Mañana Riotcinema presentará – en el ya clásico dentro de la red madrileña Centro de Innovación del BBVA – el tráiler de El Cosmonauta (por si alguien quiere ir, hay que pedírselo directamente a ellos porque no tienen mucho sitio). Simultáneamente, hacen pública la revisión de su plan (de negocio, de trabajo, de concepto). Una pieza interesante porque refleja el proceso para inventar y descubrir su propia vía para rentabilizar su aventura y, se supone, repetirla en el futuro. Es obvio que, hasta que no termine todo, no podrá decirse que consoliden una forma de producir, no hay más remedio que esperar al público. Es lo que sucede con El Plan B de Carlos Jean (y su marca: Ballantines), al ser un éxito han encontrado una sistemática y un modelo para replicar que, en gran parte, ha ido surgiendo de resolver problemas en el propio proceso y al subirse a la ola del público. Al generar confianza en que el éxito es posible, más se pueden aventurar a hacerlo ellos y otros. Lo interesante de hacer abierto el pensamiento cosmonáutico, con sus números y sus ideas, es que contribuyen a cumplir algunos de los esquemas de los paradigmas asociados al mundo de las redes y la sociedad informacional: la generación de conocimiento a través de la cooperación. Es decir, cualquier otro podrá aprender a partir de la fuente abierta del pensamiento de El Cosmonauta. Pancho Casal (quien ha señalado los problemas del crowdfunding puro para la producción clásica con mucho detenimiento) ha arrancado Wecoop tratando de apoyarse en la misma filosofía. Por cierto: si el otro día recomendaba mirar Giffgaff como caso excelente para ver cómo crear e integrar a la comunidad en tus procesos de producción, hoy viene bien que el mundo audiovisual reflexione sobre Local Motors: cómo diseñar ¡coches! y venderlos haciendolo en tiempos y formatos sorprendentes para la industria del automóvil con, exactamente, la misma filosofía. Que, en el fondo, no es otra que la del software libre. Conocimiento, contenidos, comunidades… nada como detenerse ante este bello y sistematizado post de Juan Freire en el que relaciona la cuestión: válido para todos.
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Con la aparición de Stroome hace casi exactamente un año nos preguntábamos si estábamos ante un nuevo Jumpcut: para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque herramientas online para editar y remezclar vídeo colaborativamente son de altísimo interés y mucho más que necesarias: el trabajo normalmente restringido del vídeo que pasa a ser un ciclo de revisiones similar al de un Google Docs. Las aplicaciones, inmensas (redacciones de periódicos: mírenlo). Pero, para lo malo, la dependencia de un servidor ajeno centralizado y las posibilidades de sostener el servicio hacen que gestionar tus vídeos en una plataforma de este tipo sea un riesgo. Eso pasó con Jumpcut. En una entrevista de ReelSeo, aprendemos ahora que ha formado parte del furor revolucionario norteafricano, que los creadores se muestran orgullos de haber conocido al equipo de El Cosmonauta, que su reconocimiento en la comunidad del periodismo ciudadano y las startups de medios continúan y que presentarán un nuevo interfaz que se dice muy mejorado y orientado al usuario en los próximos meses. Me hago una conjetura: ¿podrían Carlos Jean y El Plan B sacarle partido a esta herramienta?.