La conocida querencia del periodismo por esos titulares maravillosos que se desmienten dentro del mismo texto que se titula, nos brinda hace poco uno espectacular. Le atribuyen a Antonio Banderas: “Decir que me he quedado en papeles de latino es racista”. Seguir leyendo ofrece matices mucho más interesantes y atinados:  ‘Te has quedado en los latinos’, me han soltado. Si lo piensas bien, es muy racista. Y encima te lo dice otro latino. Lo latino forma parte del universo norteamericano. Hay una generación que pasó por las universidades y ocupa puestos de poder, nada que ver a cuando yo llegué al país. ¿Latino? A tope.” Tiene más razón que un santo. Hay famosos artistas españoles que cuando están en Los Ángeles evitan a la prensa latina, no vaya a ser que se les vea de segunda clase. Alguien no se entera de nada. En España, casi nadie. El hecho de que Antonio Banderas haga personajes latinos y que los haga en películas para el mercado general americano (y, por lo tanto, el mundial) indica exactamente lo contrario: que sin una forma de dirigirse al mercado latino un estreno en USA – especialmente familiar – se está más cerca del fracaso. Es decir, no es segundón, sino factor crítico de éxito. Los tópicos a la hora de explicar esto, pesan mucho: aquí se piensan que hablamos de un montón de espaldas mojadas analfabetos. Pero véase: son los latinos los que han echado a Lou Dobbs de CNN, un curioso fenómeno que llevó a FOX a hacerse un branded content con presentador en vez de botellas de leche para lavar su imagen al ficharlo. En un episodio de The Good Wife arreglaron la trama para convertirlo en un personaje tolerante. No está mal. Ya hay un miembro del Tribunal Supremo de origen hispano y hoy vemos cómo Obama se monta un debate por internet con la comunidad latina. La política exterior española más bien haciendo el lila en su estrategia USA. Como la del audiovisual español: si hacemos caso a esta crónica de ayer, siguen sin saber qué política industrial necesitan para ir allí.