Que Pandora haya decidido poner su “inteligencia” para encontrar los patrones de la risa que prefieres para escuchar en esa semiradio, me ha parecido una de las cosas más curiosas y no sé en qué medida útiles de lo que he leído a salto de mata estos días. Del genoma de la música (personalización de la selección musical), al genoma de la comedia (personalización de tus chistes, vaya). Supongo que dar el salto de la música a la comedia tiene una vertiente de negocio bastante útil, puede que el problema de los derechos que tanto daño hizo al crecimiento internacional del servicio sea más sencillo y lo mismo es sencillo hacer genomas de la risa en todos los idiomas (de momento, no lo hacen): me desborda técnica e intelectualmente. Son cosas para Recuenco, caramba. En todo caso, en Fastcompany hacen una gracia y llaman risas 3.0 a este movimiento sumado a la próxima presencia en la red de Jerry Seinfeld y la omnipresente sombra de Funny or Die. Y algún otro. Este asunto cae más en el negociado de Albert Gª Pujadas.
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Pandora
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“Los derechos de propiedad intelectual no sólo tienen que ver con la Ley Sinde”, termina un artículo en El País sobre patentes de genes y diagnósticos basados en la genética. Está muy bien que, al fin, alguien en los medios generalistas lo diga. Los problemas del sistema de propiedad sobre las ideas cada día muestran más evidencias de no cumplir con su función: promover la innovación. “El problema ahora es que, a diez años vista, no está claro que las patentes hayan logrado su objetivo. “Hay muy pocas evidencias de que hayan promovido las innovaciones en el diagnóstico”. Merece leerse entero. El paralelismo con las artes es absoluto: “Cuando hay miles de genes con un sinfín de propietarios, ¿cómo nos abriremos camino en el entresijo de patentes resultante para facilitar la aplicación de genotipados múltiples, o para analizar genomas completos?“. El mismo problema de Pandora, el distribuidor de música digital que no puede extender su servicio por la fragmentación por territorios, la ruptura del concepto de copia de la era analógica y los altos costes que hacen inviable la extensión del negocio. Como no hay forma de saber quién es el autor de La Macarena de Los del Río, una composición que se ha gestado como pura remezcla y recreacion de los trabajos de unos sobre otros: el mismo proceso de la innovación científica. ¿Quién puede atribuirse moralmente la propiedad completa? ¿Quién puede decir que puede generar actividad intelectual sin acudir a lo que ya existe?