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septiembre, 2011

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En camisa de once varas: ¿qué hay que cambiar en el audiovisual español?

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Me escribe Fernando, de Séptima-Ars, para provocarme. Para hacer una de esas cosas que antes hacíamos con los blogs y que eran tan divertidas: meterte en un debate. Así, solían organizarse cadenas de propuestas y respuestas con su ardor, su demagogia y hasta razones. Ya no se prodiga. Esta vez la excusa es un encuentro de productores de cine con la prensa con la aparente finalidad de desfacer entuertos  y malos entendidos. Como tengan que depender de la prensa, no sé si vamos bien. Pero, al grano: la provocación consiste en responderse a cosas tan delicadas como  “¿Cuáles son los problemas del medio audiovisual español ? ¿Qué solución propones ? ¿Qué cambiarías?”. Cada una da para una enciclopedia, me temo, y se corre además el riesgo de caer en el arbitrismo, eso de “España la arreglo yo en dos días”. Así que lo más a lo que se atreve un servidor es a pintar ideas que procuren verse como si estuvieran en un folio en blanco para después ir hacia atrás e imaginar lo que hay que hacer para llegar a ellas desde lo que hay. A saber, 1) Se trata de construir audiencias, no de acumular producción; lo primero es escaso y arduo en la era de la atención, lo segundo es una consecuencia 2) Si el producto es multiplataforma, la política industrial (si la tiene que haber) ha de ser multiplataforma: seguir mirando cine, televisión e internet por separado y sin pensar en el desarrollo de marcas de entretenimiento, suena a mala idea 3) Si el mundo es global, hay que trabajar para el mercado global. Y global son el talento, las historias y la financiación (la legislación no está pensada para eso). Le sumo una coda. Si las estructuras de producción de la sociedad informacional son cooperativas, la legislación de derechos no podrá ser igual, diga lo que diga Macho. No se puede seguir jugando a que el mundo no ha cambiado y que las leyes de hace tres siglos siguen siendo útiles para la era de los bits porque, es obvio, no lo son y la evidencia abruma.

Latinos, racismo e industria audiovisual española

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La conocida querencia del periodismo por esos titulares maravillosos que se desmienten dentro del mismo texto que se titula, nos brinda hace poco uno espectacular. Le atribuyen a Antonio Banderas: “Decir que me he quedado en papeles de latino es racista”. Seguir leyendo ofrece matices mucho más interesantes y atinados:  ‘Te has quedado en los latinos’, me han soltado. Si lo piensas bien, es muy racista. Y encima te lo dice otro latino. Lo latino forma parte del universo norteamericano. Hay una generación que pasó por las universidades y ocupa puestos de poder, nada que ver a cuando yo llegué al país. ¿Latino? A tope.” Tiene más razón que un santo. Hay famosos artistas españoles que cuando están en Los Ángeles evitan a la prensa latina, no vaya a ser que se les vea de segunda clase. Alguien no se entera de nada. En España, casi nadie. El hecho de que Antonio Banderas haga personajes latinos y que los haga en películas para el mercado general americano (y, por lo tanto, el mundial) indica exactamente lo contrario: que sin una forma de dirigirse al mercado latino un estreno en USA – especialmente familiar – se está más cerca del fracaso. Es decir, no es segundón, sino factor crítico de éxito. Los tópicos a la hora de explicar esto, pesan mucho: aquí se piensan que hablamos de un montón de espaldas mojadas analfabetos. Pero véase: son los latinos los que han echado a Lou Dobbs de CNN, un curioso fenómeno que llevó a FOX a hacerse un branded content con presentador en vez de botellas de leche para lavar su imagen al ficharlo. En un episodio de The Good Wife arreglaron la trama para convertirlo en un personaje tolerante. No está mal. Ya hay un miembro del Tribunal Supremo de origen hispano y hoy vemos cómo Obama se monta un debate por internet con la comunidad latina. La política exterior española más bien haciendo el lila en su estrategia USA. Como la del audiovisual español: si hacemos caso a esta crónica de ayer, siguen sin saber qué política industrial necesitan para ir allí.

Oficio de Tinieblas

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Hace unos cuantos años, Tinieblas González me enseñó su DNI y me probó que ése era su nombre. Él no se acordará, claro. Ya era siniestrísimo. De aspecto. Porque su relato de sus decepciones con la industria no son precisamente los de un vampiro, sino la típica combinación de ingenuidad de los creadores frente a productores, en este caso seguramente unos con pocos escrúpulos y poco amor al producto. Algunas dificultades para entender en profundidad los mecanismos legales del sistema de incentivos español y bastante razón de fondo. Una hora y pico de grabación de EITB sirven para, si se prescinde de algunos errores técnicos y unas cuentas observaciones que toman la parte por el todo, acercarse a las miserias de nuestro sistema de producción de cine. En el fondo, nada que no se haya contado ya sobre los trapicheos para sacar películas, dicho sin conocer la versión de los productores. Así que el oficio de Tinieblas sirve para preguntarse si la arquitectura legal del cine español está a punto de llegar al tipping point de su cuestionamiento y se quiebre un esquema que no funciona para lo que se pretende. O creemos que se pretende. Igual que una demanda inocente rompe la dinámica de la Sgae, sólo queda que alguien tenga ganas de romper el statu-quo aflorando alguna auditoría de infarto o algo parecido: no olvidemos lo que dijo ya un ex-director general de cine. Porque el sistema está orientado para que se hagan películas y no para que se vean. Insistir en ello no me parece especialmente interesante, pues más o menos está dicho todo. Me centraré en uno de los detalles de su discurso porque refleja la obsolescencia de una arquitectura legal empeñada en hacernos creer que el futuro se basa en la identidad cultural, esa excepción. Tinieblas rueda en inglés para tener distribución internacional, pero recibe el dinero a condición de que haya una versión en euskera (doblada y que nadie verá) y otra en castellano, claro, también doblada y que no se ha visto, y que es la que el Ministerio califica. Sospecho que la industria española tendrá que elegir entre pelear por entrar al gran entretenimiento mundial, o quedarse en un remedo de cine de autor. Esta cita del ensayo de Frédéric Martel “Cultura Mainstream” debería servir para pensar: “Lo que los japoneses y los coreanos han comprendido, con pragmatismo, es que para exportar su música y sus series televisivas a China y a toda Asia no había que imponer un producto estandarizado ni defender su lengua. Se trata de una estrategia más refinada que la de los estadounidenses. Han inventado la cultura Shusi, más “glocalizada” aún que la cultura McDonald’s, un producto complejo, aleatorio y nunca idéntico, pero que en todas partes evoca al Japón, sea cual sea el idioma que se hable“.

De verdad, ¿el problema es que los políticos quieran influir en el telediario?

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Por un lado, el inevitable profesor Bustamente sigue hablando de la televisión pública como si el siglo XX no hubiera terminado. Por otro, episodios habituales de regodeo en las redes sociales elevan un hashtag – #rtvedetodos – a las máximas posiciones para quienes buscan un argumento con el que ratificar sus propias posiciones. Y, por otro, una crítica perfectamente fuera de las claves habituales en estos episodios: la de Ricardo Galli, que muestra serias dudas de que la transparencia, el saber qué aparece en la escaleta y, sobre todo, lo que no aparece en una televisión que dice ser de todos (pero que, con seguridad, sí es pagada por todos) no tenga valor por sí mismo. Tomé conciencia del episodio de los consejeros en un rato de insomnio en un hotel y lo que más me sorprendió es que los independientes periodistas de todos de RTVE no dedicaron un solo segundo a informar de los porqués o las argumentaciones de sus consejeros para proponer la medida (representantes, aunque sean pésimos, de sus pagadores: nosotros) sino que únicamente se mostraban a sí mismos en declaraciones y escenas indignadas. Empleaban las reacciones de la red como muestra de su trascendencia. Toma periodismo. Al final, han convertido un vergonzante episodio más de la política española (con la duda del legítimo y verdaderamente razonable argumento de Galli) en un vergonzante episodio de corporativismo periodístico. Santa Madonna, que me van a crucificar. La solución es muy simple: si el estado no da noticias, no sucede esto. Sólo en un ámbito de escasez como el del siglo XX (escasez en gran parte artificial, todo hay que decirlo) se le encuentra sentido. Hoy hay decenas de alternativas al relato de la política que el amparado por los mismos políticos y cargos gubernamentales que deben ser vigilados por esa que dicen es la opinión pública. No hay, no puede haber, no existe ni existirá una televisión de todos: cada versión de los hechos es un relato alternativo y sesgado, algo de lo que RTVE no podrá escaparse esté quien esté. El estado ya informa o debiera informar publicando todos sus datos y dejando que los demás los interpretemos (que los hemos pagado): INE, BOE, Cortes, Ministerios… La única política informativa viable y plenamente democrática es el open data. No, no es el futuro del periodismo el problema, sino el del acceso crítico a la información.

Empoderamiento (I): autores y creadores

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Las explicaciones que realiza David Trueba de un proyecto que él mismo constata ser “poco comercial” nos arrastran a la raíz profunda de los cambios para los creadores en la sociedad red. Añade: “Solo me quedaban dos opciones, guardar el guión en un cajón o hacerla. Y decidí seguir adelante, prescindiendo de muchas cosas y quedándome con las esenciales“. Un mantra que suelo repetir en las charlas a las que incomprensiblemente me llaman es este mismo. Vivimos en una era en la que esperar a la publicidad o a las subvenciones, por no hablar del gran entretenimiento, es perder el tiempo. O errar el tiro. O no querer ser creador. Pero el conflicto interior entre el pasado y el futuro aflora en las mentes formadas en el mundo que – creemos – se desvanece: “No es mi vocación hacer cine así, pero lo que tampoco es mi vocación es la queja y la inactividad“. El salto mortal que resta es comprender que lo irreversible es que el problema ya no es producir, sino construir audiencias. Los sistemas de apoyo a la creación y la producción se centran en incentivar que se produzca, incluso muchas buenas intenciones públicas buscan que haya medios de producción (platós, servicios de postproducción) en vez de dotar de medios para construir audiencias: si hay una audiencia, habrá un modelo de negocio y si hay modelo de negocio, aparecen los medios. Las declaraciones de Trueba sugieren que continuamos buscando – desde la perspectiva más estricta de la autoría – que otros nos resuelvan la creación de la audiencia cuando la audiencia que trabajan (para su nivel de riesgo y costes) es otra. Pase lo que pase con su interesante proyecto. Las propuestas de los pioneros del transmedia del mundo indie, insisten en no esperar: en construir piezas asequibles en coste mientras trabajas en la red el desarrollo de tu público, con productos que no son cine y que ni siquiera son ya propuestas audiovisuales, sino la creación de universos de contenido que entrañan multinarraciones en formatos múltiples. Trueba tiene la letra (“no dejes de hacerlo si crees en ello“) pero, a falta de una pregunta adecuada del entrevistador o una reflexión en otro espacio (vaya, no es culpa de uno ni de otro, seguramente no es el tema de la entrevista), nos dejamos la música: lo que hace la red es empoderar, proporcionarte un camino para buscar tu audiencia y relacionarte con ella. Ganar dinero es otro asunto, la cuestión es poder intentarlo: en el espacio en el que la distribución de tu producto pertenece o está controlado por otro, no son tus decisiones, son las de otros. Con modestia seguramente, pues casi nadie tiene capital para otra cosa, la red te permite tomar esas decisiones y ser, caramba, autor sin esperar a ser ungido por el intermediario.

Pirata, que te quiero pirata

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Verde que te quiero verde. La política europea se vió conmocionada en los años ochenta por el ecologismo político. Mezclado con el pacifismo y la reacción a la guerra fría, los éxitos electorales pasados no han logrado una presencia permanente ni mayoritaria del ecologismo en los parlamentos europeos, pero desde entonces no hay partido político, actuación administrativa o elementos del discurso dominante de la opinión pública que no se tiña de verde como elemento de legitimidad. La entrada del Partido Pirata alemán en el parlamento de Berlín, extensa y sonada, es explicada parcialmente por Hollywood Reporter por la reducción de las reclamaciones entorno a la reforma del copyright y el posicionamiento en favor de “la democracia y la transparencia”. La lectura se puede hacer en negativo: la corrupción del sistema y el oscurantismo con el que se toman las decisiones. Algunos amigos en posiciones ejecutivas en la industria suelen preguntarme ante mis argumentaciones sobre los problemas del copyright (muchas veces aceptando la realidad de la cuestión) ¿y, entonces, qué se hace?. He argumentado muchas veces que hace falta otra clase de debate social liderada especialmente por los creadores centrada en los incentivos a la creación y no en las malditas descargas para después construir nuevos marcos legales. Sin soluciones mágicas. Y que el punto de partida empieza por efectuar concesiones reales para reducir los desequilibrios con la sociedad: en esencia, lo que se percibe alrededor del copyright es la actuación monopolística y la inevitable sensación de corrupción política y deterioro de la democracia que rodea la actuación de los lobbys de derechos. Nuestra ministra se despide sin asomo de autocrítica (tampoco puede pedírsele, siendo justos), pero ya es llamativo que después de tantos meses desde la sentencia del canon aquí no haya una solución ni una propuesta de revisión: es difícil creer que esto va en favor del público. Es complejo ganar legitimidad frente a la sociedad para asumir cualquier restricción (por ejemplo, a las descargas) en un clima que parece de cartas marcadas. En España nunca ha ganado un partido ecologista, pero todos son ecológicos de salón si hace falta. Y transparencia y democracia parecen ser griales del 15-M, un presunto movimiento que, por otro lado, no parece enterarse de casi nada verdaderamente trascendente (ya pueden fusilarme). La tendencia pro gobierno abierto pide la liberación de los datos gubernamentales y crece en el discurso político: lo que produce una tele pública son datos, que nadie se engañe, y ahí hay un buen espacio para empezar otra política de derechos. Un montón de parlamentos autonómicos y ayuntamientos encontraron en la oposición al canon un elementos de conexión con la población. Piratas, que son unos piratas.

“Socializar” el aprendizaje de guiones

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Que la revolución digital y su vertiente derivada en la web social influye en toda la cadena de valor en todas las industrias, es un hecho que usualmente cuesta asumir aunque suele declararse como aceptado sin mucha discusión: después de todo, es como querer adelgazar, es racional pero cuesta trasladarlo a la conducta. En realidad, uno aspira a hablar más de eso que a muchas de las cosas que publica aquí, pero ya se sabe… luego viene David Bravo y te lleva a caminos procelosos. Ayer conocí virtualmente a Javier Meléndez, guionista, con un interesante blog sobre su oficio y un interesante proyecto también en forma de blog. Los procesos colaborativos forman parte de la raíz doctrinal (utópica o real, o las dos a la vez) de los modelos de producción de la era informacional. Lo más conocido es el proceso de desarrollo del software libre. A Javier se le ha ocurrido crear miniposts con sentencias relativas a muchos aspectos de la construcción de un guión. Aprender a escribirlos (muchos dirán que se trata de autoaprender a escribirlos y que reglas fijas no hay) es un proceso complejo y que produce centenares de litros de tinta, también electrónica. ¿Qué tienen de interés esos miniposts? Que pueden etiquetarse colaborativamente de forma que miles de pequeñas informaciones organizadas en torno a diferentes procesos pueden contribuir a hacer un aprendizaje más rápido o a mejorar al productividad de redacción y corrección. Y que cada una de las entradas comentadas con ejemplos aportados por otros guionistas crearía todo un reposito de información y práctica en mi opinión utilísimas. Un ejemplo: “Si escribes una historia de época, repetir una palabra arcaica no ambienta, chirría. Ejemplo: “No se chancee; sus chanzas…”.Esto puede ser etiquetado, por ejemplo, como “dialogar” y “películas de época”. Y puede ser comentado, en este caso, con ejemplos reales de diálogos poco realistas. Puede haber tantas etiquetas como cuestiones alrededor del guión (cada uno de sus actos, la redacción, la nomenclatura…) y permite dirigirse al problema concreto al que se enfrenta el escritor o aprendiz de escritor en medio de un proyecto. No sé si ocurrirá, pero me parece un camino que puede aportar. Ah, queda decir que es mucho mejor tenerlo en su blog que sólo en twitter: allí se disuelve como lágrimas en la lluvia. Más hackerismo para llevar una vida soportable.

¿De dónde son las películas?

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Este comentario de El Mundo sobre el comienzo del Festival de San Sebastián y la naturaleza de producción de Intruders, me sugiere que las paradojas del mundo hiperconectado de la sociedad red afloran cada vez más al mainstream en forma de perplejidades y desconcierto: “¿Qué es el cine español? Hay preguntas que apenas acaba uno de plantearlas ya se está arrepintiendo… de vivir. ¿Para qué te metes? Pongamos por caso, ‘Intruders’, del canario Juan Carlos Fresnadillo, ¿es española o, por estar rodada en su mayor parte en inglés y protagonizada por Clive Owen, un hincha del Liverpool que suspira por Fernando Torres, es más bien escocesa o, mejor, sueca?”. Mientras que heredamos un concepto de cinematografías nacionales en nuestra cosmovisión (y en nuestra legislación) lo cierto es que la forma de pensar y hacer los contenidos cada día es más – inevitablemente – global. Y más sinérgico y evolutivo entre medios. Así que, si quieren entenderlo, díganse (y perdonen la pretenciosidad de esta redacción, que deben tomar como una propuesta) cine global y no español. Ni siquiera: diga audiovisual y no cine. Tampoco: diga contenidos multidispositivo, multiformato y multinarrados (o sea, transmediáticos). La palabra “cine” sostiene su privilegio como término y casi condición de prestigio intelectual, a pesar de que el prestigio real es ya de las grandes series que se ven en televisores. Mientras las barreras entre lo que se llamaba “cultura” y lo demás se borran cada día, hicimos la prueba en las calles de San Sebastián un escocés y yo preguntándole a unas jóvenes francesas (no piensen mal, se lo ruego, fue un accidente) que qué preferían, si películas o juegos. Fueron juegos, gané un vino. Postdata: un productor del mundo online la otra mañana decía “triunfar aquí no es triunfar”. Alguien me contaba que Paco de Lucía venía a decir que ser famoso en España, visto desde Nueva York, es como ser famoso en Coslada. O algo parecido. O puede que no sea verdad y sólo esté bien contado.

Mientras se perpetraba la #tablasinde…

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Pues estaba comiendo esta mañana con David Bravo cuando me explica el experimento que ha resultado en lo que se ha conocido como #tablasinde. Eso ocurría mientras yo le decía que, por el contrario, le iba a prometer a alguien del público que le pagaría una cerveza si levantaba la mano cada vez que yo dijera Ley Sinde. Nos hemos reído.  En fin: uno pretendía introducir variables de reflexión más amplias que las descargas para mirar el conjunto de la cuestión propiedad intelectual desde una forma más elevada y plantear lo que suelo plantear: que es necesario un debate social diferente y que, vaya por dios, la cuestión de las descargas lo contamina. Es obvio que todos ustedes saben ya que no he tenido éxito. Conviene precisar algo: se ha planteado por la prensa y la red la sensación de que esto era como una especie de humillación porque se ha hecho delante de la industria del cine. Debe decirse, igualmente y por respeto a la verdad que, aunque aquí nos trae la organización del Festival de San Sebastián, el festival empieza mañana. Y sí, había cineastas, pero casi todos ellos jóvenes y cercanos al mundo online, no quienes en sus sueños más húmedos se puede imaginar la marea de indignados. ¿Que qué opino? Pues qué va a ser, una bella e inteligente demostración de cómo funciona la red suficiente para sugerir que hace falta otra conducción pública (y, seguramente, mediática) de esta cuestión.

 

Radio, fútbol, intangibles y derechos sobre música

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Suelo decir que, en nuestro tiempo, las cosas son digitales aunque no quieras. Y cuando algo es digital – bits – tienden a marcharse solos quieras o no. El mantra de los propietarios de los derechos ya no controlan los contenidos  se lleva diciendo años, pero los efectos se trasladan en el tiempo encontrando damnificados una y otra vez y, lo que me hace más gracia, es encontrar a los mismos protagonistas desgarrándose las vestiduras reiteradamente sin que pareciera que determinados conceptos nunca terminaran de aceptarse. Vamos, es eso de si se llega a me llamo fulano y soy alcohólico. Este relato de cómo las radios están resolviendo las transmisiones con los campos cerrados para ellos, muestra esta porosidad de los contenidos digitales reforzando la idea de similitud con las descargas, también junto a la realidad de los rodeos que puede hacer la gente por conseguir un acceso y lo incómodo que, a su vez, puede tornarse a pesar de su fluidez (usar los torrents, es un plomo, admitámoslo). Andy Ramos ha hecho una revisión jurídica del asunto mostrando lo que era obvio, que el derecho a la información no está en peligro, de lo que se trata es de la explotación de un activo. La cuestión de los activos intangibles es de mucha enjundia filosófica, pero son las leyes que hay. Al final de su reflexión se inclina, como yo, a la apuesta de que las radios pagarán. Y añade un escenario de lo más verosímil: que primero pagarán poco y después se lo irán subiendo. Podemos continuar con las predicciones para imaginar un día en que uno, con más dinero, pague por convertirlo en monopolio. Y entonces estaremos ante los desgraciados escenarios habituales de la explotación de los intangibles, serán expulsados del mercado un montón de participantes. ¿Serán llamados piratas si transmiten desde móviles y televisiones sin pagar? Recuérdese que hoy, aún, no lo son y que el fútbol vive sin cobrarles. La pregunta pertinente es si el fútbol y sus torneos se desarrollarían igual, puede que con menos dinero (lo que haría una competición seguramente de menos salarios, o puede que subiera el precio de los patrocinios), sin derechos exclusivos de radio y televisión. Justo hoy se puede ratificar una consolidación de la ya de por sí extensa vida de los derechos musicales por parte de la UE. La profundización de un desequilibrio en contra del público mientras los representantes políticos siguen insistiendo en lo de equilibrar derechos entre público y autores. No, un monopolio siempre termina convirtiéndote en esclavo, además de extender la corrupción.

Algunas reacciones desde Brasil sobre la llegada de Netflix

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Recibo un enlace a través de mis subscripciones a la Escuela de Redes de Augusto Franco. Esencialmente, recoge una serie de reacciones de los competidores en el terreno. Y merece la pena pensar sobre ello. La primera, es que con tanta lectura de enlaces americanos, se nos olvida que Terra es una potencia en vídeo online en toda América Latina y que va a ser un gran jugador (hace tiempo que le dediqué algunas horas al tema, voy a ver si reencuentro a mis fuentes): dispone de derechos y tradición. Tampoco olvidemos a Fox. La segunda, es que hay que tener catálogo, por supuesto, pero a todo el mundo se le olvida que lo último de lo último no lo tiene ni Netflix ni nadie a no ser que seas Cuevana. Y, tercero, Netflix no es tan conocido por parte del público convencional, algo replicable a España. Aunque demos por hecho, y lo será, que la atención mediática será grande, hay que recordar que muchos sitios de películas legales han visto la vida desde hace tiempo y poca gente sabe quienes son. Y una cuarta: acelera la competencia.

Consecuencias inesperadas del lanzamiento de Netflix en América Latina

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Como todo el mundo sabe, hace pocos días que Netflix anunció su presencia en América Latina empezando por Brasil y extendiéndose a 43 países más de modo posterior. Semejante hito se ha sentido de modo profuso en la tipología de las búsquedas que llegan a mi página. ¿Una prueba de la influencia de este blog? Juzguen ustedes mismos: de Venezuela, Argentina, Colombia, etc. no hacen más que llegarme visitas a partir de las combinaciones de palabras “porno en netflix” y “netflix porno”. La culpa la tiene esta entrada que titulé “Consecuencias de una red no neutral: del porno a Netflix pasando por Warcraft”. Obviamente, habrán quedado defraudados. Pero esa vieja máxima que sostenía que “the internet is for porn” parece que no decae. Cuando sea oficial la presencia española, que los síntomas se sienten por todos lados, ya les diré si tengo un nuevo revival de búsquedas tan plenas de interés por la anatomía humana.

Ética blogger en los vídeos activistas

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Me he mostrado bastante aficionado a revisar los vídeos que el activismo de toda causa genera: es conocido mi interés por la desintermediación de la comunicación, que tiene como uno de sus corolarios la desaparición de determinadas excusas para que las instituciones públicas aspiren a tener presupuestos elefantiásicos en nombre de una supuesta pluralidad. Es la primera vez que veo un vídeo de esta clase que emplea una muy habitual característica de YouTube, la de insertar mensajes de texto que pueden ser hasta clicables (programable, salvo error u omisión por mi parte, por cualquiera que quiera desarrollar su propio player) con el fin de cumplir con una de las viejas “leyes” del blogger: aceptar los errores e informar de ellos y las correcciones sin borrar el resultado anterior en el mismo texto y no como la fe de erratas de la prensa de papel. En estos tiempos donde la vieja ética hacker y sus derivados languidece ante el empuje del mainstream en forma de “redes sociales” masificadas, no deja de ser refrescante. Ya saben, eso tan viejo de que la audiencia sabe más que tú, que todo es cacheable y recuperable y que lleva(ba) a no pretender ser demasiado listo ocultando tus “barrabasadas” porque te van a pillar. Ignoro si los responsables de esta campaña se mueven por estos valores, pero el resultado es el mismo e interesante: se trata del punto de vista de los profesores madrileños acerca de las modificaciones de sus condiciones laborales. En el minuto 3’12”, se ha añadido un globo posterior al lanzamiento con una corrección a un dato, que ahora es lo de menos. Lo de más es que se ahorran nuevas locuciones, se evitan acusaciones de manipulación y de ocultación y proporciona, además, una imagen de honestidad: se parece bastante más a compartir y debatir juntos que a hacer publicidad, que es lo que suele suceder en el llamado marketing de medios sociales. Como siempre, no aspiro a pronunciarme aquí sobre las argumentaciones y las causas, sino sobre cómo se aprovechan de las herramientas comunicación. En pleno precalenteamiento electoral, habrá que prepararse para una auténtica guerra de vídeos para todo, y hasta parece que el Partido Popular, generalmente tan insulso y poco hábil en sus vídeos, azuza el ingenio. Una cuestión es si estas cosas son para refuerzo de convencidos o sirven realmente – en definitiva, si lo consiguen los promotores – para mostrar y atraer a los no convencidos a los argumentos propios. Que vendría a ser, de nuevo, la misma diferencia entre hacer publicidad o tratar de trabajar con eso que suelen llamar “la comunidad” y que, generalmente, es únicamente una lista de gente a la que bombardear con mensajes.

 

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Estúdio Livre

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Un estudio libre sería aquél que emplea herramientas libres de producción destinadas a crear medios libres. Por “libre” entendemos el mismo concepto que emplea el software libre, aquél que proporciona las famosas cuatro libertades  y que, tanto cuesta explicarlo a pesar de los años que han pasado, no implica gratuidad sino accesibilidad. Cuando hablamos de derechos y propiedad intelectual en el mundo audiovisual, siempre estamos dominados por la cuestión de las descargas, una cuestión que suelo decir nubla y corrompe la calidad del debate social: por ejemplo, está la cuestión de  la desproporción del coste de los derechos sobre los costes reales de producción pero, también, la disponibilidad de herramientas para crear que no impongan más costes a la creatividad. En definitiva, el empleo de software de código abierto en todas las fases de postproducción, aunque la idea de libertad vista con perspectiva debiera alcanzar al hardware. En otras palabras, recordar que los propósitos de creación del derecho de autor y patentes tienen como fin la creatividad y la innovación mismas, no la protección de modelos de negocio. Estúdio Livre es la denominación en portugués (nacida en Brasil) de una idea que evoluciona desde la adquisición y posterior liberación del código de Blender (un software para el diseño de 3D). Fabianne Balvedi (f4bs, en familia) me pide en Cabueñes que difunda el concepto. Fabs tiene una idea asociada a ello: cree que el empleo de herramientas libres influirá en la estética de las producciones. Si es así, lo podemos poner a prueba con la serie sobre la Historia de las Redes que estamos desarrollando y que se está realizando enteramente con herramientas libres. Cuando esté, informaremos.

Otros síntomas de paradigmas en conflicto (en Branducers)

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Estoy pasando el día en Branducers, un interesante evento que organiza Aftershare TV dedicado a la promoción y venta del branded content como nuevo espacio para la publicidad. Aunque no sea tan nuevo. Mucha gente interesante, aunque no puedo evitar la sensación de que determinados públicos se caen del guindo cinco años más tarde: el mundo red lleva hablando muchos años del problema de la publicidad convencional y se hace raro verte adoctrinado en cosas que ya… por quienes…. No obstante, es interesante ver el conflicto entre tendencia y realidad, algo tan frecuente. El spot tiene mucho recorrido, ha explicado hoy aquí Antena3 con datos y cifras. Incomprensión entre algunas cadenas y anunciantes a la hora de lanzarse a la piscina o de dar con una idea de qué y cómo hacer y llevar los unos a los otros. Pero el verdadero choque de conceptos ha venido cuando, no me parece educado decir quién, un asistente ha llegado a insinuar que los procesos de cocreación con o por el público eran, en cierta forma, un retroceso de la creatividad. Y esto lo decía ante unos excelentes ejemplos de remezcla con resultados extraordinarios producidos por usuarios tomando cosas preexistentes en los que hasta las fuentes originales se han visto mejoradas y rescatadas de un olvido… producto del fracaso. Que quienes hablan de creatividad no comprendan lo que es la creatividad ni los procesos por los que la innovación y las nuevas obras se producen sólo es un síntoma del abismo conceptual (o choque de paradigmas) que sigue residiendo entre los sectores que se están viendo desbordados por la sociedad red.