Las carencias que muestra la falsa alarma por los contenidos políticos de la TDT
El debate lo inició un artículo de el diario El País, «Los ultras conquistan la TDT», en el que con pintorescas declaraciones para la libertad informativa («de la misma manera que las autoridades regulan la calidad alimentaria, el Consejo debería regular la salud informativa»), se muestran perfectamente las miserias, torpezas y malas intenciones de políticos y grandes grupos mediáticos en torno a la televisión, ese patio del que son propietarios a su antojo y que ya muestra elementos de resquebrajamiento si el proceso de convergencia digital sigue avanzando.
Se llamaba la atención en ese artículo sobre determinadas concesiones a dedo como si en el pasado las televisiones se hubieran concedido por un criterio distinto al del concurso de belleza. El reportaje, notoriamente sesgado, lo publica un periódico perjudicado por esas mismas concesiones a dedo en el entorno local y muy favorecido en el ámbito estatal y no digamos en el caso de la radio. Tras el fracaso del modelo de la pluralidad o, más seguramente, tras el fracaso de la propaganda en torno a la pluralidad, se quejan algunos de la presencia excesiva de medios calificados de ultraderecha.
Resulta llamativo que los mismos que repetían la palabra plural ahora se alarmen por el entorno ruidoso y tertuliano de Libertad Digital e Intereconomía o se sorprendan por la línea editorial de El Mundo (Veo7), cuando las audiencias, tal y como se miden, los muestran bastante alejados de la calma chicha presuntamente neutral de los teledarios de La1 o el infotainment con sucesos varios cotidianos de Telecinco y Antena3. Quizá tiene que ver con que Iñaki Gabilondo se ha refugiado también en el mundo minoritario de CNN+ y avivar la polémica contribuye a la alineación en trincheras de la información y el comentario político.
En un tono que tiene algo de reparación, El Confidencial vuelve hoy al asunto sobre el conflicto izquierda/derecha televisivas donde al menos un político dice algo más sensato: “siempre conservamos nuestra libertad para elegir. Las personas tienen en todo momento una capacidad crítica sobre los contenidos que eligen”. Sepan que estoy de acuerdo porque, simplemente, no entiendo ese elitismo en el que políticos y críticos de televisión establecen categorías morales sobre lo que se ve y asumen que yo espectador no tengo la misma capacidad que ellos para llegar a las mismas conclusiones y decidir si me influye o no.
Más interesante aún y verdadero quid de la cuestión es el cierre del artículo:
Sin embargo, lo que sí prueba definitivamente la existencia de TDT, asegura Fernández Barbadillo, es que no sólo las audiencias se han fragmentado, sino que se han separado por completo. “Antes lo que un medio como El País publicaba, influía mucho en el resto. Ahora no, los medios conservadores influyen en su ámbito, y los progresistas en el suyo, pero nunca se mezclan”. En definitiva, que lo que unos dicen, los otros no lo escuchan.
En definitiva, que no existe una verdadera deliberación social (no, por favor, no llamen a esos SMS que aparecen en pantalla participación porque es de broma) en el entorno de televisión/video ni una capacidad de crear un debate distribuido. La blogosfera política (hoy esencialmente texto) tiene seguramente las mismas particularidades de alineamiento y clusterización – qué palabro, me perdonen – en torno a redes de pensamiento similares, pero no tengo duda de que diversifica la agenda y, sobre todo, no pone los límites que pone el entorno de televisivo de grupos y medios en guerra idelógica y comercial.
Cuando comentamos en su día aquí el caso Teresa Forcades señalamos que lo esencial es que mediante un vídeo de diez minutos, un formato imposible en cualquier televisión que se precie, consiguió con sus réplicas y contraréplicas en la red más debate y más información que cualquiera de las opciones presuntamente informativas que hemos comentado. Daba igual si la monja tenía razón, lo importante es que obligó a discutir y argumentar y nadie pudo quedarse en la trinchera. Este es el fenómeno que desconozco si ignoran, quieren ignorar o simplemente no conocen, políticos y grandes medios indignados porque en una oferta de unos treinta canales aparece la osadía de que grupos políticos con los que no se comulga son capaces de construir sus audiencias.
La curiosidad es mayor cuando se mira cómo se ha hecho el reparto de frecuencias: a nadie le ha preocupado que la oferta se diversificara de modo natural limitando el número de frecuencias que se pueden obtener. Es decir, se asumió que los grupos presentes se quedaran con tres y hasta seis frecuencias y el resto fueron gentilmente repartidas entre grupos mendicantes. Es lo que se llama igualdad de oportunidades y pluralidad, realizadas, además, apelando a la necesidad de un mercado ordenado (es decir, sin competencia y sin posibilidad de quiebras). Nadie, ningún político o medio indignado por la derecha cavernaria, tampoco la derecha cavernaria y de la otra, reclamaron la pública subasta de las frecuencias. Ningún político moderno y avanzado que se precie reclamó iniciar un debate social sobre si el espectro ha de ser propiedad o procomún.
Con todo, el uso del vídeo para el debate y la deliberación social, parece entrar por las grietas del sistema clásico. Los resultados de la experiencia de la presentación de la Cumbre Eurolatinoamericana deberían hacer pensar a más de un periódico de los de siempre y a más de una de estas carísimas cadenitas que viven con menos de 200.000 espectadores. Mucho más a la sociedad y a sus representantes: la suma del ejemplo Forcades más el ejemplo Indias advierten de la futura llegada del momento iTunes al mundo de las noticias y el debate en vídeo: la televisión conectada consumida a la carta generará el mismo mecanismo de feeds y enlaces a vídeos y propuestas que no serán necesariamente las de la agenda de políticos y medios y abrirá espacios deliberativos diferentes potencialmente distribuidos frente al mecanismo centralizante y fiscalizador de lo inventado por los gobiernos. Lo de los consejos audiovisuales es de una aberración sin límites, pero nadie atiende a lo obvio que es que ni periódicos, ni blogs ni internet tienen consejos audiovisuales que valgan para repartir lecciones morales por funcionarios designados por políticos. No quiere decir que no se lo estén pensando: resulta estúpido creer que no prefieren una visión centralizada de la comunicación.
En definitiva, la miseria de esta nueva algarada consiste en crear un sentimiento de agitación para que la audiencia calificada como progresista acuda a dar un empujón de audiencia a Iñaki Gabilondo, que afirma tener más influencia ahora (seguramente sí, mejor pocos e influyentes) al tiempo que preparamos las condiciones para tratar de limitar la expresión de los demás con el manejo del uso del espectro con criterios políticos y guerrilleros. Pero es un movimiento ideado y creado, junto con el debate de respuesta, dentro de un marco que no pone en cuestión la visión centralizada, adoctrinadora y unidireccional de la información y el debate que tiene el conglomerado de políticos y medios.
¿Para qué queríamos banda ancha? Pues es muy fácil: entre otros para poder crear una videosfera distribuida en la que las fuerzas controladoras de licencias y espectro no controlen la información a su medida, para que no creen falsas guerras ideológicas que sólo contienen una guerra por reducir la competencia. Ninguno de ellos abrirá, como he dicho, el debate de la consideración del espectro como procomún, o la garantía del acceso a las redes de IPTV, cable y satélite en una nueva forma de ampliar el concepto de neutralidad de la red.
Perdone que me ponga grueso, pero la cosa politica en los medios es una puta mierda, asi, sin mas, es una ofensa para cualquier persona humana que se pueda interesar por ella, como viene siendo mi caso. Si la cosa ya no marchaba bien al arrancar este milenio (siembre habra que partir del 11-S para interpretar el S. XXI), despues del 11-M aqui se produjo una delirante reparticion ideologica de la que en buena medida fueron culpables todos los partidos que no eran el PP. Por que? Pues porque de pronto se empezaron a utilizar argumentaciones que atentaban contra procesos judiciales o que se adentraban en los pantanosos terrenos del revisionismo (eh, miremos para Alemania no solo para copiar lo economico, veamos tambien como funcionan en lo social), con la unica finalidad de ganar audiencia que posteriormente se pudiera traducir en votos. Y, claro, los medios de derechas que hicieron esto tambien se merecian un capon, pero sobre todo fue mezquino que no hubiera un intento de moderacion por parte de todos aquellos que en ese momento se sintieron henchidos de triunfalista felicidad, y el resultado es que a dia de hoy han desaparecido las posturas intermedias, el ruido en los medios tradicionles es brutal y, lo peor, las audiencias son cada dia mas burras.
Bueno, no me interesa demasiado la cuestión de qué orientación tiene cada medio ni su calidad periodística. Lo que me interesa es el proceso por el cual se produce el reparto y se aspira a reducir las opciones en un entorno donde el crecimiento de las redes debiera promover un entorno de video similar al blogosférico: más opiniones, más puntos de vista y con estructura distribuida y realmente deliberativa. En ese sentido, partidos y empresas de medios han concebido siempre la televisión, desde que se autorizaron las autonómicas y luego las primeras privadas, como el reparto de una tarta. Por su lado, las empresas privadas, con el señuelo de la orientación ideológica lo que han hecho es cerrar el mercado y acaparar los ingresos.
Bueno, estoy de domingo y me falta cafe: cuando remataba diciendo lo de burros lo que pretendo decir es que a estas alturas veo muy complicado que se pueda aligerar de este corporativismo politico a los medios (ya grandes o pequeños). Tenga en cuenta que ahora mismo el mayor exponente democratico de la red española (que no hispana) pasa por ser forocoches, y eso implica el uso que se hace de la participacion y todas esas cosas. Lo que rodea lo politico es accesorio, una comparsa mas de los partidos, y que eso haya terminado contagiando a empresas tan grandes solo puede considerarse como un error de bulto. Que eso no quiere decir que no se puedan escuchar distintas opiniones dentro de su programacion, solo faltaria, pero desde el momento en que los logotipos avanzan por donde va todo, pues mal, mal, y peor aun que por cambios de gobierno se vaya luego la gente a la calle.