Creo que, en esencia, lo más interesante o lo más importante era esto: la empresa más representativa de lo que son los medios tradicionales se presentó abrazando el discurso esencial de lo que fué ética blogger y, como si regresáramos al 2006 (o cinco, o cuatro o tres), parte del entorno convencional reaccionó exactamente igual que entonces lo hacía contra los blogs. Y es igual de risible hoy como ayer. La Sra. Huffington se puso a defender la link economy y Montserrat Domínguez, sin mover un músculo que infiriera duda, aseguró que es el valor de la reputación y visibilidad conseguida la forma de recompensar el esfuerzo de sus bloggers. El salto de denostar el choque de paradigmas a abrazar el nuevo paradigma es muy substancioso. Replicar los modelos victoriosos del mundo red para canibalizarse o recrearse uno mismo puede que sea un símbolo. La presencia ascendente (en el acto y en la casa matriz) de directivos y personas que han crecido en el mundo digital antes de ser profesionalmente reconocidos haciendo lo que hacían fuera pero ahora dentro de lo que antes refractario, sugiere que la mutación de las grandes organizaciones y productos del sistema puede producirse, al menos en parte, por la presencia acumulativa de personas que no tienen nada emocional que conservar. El paro, es un drama inmenso, pero todas las generaciones que empiezan a hacer algo han nacido conectadas y trabajarán para clientes que son como ellos. No hemos visto nada aún.
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Ha causado mucho revuelo estos últimos días una afirmación del Consejero Delegado de PRISA sobre los medios tradicionales: «Juan Luis Cebrián, defiende que el periodismo tal y como se ha entendido hasta ahora ha muerto. Y lo ha hecho tras un cambio “bestial” que ha llevado a los medios de comunicación a dejar de ejercer el cuarto poder. “Los diarios ya no vertebran la opinión pública”. Un ejemplo: “Si el Rey ha pedido perdón, no ha sido por los medios sino por lo que se reflejaba de él en las redes sociales”. Es una pérdida de prestigio que, según Cebrián, afecta a los medios y al resto de estamentos democráticos.» He insistido varias veces que, en el conflicto sobre piratería y casos como la Ley Sinde, el recurso a la alta cobertura y la amabilidad de los interlocutores (cuando no a la complicidad directa) de los medios convencionales, la comunicación de las posiciones pro-control de la red perdían la batalla de la credibilidad porque la gente se formaba su opinión fuera de esos medios. Y eso a pesar de que los tomen como input y parezca que su influencia es superior. Es probable que haya que darle la razón a Cebrián porque, como dice Elvira Lindo hace pocos días «cierto será, ya que él ha sido sin duda uno de los vertebradores de la opinión en la España democrática». La esencia del argumento es la pérdida de la credibilidad (yo diría que es un escándalo) por lo que la insistencia en noticias terroríficas sobre pérdidas económicas, derrotas de la cultura, creadores de muertos de hambre y todos esos horrores resultan ser desmontadas por los discursos de las redes por personas que generan más credibilidad frente esos medios que son cada día más transparentes en sus legítimos pero condicionados intereses y cada día menos solventes intelectualmente. En fin, es una vez más aprovechar el Pisuerga, Valladolid, y las sardinas con las ascuas para argumentar la inevitabilidad de otro discurso y debate social por muy bien que le vaya a la famosa sección segunda.
Se vió como hito ahora hace un semestre: Univision fue líder de audiencia entre todas las emisiones, fueran en castellano o inglés, de los EEUU. Resucitando un viejo proyecto que no salió bien, Televisa decide unirse con Lionsgate para crear un estudio de cine centrado en la demografía latina. Los movimientos continúan ahora con Fox integrando varias de sus unidades especializadas en el mundo hispano para presentarse como una unidad comercial: se trata de aprovechar el crecimiento en inversión publicitaria hacia una demografía desbordante pero que recibe menos dinero por la publicidad que se dirige a sus medios: malo para la televisión, pero a veces positivo para el cine: por ejemplo, van más proporcionalmente que cualquier otro grupo social norteamericano pero anunciarse en los medios hispanos es mucho más barato. Menos inversión, mismo precio de la entrada, mejor negocio. Por no hablar de que intentar un estreno familiar y no contar con los hispanos es un tanto suicida. Una pregunta para los grupos españoles es si pueden instalarse en ese mercado. Lo de Telecinco y Caribevision no ha sido estimulante. PRISA lo pelea. Es complicado y creo que lo es tanto por la inversión necesaria para situarse con una masa crítica que permita jugar, como porque adaptar los contenidos no es sencillo. Quizá se resuma en mentalidad. Curiosamente, tampoco Televisa ha sido capaz de triunfar rotundamente a este lado del mar, pero no deja de empeñarse.
Los propietarios de Digital+ (bueno, los accionistas que gestionan, que propietarios son más) publican una nota saludando el crecimiento de abonados de la plataforma de pago: un millón ochocientos mil. Explican que han mejorado desde hace un año pero obvian, por supuesto, la caída experimentada desde los tiempos de máximos. Por redondear, dos millones. Lo verdaderamente interesante es que atribuyen ese éxito (en todo o en parte) a la estrategia seguida con iPlus. Es algo que hace mucho tiempo que advertíamos: en el mar de contenidos ofrecidos de modo lineal el usuario no saca partido a todo lo que le interesa por la imposibilidad de adecuarlo a su forma de consumir. Así, seguramente, lo que ha conseguido iPlus es frenar las bajas haciendo que el esfuerzo de captación de clientes consiga superar a los desengañados por la oferta, la crisis y los que pudieran sentirse cómodos teniendo canales de niños en abierto desde que hay TDT pueda dar sus frutos. La estrategia de Digital+ basada en la diferenciación tecnológica (HD, 3D) y personalización del consumo (iPlus, descarga directa) era la única posible. Dicen tener trescientos mil ipluses.