No soy capaz de recordar quién lo dirigió o parió: pero hace una barbaridad de años a alguien en TVE se le ocurrió crear un programa de entrevistas (ese género medio desaparecido) en el que un personaje público entrevistaba a otro y, en el siguiente programa, el entrevistado elegía un nuevo personaje y lo entrevistaba, creando una cadena. Creo que fue la primera vez que vi a Punset haciendo tele. Todo esto es memoria, así que puede ser bonito cómo está contado o tener errores de bulto. Tampoco ha sido ni será el único formato basado en conversaciones de personas relevantes sin presentador o estrella entrevistadora. La cuestión es que Banco Sabadell ha creado una serie de diálogos – más que entrevistas – entre grandes personajes públicos en un bellísimo blanco y negro que, desde luego, recuerda al romanticismo de la televisión desaparecida (hay que tener cierta edad) e, inevitablemente, también recuerda el mítico A Fondo de Joaquín Soler Serrano. Los vídeos, alojados en YouTube, son grandes conversaciones. Muchas cosas son interesantes: a) Se anuncia con un spot en televisión convencional – con un fragmento impresionante de Estrella Morente con Luis Rojas Marcos – para llevarnos a la web del banco (caramba, no a Facebook: ¿será porque quieren crear vínculos directos y retirar el intermediario y buscar la relación con el público en su site?) b) anuncia una tendencia inevitable, la del contenido relevante, aparentemente sin intención de venta (es que no soportamos que nos vendan, ni que nos interrumpan) pero que nos destaca sobre el resto para crear conversaciones sobre nuestras soluciones c) pone en evidencia algo que veremos más y más: la desintermediación de los medios tradicionales por… cualquiera y, hoy día, las empresas se están convirtiendo en empresas de medios d) si la sociedad, las organizaciones privadas (sean comerciales o no) continúan su trayectoria de financiar contenido que, de modo natural, unas veces estará en el mainstream y otras no (dependiendo de los públicos buscados) los roles atribuidos generalmente a las televisiones públicas adquieren nueva presión para demostrar su necesidad de ser financiados con impuestos. ¿Quedará esta reflexión en nada si la experiencia no tiene continuidad, si no es más que una campaña? Creo que no: lo esperable es que se intensifique por todas partes una mutación de la inversión en comunicación que interrumpe por otra que vincula. La vinculación – el engagement, por decirlo de un modo aparentemente más científico – es o será la nueva publicidad.
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octubre, 2011
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Unas declaraciones recientes de Juca Ferreira, el último ministro de cultura del gobierno de Lula Da Silva en Brasil sugieren un intento de crear un mercado latinoamericano de cine. La información, propagada por la agencia EFE y que aparece en multitud de diarios latinoamericanos, no da muchos detalles de si son intenciones reales o meras propuestas intelectuales. Pero es interesante. En realidad, todo parte de la conocida queja por la escasez de espacio de las cinematografías locales frente a la producción norteamericana. Aquí debe leerse la producción norteamericana para el mercado de masas, no otras cosas más elaboradas. Una mirada a las cuotas de mercado de cada país corroboraría la cuestión de la misma forma que en España. Sin duda, esta idea de mercado único es atractiva y comercialmente de interés pero, en mi opinión, además de los conocidos problemas de falta de distribución, matices linguísticos o renta per cápita hay que lidiar con ciertos aspectos de la realidad: el hecho es que a la gente le gusta Hollywood y que si bien lo local compite bien cuando tiene la oportunidad (televisión) la orientación de las políticas cinematográficas nacionales es, en general, identitaria y condicionada por la preferencia del concepto de cine de autor. Una mirada a la reforma del INCAA argentino es una buena piedra de toque: la burocracia extraordinaria y la complejidad institucional que están teniendo que desarrollar para evitar la corrupción es deliciosa de leer. Me recuerda a algo cercano. Las películas que se hacen, al final, las decide un comité que pasa a otra instancia y se forma con estos y con aquellos… El mercado real, quedará lejos. El incentivo para abrir mercados, también. En realidad, uno cree que sólo una alineación de políticas de incentivo fiscal (como la brasileña o la mexicana) reduciendo dependencias de los territorios y que eso sea abrazado por compañías como Telefónica o América Movil, con intereses en todo el continente y que precisan vincularse a sus públicos en la nueva era de la comunicación, puede lograrlo. Si hay disrupción en la comunicación habrá que intentar algo diferente a lo que no ha funcionado, la protección de mercados y sus integrantes, y buscar entornos nuevos donde haya más espacio para competir. Pero ya se les ha metido Netflix. En China, mientras, el proteccionismo a ultranza (sólo 20 películas extranjeras al año) parece funcionarles para la conquista de mercados… en un movimiento que parece buscar el consumo de masas.
A nadie le llama la atención, pero en todas las informaciones que consulto se dice lo mismo: los cabezas de lista de los dos principales partidos políticos españoles realizarán su debate electoral en la Academia de Televisión y ésta proporcionará gratuitamente la señal a quien quiera emitirla. Si hago caso a Formula TV, seas televisión o no. Fijémonos en el calado de la cuestión: si los partidos pueden ponerse de acuerdo para producir una señal, si la señal es libre de ser emitida por quien quiera -vaya, esto es open data del bueno – ¿para qué necesitamos una televisión pública? Bien, ya conocen mi respuesta: el proceso de desintermediación y convergencia hacen que eso que llaman pluralidad se produzca por causa de la arquitectura de la información y la capacidad tecnológica, no porque los gobiernos, en su infinita sabiduría regulatoria, hagan o traten de hacer: ya vemos cómo ha quedado el mercado de televisión después del discurso salvador de la humanidad que tuvimos que soportar. Voy más lejos: esto del debate es eso que quienes tienen visiones opuestas a la mía llamarían servicio público. Ya se ve que se puede hacer de otra manera sin que lo paguemos nosotros o, especialmente, haya otros que decidan el tiempo, las horas, quién sale o quién no sale: recuerden las peticiones de UPyD o las quejas de algunos partidos catalanes cuando eran extraparlamentarios. ¿Que los partidos pequeños no pueden? Caramba, precisamente: ahora sí que no les hacen caso. Con la ausencia de unas televisiones públicas empeñadas en dar espacio – medidísimo para que no haya broncas y, después, siempre las hay – a los más representativos se concede ventaja de facto sobre los que no tienen voz, eso que iba a cubrir la pluralidad y que, en la escasez intrínseca de lo convencional, tiene una solución mala, razón por la que es posible el control de los contenidos. Si para todos no hay cobertura obligatoria sino que pueden ofrecer su señal y todo el mundo es libre de emitirla la competencia por el favor ciudadano es, como mínimo, más cercana a la igualdad de oportunidades.
Enlazar no es difamar, ergo…
Comentarios desactivados en Enlazar no es difamar, ergo…Michael Geist publica en su blog una reciente resolución del Tribunal Supremo de Canadá que, en pocas palabras, dice que quien enlaza a un contenido difamatorio, no está difamando. Obedece a la naturaleza del hiperenlace, que el tribunal canadiense concluye que no es “una publicación por sí misma”. Añade que un enlace no es otra cosa que una “referencia”. Esta argumentación es muy similar a las que se han visto en sentencias españolas. Obviamente, la similitud con enlazar a una obra protegida por copyright está implícita. Geist advierte de ello y recuerda que, el Tribunal, no entra en este caso a determinar esta cuestión. Pero las observaciones y la mirada a nuestro entorno son automáticas: nuestra ministra dice que ya tiene listo su reglamento para cerrar páginas con enlaces antes de las elecciones (¿de verdad tendrán valor para que esto les entre en campaña?). Será interesante comprobar si alguien se plantea cerrar páginas como Poemas de, que encima tiene hasta anuncios de Google Ads y que va más allá: no enlaza sino que reproduce directamente las obras de poetas vivos y muertos con plenitud de derechos. Ahí tienen uno de Gamoneda. Pero es que nadie ha ganado dinero con la poesía así como así, me temo, y ningún autor va a ver como su incentivo para crear se ve disminuido por este dominio público de facto. Lo que nos lleva a inquietantes preguntas sobre lo que es la cultura. Hace falta más debate y, sobre todo, un debate mejor.
Muchos de mis lectores habituales proceden del mundo digital y no han tenido contacto con las personas y empresas de la industria que podríamos llamar convencional. Quizá una de las virtudes de este blog (si no es virtud, sí que ha sido una fuente de satisfacciones personales) es la de poder reunir personas de dos mundos que, claramente, han vivido separados. Ustedes me dirán, agradezco cualquier observación. Desde hace meses, hay un cambio notorio, seguramente acorde con el crecimiento de lo que usualmente llamamos redes sociales, y la proliferación de perfiles digitales de personas destacadísimas de ese mundo que he llamado convencional (sin que implique obsoleto o retrógrado) es creciente y muy interesante. Una vez me atreví a proponer que crearan blogs, una herramienta necesaria para poder debatir en red y deshacer muchas de las percepciones erróneas sobre el cine español a la vez que, claro está, poder matizar las que sí son correctas. Más que nada porque es mejor escuchar y atender a la sociedad, uno de los elementos que solemos defender quienes llevamos años trabajando en los medios sociales. Pancho Casal es una de esas personas que no serían demasiado conocidas en el mundo nuevo de los digitales y que ocupan un papel muy destacado en lo que llamamos industria. Ha tenido el acierto de crear un blog en el que es capaz de debatir estos aspectos y hacer públicas sus reflexiones sobre cómo cambiar al nuevo mundo que se avecina desde una productora convencional. De altísimo valor atender a su análisis sobre el crowdfunding y más aún a su anuncio del por qué y el cómo debe cambiar su compañía al nuevo entorno: soy un verdadero creyente en el valor de compartir contextos y debates internos. Hace unos días me avisa del lanzamiento de su plataforma Wecoop. Un espacio que aborda un tema esencial de la cultura digital, el peso de los formatos colaborativos en la producción y la innovación, un tema que se está volviendo estructural en muchas industrias (interesantísimo el enfoque de Giff-Gaff en telefonía). No es el primer caso (por mencionar algunos ejemplos de distinta índole, lo que anunció John de Mol en su día, la Tweetpeli o el clásico Wreck a Movie). Está todavía en fase muy inicial. Espero que Pancho comparta mucho del proceso de evolución, avance, corrección e interacción con los usuarios. Este tipo de experiencias que provienen desde el mundo clásico (si es que sigue siéndolo) estoy convencido de que va a llevarnos a desenlaces sorprendentes, aunque habrá muchos tropiezos: se está desbrozando un tipo de producto distinto para un mundo distinto.
Hace ya muchos meses que la MPAA tomó la decisión de emplear siempre en sus comunicaciones la palabra robo en vez de piratería para referirse a los usos irregulares y/o ilegales que se producen en las redes o fuera de las redes en lo que se refiere a la propiedad intelectual. La razón la justifica su Chairman en razón de que el término piratería se percibe como un delito sin víctimas. La última entrada en el blog del gran lobby de Hollywood arranca con una afirmación de este tipo: “… el Institute for Policy Innovation concluye que actuar contra las webs deshonestas será decisivo para promover la innovación y la creatividad a nivel mundial”. Tiene que ver con los proyectos de ley norteamericanos para bloquear el acceso a páginas webs extranjeras que permiten acceder, vía enlaces o de otra forma, a contenidos protegidos como sucedió con el caso Roja Directa. Lo interesante es que se argumente sobre el estímulo a la creatividad y la innovación: ese incentivo es la clave de la visión del derecho americano (por extensión, anglosajón) sobre la creación de leyes de propiedad intelectual. Hay varias curiosidades: mientras que el artículo original hace una defensa cerrada de estas leyes, no puedo encontrar una sola línea que afirme taxativamente que sean un incentivo o estímulo a la creatividad (todo aderezado con las clásicas amenazas de crímenes y robos, además de llamar ¡comunistas! a quienes se oponen a las leyes de propiedad intelectual). Más curioso aún es que cuando se bucea en la composición del Institute for Policy Innovation se encuentra que uno de sus investigadores (Peter Ferrara, hay que seguir los enlaces internos, no tiene URL propia) ha realizado también trabajos para el Cato Institute, otro think tank muy influyente en posiciones libertarian en los Estados Unidos. El Cato Institute tiene un amplio número de publicaciones sobre los debates acerca de la propiedad intelectual y, aún cuando es partidario de ella, hace una crítica abierta a los defectos y mutaciones del sistema provocadas por las reformas efectuadas por el Congreso. Obvia decir que con la MPAA haciendo de lobby pero, en resumen, no cree que la extensión de la duración del copyright vaya en beneficio de la innovación (posición esencial de la MPAA) o en contra de que las leyes prohiban determinadas tecnologías para proteger modelos de negocio y el copyright. No hace tanto que el informe Hargreaves, encargado por gobierno británico, concluía con rotundidad que la legislación actual, efectivamente, está perjudicando la innovación. El blog de la MPAA hace muy bien en proteger, explicar y argumentar las posiciones de sus socios – algunas de mucho sentido – pero, como todos sabemos, es muy tentador y útil efectuar el tradicional ejercicio de framing para limitar las visiones del problema y llenar los pañuelos de lágrimas con los puestos de trabajo que dicen que se pierden. La cuestión de fondo sobre la guerra de la propiedad intelectual es si son leyes que cumplen sus fines (creatividad, innovación), no la de proteger modelos de negocio (o empleos, para el caso).
En realidad, elementos de software y procesos de negocio. En el texto de Paidcontent lo que se cuenta es que Kickstarter, ha demandado a un músico que ha obtenido una patente para su propia plataforma de cocreación y que reclama a Kickstarter que la licencie. El músico dice tener buenas intenciones y argumenta que las microdonaciones no son otra cosa que fomentar limosnas (¡!). Mientras, Kickstarter cree que son cosas impatentables de acuerdo con la ley. A ver qué sucede. Pero lo que debiera interesarnos es cómo el enorme entramado de la “propiedad” intelectual acarrea inmensos costes en demandas, localización de titulares de derechos, sobreprecios (por ésta y otras circunstancias) y que todo esto conduce a dificultar la innovación y, por supuesto, la competencia: ¿cuánto tiene que pagar en costes legales una nueva compañía, siempre ávida de dinero para crecer, para evitar morir ahogada por reclamaciones absurdas y costes de abogados? Es decir, es el mero hecho de que alguien pueda realmente patentar – crear un monopolio – sobre estas cosas lo que muestra la torpeza y el vicio de un sistema que tiene verdaderos problemas para demostrar que, efectivamente, impulse la innovación y la creación. Una vez más, pensar en términos de descargas (y el número de David Bravo en San Sebastián, dicho con todo el afecto que le tengo, me parece que no ha contribuido a pensar de otra manera) sólo conduce a señalar con el dedo un síntoma y no el problema verdadero. Para los defensores de una reforma profunda (es decir, no para los consumidores que sólo piensan en ver gratis por el mero hecho de la gratuidad), una vez que los nuevos sistemas de distribución estén consolidados en los nuevos jardines cerrados que se van activando por doquier, va a ser difícil encontrar una movilización del público.
Esta mañana Ignasi Guardans ha creado una serie memorable de citas en Twitter extraídas del número de la revista Cineinforme – el clásico del incansable Antonio Carballo – dedicado a su cincuenta aniversario. Tenía mi ejemplar en la mesa sin retirar su celofán protector, así que me arrojé a él repleto de curiosidad. Si Guardans destacaba cuestiones absolutamente deliciosas de lo que es un puro cuéntame de la cinematografía española, hay otra serie de titulares que merece la pena mirar. Para reflexionar: básicamente, se sigue hablando de lo mismo. El que fuera Ministro de Información y Turismo, Alfonso Sánchez Bella, declara en 1972 : “La cinematografía ha de organizarse como una auténtica industria”. De paso, resulta llamativo recordar que, con el franquismo, también había subvenciones para el cine: ¿esto da o quita argumentos?. Se aceptan opiniones. “Medidas de seguridad establecidas por la MPAA para combatir la piratería de copias mundial”, se dice en 1975. Lo siguen intentando. En 1978 en una carta titulada “Los problemas del cine español” remitida por un grupo de especialistas a las autoridades, se pide apoyo de RTVE, medidas para la defensa de la competencia frente al cine americano, el control de taquilla, etc. En 1979 nos saludan con “Difícil panorama para el cine español“. 1980: “diagnósticos para salir de la crisis“. 1981: “Emprender la producción de una película es hoy, más que nunca, una auténtica aventura“. U otro de los destacados por Guardans: “La SGAE manda un telegrama a Felipe González para que frene la piratería de vídeo en España“. Se toman otros años y reaparecen los mismos temas. En definitiva, que podría titularse con ellos a día de hoy y seguramente nadie notaría la diferencia. Y este es seguramente el peor de los males, que esa industria, que tanto se persigue y que nunca llega, vive en permanente estado de business as usual.