Al ministro de no sé qué le ha salido una perfecta versión moderna del tipo de dilemas a los que se enfrenta la televisión pública, sea aquí o en cualquier allá. En la enseñanza de la economía se enfrentaba al estudiante primerizo con el problema de elección de una economía que sólo produce dos bienes, esas simplificaciones científicas tan útiles: cañones o mantequilla. Cualquiera puede darse cuenta de las implicaciones. Esta crisis, que no creo que a pesar de todos sus males proporcione épicas literarias y cinematográficas como Las Uvas de la Ira, puede que nos deje en la ciudadanía la consciencia del coste de oportunidad: dedicar recursos a televisiones públicas que, casualmente, ofrecen unos contenidos indiferenciados de los privados mientras todo el mundo cree que lo suyo no puede ser recortado. Simultáneamente, la autoridad clásica sobre la televisión, sigue apoyándose en argumentos de la era industrial para justificar… lo que cuesta mucho justificar. Uno de los momentos interesantes del verano. Sigan en el agua, que lo que viene puede que sea peor.
17 agosto, 2012 10:37 PM
1. Escrito por Fernando Hugo
18/Ago/2012 a las 12:19 PM
Interesante, lo que dices sobre cómo esta crisis aún no tiene su particular relato, a diferencia de lo que pasó con la del 29. A lo mejor nos faltan buenos narradores, en novela o en cine, aquí o en esos otros allás. Hasta que alguien no lo narra bien, parece que algo no sucede, o no queda para la Historia.
Yo voto porque se le ocurra a los creadores de The Wire, a ver qué tal.
2. Escrito por Gonzalo Martín
18/Ago/2012 a las 1:18 PM
Quizá porque aún no ha terminado y los efectos reales sobre la vida de las personas son, aparentemente, mucho menores en amplitud: después de todo, muchos de los saldos son apartamentos en la playa, dicho esto con todo respeto a los desahucios y sus afectados, que no es una broma. A fin de cuentas, Las Uvas de la Ira se publican en el 39, diez años después del “origen” en el año 29.
En realidad, cosas como Inside Job y la enorme capacidad hoy día de generar producción están sacando materiales a diario. Pero creo que no veremos una épica como esa porque las narraciones y las formas de narrar de nuestro tiempo son otras. En fin, creo que queda tiempo para poder tener una reflexión artística e intelectual amplia sobre esta crisis, nadie es capaz de entenderla ahora. Como nadie es capaz de comprender que no hay superpoderes para solucionarla con varitas mágicas.
3. Escrito por Fernando Hugo
18/Ago/2012 a las 1:25 PM
Puede ser que se necesite tiempo, sí. De hecho, es hoy día y la sensación, general (y la mía propia) es que aún nos faltan datos y perspectiva para saber qué ha pasado en toda su amplitud, y cómo demonios evitar que suceda otra vez.
Inside Job era un resumen en plan reportaje (más que un documental, que suele ser más reflexivo) y le podía, creo yo, tener un punto de vista demasiado prejuiciado. En realidad, contaba lo que casi todos ya sabíamos, por la prensa.
Es lo que tiene la ficción: da una perspectiva más individual; son dramas más personales.
Mientras a nadie le dé por caer en el buenismo…
Yo desde luego voto por esperar a que pasen esos diez años
4. Escrito por Ferrancr
20/Ago/2012 a las 12:53 PM
El Post que responde a un esquema que ya has utilizado en otras ocasiones (en vez de pagar la TV pública se podría emplear para … ) y que en mi opinión es un tanto mamporrero,
Lo que me interesa es lo que aparece en los comentarios sobre la narrativa sobre la crisis y la dificultad de no entenderla como un proceso dinámico que como virus va mutando sus efectos… instintivamente he pensando que quizás la narrativa en formato multimedia se esté dando ahora (o es mas fácil que se de) en sitios del tipo de http://www.slideshare.net o http://prezi.com… Hay ejemplos en formato tradicional que cogen mucho o todo de los nuevos formatos de diapositivas. por ejemplo: “Changing Education Paradigms”
http://www.youtube.com/watch?v=zDZFcDGpL4U
5. Escrito por Gonzalo Martín
20/Ago/2012 a las 2:04 PM
¿Mamporrero? Muy respetable. Yo pienso que lo mamporrero es, más bien, lo contrario: que alguien te obligue a financiar un servicio que está duplicado con el privado a mayor gloria de los responsables políticos. Y me pongo a pensar en recortes sanitarios o en el tupper de los colegios: eso es lo que se llama coste de oportunidad. Básicamente, hoy día no es necesario que el gobierno – de tus impuestos – se gaste 70 millones de euros en darte los juegos olímpicos, una necesidad por supuestísimo vital y que, con toda seguridad, el sector privado está dispuesto a ofrecer sin coste para el ciudadano. Esta es la cuestión: todo el mundo da por hecho que el estado no tiene que producir periódicos (por eso se vendió la prensa del movimiento) pero parece que es una verdad inmutable y nacida de la tierra que en la era de la eclosión multimedia los estados proporcionen infraestructuras de propaganda gigantescas mientras te suben los impuestos y no son capaces de dar todas las prestaciones que, para la mayoría, suelen ser las básicas. Si algo es mamporrero, a mí me parece que esto es verdaderamente una penetración sin permiso en toda regla, dicho sea con todo respeto y consideración.