Zemos es quien, desde luego a mi, me planteó por primera vez la cuestión de cómo debiera ser un festival (de cine, aunque por extensión de video, audiovisual o lo que sea ya esto) en la era de internet. Algunos twits cambiamos, algún mail o algo que Felipe y yo perdemos y encontramos de modo reiterado (estoy en fase de no encontrar). Después hubo una jornada de la Coordinadora de Festivales de Cine de Cataluña en la que me pidieron reflexionar sobre esta idea. También andaban por allí, claro, los Zemos. En algún lugar he metido la presentación, pero básicamente consistía en especular sobre los aspectos de comunidad que supone el conjunto de aficionados a un género o temática y mantener un vínculo permanente y no anual, la capacidad de crear redes de festivales más dinámicas en todo el mundo por las potencialidades de las herramientas de red y cooperación, y la amplificación de los aspectos creativos por la incorporación de creadores y público y la potencia de amplificar que tiene el directo por internet. El caso es que en Zemos este año nos cuentan que han asistido dos mil personas y que han servido cinco mil conexiones de streaming. Una pauta que cada vez se ve más para cualquier tipo de evento: ya no es lo que pasa en la fiesta, sino cuántos más participan. Seguro que se seguirá inventando.