cuando están jugando, y la pelícla puedo verla en otra sesión. Y puestos a comparar, Francia tiene el audiovisual más enviadiado, sin embargo su Ligue 1 no se puede comparar con nuestra Liga.
2. Escrito por Gonzalo Martín
5/May/2012 a las 9:13 PM
Qué interesante esto de Valdano… a ver cómo se lleva al resto del entretenimiento: “Hay dos clubes que están a reparo porque tienen como mercado el mundo entero y eso les va a ayudar a sobrevivir, son dos grandes unidades de contenidos televisivos que ahora resultan imprescindibles no sólo para los españoles, sino también para los asiáticos, americanos, africanos… El Madrid y el Barcelona, por esto de las identidades difusas, ya tienen clientela en todo el mundo, y eso económicamente tiene consecuencias positivas. Todos los demás clubes, que tienen como mercado su comunidad o su ciudad, van a sufrir problemas que irán agravándose.”
Ojo, señores guionistas. Y se titula: “En la sociedad actual no hay más héroes que los deportistas”
3. Escrito por Fernando Hugo
6/May/2012 a las 11:31 AM
“la promoción de la marca y los valores de un país, tanto para ejercer influencia, como para atraer visitantes”
Bueno, son dos cosas distintas. Imagen, sin duda, trasladan también ciertos equipo de fútbol, así como ciertos deportistas (Nadal, por ejemplo), y capacidad de atraer turismo, puede que también. Pero el problema es defender, por ejemplo, el Prado porque atraiga turismo. La cultura sin duda es un concepto escurridizo, pero, a falta de que escriban aquí expertos más avezados, creo que todos estaremos de acuerdo en que hay obras que merecen su defensa.
Capacidad de influencia… Tampoco es sencillo de concretar. ¿España tendría ese soft power del que hablas? No lo sé. Me cuesta imaginarlo. Pero, sin duda, Banderas o Almodóvar dan en un caso popularidad, en otro, prestigio a la marca España. No sé en qué o en cuánto se puede cuantificar, pero es que me parece que todo no es cuantificable.
El fútbol es entretenimiento (y, según me dicen los que sabe, porque yo, este deporte, me genera indiferencia absoluta, a veces entretenimiento de calidad) como mucho cine, o muchos vídeo juegos, o muchos libros, son entretenimiento. Y compiten, sin duda.
Pero no creo que el Estado necesite defender una industria que se debería sostener ya bastante bien con los ingresos que genera. Sobre todo, porque tampoco tienen las empresas, los equipos, demasiados problemas con la financiación mediante los bancos.
En cuanto a los héroes… Bueno, no los crea el deporte en sí o la sociedad, sino el modo en que se cuentan sus hazañas, como guionista que soy, y como conocedor de que es la narración la que los crea. Igual que la prensa del corazón creaba en su día príncipes, princesas, Romeos, Julietas, y ahora crean villanos, bufones, traidores…
Son los medios y no la realidad.
4. Escrito por Fernando Hugo
6/May/2012 a las 11:37 AM
Por otra parte, si la defensa fuera en pos del “buen entretenimiento”, también veo poco atrevimiento en una institución que aún no se atreve a regular bien o de forma justa a los árbitros.
Y no olvidemos que es cuando menos cuestionable que se fomenten, en una competición, valores tan peligrosos como esas emociones tan atávicas que se hallan en los defensores a ultranza de uno u otro equipo. Un cuadro, una película (“artística” o con aspiraciones de ser “cultura”), una escultura, generan polémicas de salón y hasta debates intelectuales. Pero nadie mata a nadie, ni se sucumbe a ese dictado tan pernicioso de las emociones bajas.
Al igual que el circo romano, una población imbuida en sentimientos y no en raciocinio deriva en un pais como el que tenemos, donde la gente vota lo que vota, y todo cambia para seguir igual.
Igual que tú eres libertario, yo aún confío (con mis matices) en la herencia de la Ilustración. Razón, razón y razón. Y en el fútbol, eso no abunda.
5. Escrito por Gonzalo Martín
6/May/2012 a las 12:00 PM
A ver: la cuestión sobre si “el cine” es distinto es un problema de elección. No se puede jugar por la mañana a que es una “industria” (que trae beneficios, porque atrae turismo, hace marca, etc., que es lo que te argumentan para mantener el sistema) y por la tarde a que es cultura elevadísima y que cómo es eso de que la gente no va a vernos en el cine. Si es industria, es industria y no mareen. Una industria que emplea artistas, pero que está dirigida a la hora de tomar sus decisiones por un objetivo industrial y que, por el camino, genera eso que llamamos cultura. Eso es el cine americano y, realmente, loq que pasa con el chino, el hindú y el nigeriano.
Si tiene que ser un sistema de personas que quieren expresarse personalmente, entonces que se enfrenten al juicio social de si merecen ser financiados para vivir de lo que les gusta de forma preferente a los demás. Es así de simple. Pero deja de serlo, precisamente, porque lo que oculta es el sistema de vida de gente que no tiene otra forma de ganarse la vida… o que no le gusta la alternativa de ganársela de otra manera. Y, entonces, claro, estamos de nuevo frentre a una industria. Porque, de hecho, hoy día, el que quiere expresarse por expresarse (es que si se juega mi dinero, yo lo siento mucho por la libertad creativa, no lo puede ser al 100%) tiene tecnología tirada y espacio de difusión de sobra para hacerlo.
El mayor éxito de marca país en cine no lo han conseguido los afiliados a FAPAE, sino el MInisterio de Industria, patrocinando una película hindú. Si al estado se le pide que desarrolle los elementos “blandos” de tu influencia en el mundo (eso lo dice cualquier productor que pide dinero al estado) resultaría que los responsables de hacerlo han sido notoriamente incompetentes. O han construido o contribuido a desarrollar un sistema que no lo genera. ¿Cuando a Almodóvar se le acabe el gas, quién seguirá fabricando estrellas para que salgan al mercado internacional? Un sistema industrial puede tener altos y bajos, pero no puede depender del milagro. El deporte español fue así durante décadas: un día salía Santana y otro Mariano Haro, pero eran milagros.
Ahora, sometidos a la competencia internacional, los deportes de equipo españoles en los principales deportes son temibles. La comparación correcta es esta. Creo que seguir pensando en la sensibilidad o la brutalidad del fútbol para razonar sobre el mercado del entretenimiento es perder el tiempo. El mercado de la cultura por la cultura es marginal. Y seguramente es lo que tiene que ser. El mercado del entretenimiento tiene, en cambio, tremendas consecuencias económicas. Lo segundo se alimenta, parcialmente, del primero. Pero el primero no es lo que justifica el esfuerzo, eso ocurre solo. Los países del este en la era del telón de acero crearon un deporte “espectáculo” de los éxitos del socialismo, pero se calló como un castillo de naipes en cuanto no hubo dinero del estado. El deporte profesional es entretenimiento (palabra que aquí despreciamos, pero en su versión anglo, “entertainment”, estamos frente a algo muy serio) y compite con otras formas de hacerlo.
Concluyo: lo fascinante es, como casi siempre en la vida, la resistencia emocional a asumir que la borrachera de la palabra cultura no ha funcionado. Y que tras años de poner el acento en lo cultos que somos, poner el acento en industrias viables en entornos globales sólo tiene peros, ni se le deja intentarlo, siempre aparece el discurso de lo “elevado” que, siento decir, suena de nuevo a excusa para no tener que demostrar resultados. Precisamente, porque la queja de los del acento de la palabra cultura… es que nunca dejan de estar en crisis. Dejas de estarlo cuando tienes clientes. Así que, lo que necesitan los que piden apoyo del estado es dejar de aburrirse y de hacer pajas mentales sobre el caracter cultural y metafísico de su trabajo y ponerse a ganar espectadores. Que un día te sale The Wire: debe admitirse que con tanto empeño cultural no ha salido una sola obrita que pueda comparársele y quizá se requiere esa humildad.
Para otro día, la obsesión con la Ilustración. Que si es por razón, mañana habría que retirar toda la legislación de cine.
PD: por cierto, no sé qué conflicto hay con lo “libertariano” (es decir, una mezcla liberal/libertaria, en mi caso solo como una guía de perferencias, pero resignado a que no hay verdad única) con la Ilustración. Aparte de su tendencia al universalismo naif. En España nos suele molar la ilustración francesa. Pero la americana ha resultado, a mi juicio, mucho más interesante. Caramba, me han colado el soft-power.
6. Escrito por michael
6/May/2012 a las 6:05 PM
“The Wire: debe admitirse que con tanto empeño cultural no ha salido una sola obrita que pueda comparársele…”
No, ninguna. Y la razón no tiene que ver ni con dinero, ni con legislación, ni con incentivos, ventajas o subvenciones. El sencillo hecho de base: nadie lo escribió, nadie lo concibió, nadie miró a su alrededor para analizar y re-interpretar lo que pasa en las sombras de la sociedad española; y sería absurdo sostener que en España no haya materia prima (se ve todos los días en todos los sectores de la prensa) para poder hacerlo. Vuelvo a mi refrán de siempre: pensar no cuesta nada….. (o se puede argumentar que sí, cuesta mucho; pero los productores, directores y guionistas españoles tienen a su alcance todo lo que quisieran en cuanto a “educarse” para tal empeño.)
Otro dato: nada está más subvencionado por dinero público en USA, por varios mecanismos, federales, estatales y locales, que el deporte. Nada.
7. Escrito por Fernando Hugo
7/May/2012 a las 12:18 AM
Bueno, difiero. La necesidad de justificar la inversión en cultura por criterios económicos o de impacto en el turismo o la economía es un camino por el que han optado muchos defensores de las subvenciones. Es lícito, aunque, ciertamente, es un argumento con muchos huecos que alertan de un hundimiento. Yo ya he dicho, aquí, en otros comentarios y entradas, que el problema de las expresiones artísticas es que son, a la vez, productos y “otra cosa”. Si el análisis sólo se conduce hacia lo económico, de acuerdo; pero siempre hay algo más.
Esa justificación de las subvenciones (al cine, a la agricultura, al fútbol) es sólo eso: un camino. Un posible argumento, frente al cual se pueden mantener argumentos opuestos.
Yo no creo que la creación se pueda medir por estos parámetros, no cuando se trata de creación más personal. Que el concepto cultura se escape a definiciones concretas, insisto, no lo hace más real. También le sucede a la palabra entretenimiento, que, por supuesto, es una cosa muy seria, porque se pueden hacer mejor o peor, igual que se puede desarrollar un equipo de fútbol en busca de la calidad y del (buen) espectáculo o no. No se trata, aquí, de oponer “cultura” a “entretenimiento”, puesto que esta dicotomía está ya obsoleta, y arte o cultura son los cómics, el cine, y las series de televisión, sin duda. No se trata, tampoco, de oponer “alta cultura” contra “baja cultura” como parece (aunque habrá que leerlo para confirmarlo) que es la tesis del último libro de Vargas Llosa. De hecho, la oposición o el enfrentamiento de estos conceptos no es tal, puesto que el entretenimiento (bueno o malo) no está en riesgo, y nunca lo ha estado.
Por consiguiente, esto no es una guerra (metáfora tan afín en este país) entre unos y otros. Tampoco entre el fútbol y el cine. En cuanto a industria, y si ese es el camino para la comparación, por supuesto que sus resultados (bueno, matizo el “por supuesto”; habría que hacer un estudio científico sobre esto) en la economía son más claros.
Por otro lado, siempre, siempre, hay un momento en el debate que surge la ideología, la creencia. Libertarismo o racionalismo, izquierdas o derechas, libre mercado o Estado “papá”, al final el siglo XIX (o el XVIII, si hablamos de la Ilustración) se extiende hasta aquí, lo queramos o no. Eso sí, en nuestras manos está mirarlo todo con distancia, y ver sus ventajas y sus inconvenientes. Yo no me inscribo en una corriente de pensamiento única, y no quisiera que así se entendiera.
Pero hay cosas en las creo, con matices, como todos, supongo. Y sólo he introducido otros aspectos en el debate. Nada más.
8. Escrito por Fernando Hugo
7/May/2012 a las 12:22 AM
En cuanto a si en España se ha hecho algo tan bueno (siempre sujeto a opiniones) como The Wire, hay que señalar que aquello es una serie de televisión. En España se han hecho películas críticas con lo social de sobra (de más, casi), y ahora tenemos Grupo 7, y, hace un año, No habrá paz para los malvados.
Pero michael tiene parte de razón: al final, siempre es cierto que grandes obras sólo surgen si hay alguien con talento y genio. Y gente que crea en ello, claro. En la televisión de nuestro país no se ha dado. Aún no, al menos.
9. Escrito por Fernando Hugo
7/May/2012 a las 12:35 AM
Y sí, es cierto, bajo ese argumento (que pese a ello defiendo) de la”cultura” con mayúsculas, en este país se han ocultado gente sin talento y sin ganas de esforzarse un poco más por llegar al (su) público.
En realidad, diferimos en muchas cosas, pero no tantas como pudiera parecer. El hecho es que ya es bueno que se pueda debatir. Por eso comento aquí. Pero tranquilos todos, que me tomaré un tiempo para no saturar. Vaya a ser que me gane el título de troll o algo. Prometo ser bueno.
10. Escrito por michael
7/May/2012 a las 12:49 AM
“Y gente que crea en ello, claro.”
Naturalmente, Fernando, entiendo que aunque un guionista español escribiera la mejor serie de este mundo, al nivel de HBO, Showtime, AMC y muchos otros internacionales, es muy posible que ese proyecto no encontrara un lugar para desarrollarse. Y precisamente ahí está el problema, que el ambiente en general (con contadas excepciones) no favorece el trabajo a ese nivel. Y no favorece el desarrollo de ese tipo de idea tampoco, así que no es sorprendente que no se escriba.
No me gusta repetir, pero con este tema se convierte ya en mi lema: no es un problema de dinero, o de políticas concretas, es un problema de mentalidad. Y la mentalidad difícilmente se puede legislar….
En cuanto a la definición de lo que es una “industria” audiovisual dinámica, yo creo que lo incluye todo: entretenimiento, cultura, arte, educación y también lo político-social. Quizás hay menos definición de las barreras entre esos componentes en la industria americana, y el personal fluye entre una cosa y otra con más facilidad que en España, resultando en más características en común entre los diferentes sectores de lo que se hubiera pensado.