Estoy falto de tiempo para una lectura atenta de las más de cien páginas y me quedo con lo enunciado en la introducción (este fin de semana trataré de hacer la lectura larga). Antes, recordar que fue David Cameron quien, tras su victoria electoral y visto el debate social, encarga el informe, en una prueba de una muy superior calidad del debate en las Islas al nuestro. Superior calidad de debate que queda patente en la pregunta del Primer Ministro al ponente: ¿Podría ser cierto que las leyes diseñadas hace más de tres siglos con el propósito expreso de crear incentivos económicos para la innovación y proteger los derechos de los creadores están hoy obstruyendo la innovación y el crecimiento económico?. Atención, amigos e ideólogos en las revueltas antisinde, ésta es la cuestión, muy por encima de cuestiones de derechos humanos y la descarga ubicua. Quédense tranquilos, la respuesta, como viene anunciando la investigación académica desde hace tiempo es rotunda: sí. Amigos y compañeros de la industria: ¿esto es todo?. No, es peor y mejor. Es peor porque se habla en definitiva de menos propiedad intelectual y se deja poco bien la labor de los lobbies de las industrias culturales. ¿En qué es mejor? Pues que se reconoce que “esto no quiere decir, sin embargo, que debamos poner industrias creativas enormemente importantes en riesgo“. Sobre lo que es “riesgo” podemos debatir mucho, pero por hacer la historia corta, esta tesis es la que aceptamos personas que hemos llegado a la conclusión intelectual de que el devolucionismo (la progresiva reducción de derechos y la ampliación progresiva de los espacios de dominio público) es no solo la mejor solución, sino la más equitativa: en un mundo repleto de propiedad intelectual el paso súbito a otro sin ella o con muchísimo menos de ella no es ni simple, ni justo, ni enteramente bueno. Discutir cómo se hace esto es, verdaderamente, harina de otro costal. La de Hargreaves es, también, una mirada anglosajona y debe tenerse en cuenta: los problemas del sur son seguramente más acuciantes no en pérdida de derechos, sino en necesidad de acceso a ideas y mercados. De ahí que yo crea que la oportunidad para la industria local consiste en subirse a la ola de este cambio para encontrar más espacio de mercado en vez de seguir la lógica de quien se lo cierra.