La co-creación es uno de los elementos característicos de la cultura de la convergencia de medios. Comentábamos con José Luis Vázquez no hace mucho cómo la idea de interactividad que manejábamos en otros momentos del viaje de la conexión de la televisión se veía desbordado desde el escenario de la interacción en una única pantalla a través del canal de retorno que tanto echábamos de menos en el intento fracaso de interactividad masiva en la TDT, a lo que se puede llamar el ecosistema de medios interactivos que participan, nutren y se nutren de una programación televisiva convencional que se está produciendo ahora. Es decir, está resultando que la interactividad, aunque no se llame así, está tomando impulso por el lado de la ampliación de contenidos ofrecidos espectador y la aportación de nuevos contenidos por ellos que son reciclados en forma de comisariado por los programas de televisión, muchas veces en situaciones de tiempo real. En la radio ya se hacían programas con las llamadas de los oyentes y con las cartas que enviaban, así que tampoco es que haya nada radicalmente nuevo bajo el sol (también se hacía – y se hace – en el mundo blog), pero sí es evidente de que se trata de una dinámica diferente en entornos técnicos distintos. Las noticias en televisión y los programas tipo magazine están teniendo, desde hace tiempo, una creciente involucración con Twitter, así que el caso de The Stream de Al Jazeera no es una novedad especialmente única. Tiene un interés específico al tratarse de la cadena que más protagonismo ha adquirido por razones obvias con el caso de las revueltas arábigo-musulmanas en un espacio en el que las llamadas redes sociales se les ha concedido un papel protagonista como catalizador de movilizaciones. Al Jazeera estará en La Red Innova el próximo 16 de junio y es la razón principal por la que decidí aceptar su propuesta de colaboración como uno de los bloggers denominados oficiales del evento: ver qué cosas han aprendido del uso de estas herramientas para la dinámica televisiva. Sé que otros estarán pendientes de la dinámica revolucionaria, pero a mi me interesa el rol de cocreación con el público. Vayan si pueden.
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mayo, 2011
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Co-creación de contenidos como espacio interactivo
Comentarios desactivados en Co-creación de contenidos como espacio interactivoSupongo que coincido con otras personas del sector cuando considero que Globomedia es una compañía que marcó un antes y un después por su forma de encarar la ficción de televisión en España. En los comienzos de la televisión privada sus fundadores decidieron adoptar los métodos de trabajo americanos para el desarrollo de sus series: no sé si realmente fueron los primeros, pero desde luego fueron los primeros que lograron hacer una fábrica con ello y son una referencia indiscutible. Ahora están siendo pioneros en las formas de integrar los elementos narrativos que damos en llamar transmediáticos a través de Play Television. Lo interesante de lo que hacen con sus experiencias en Águila Roja o en El Barco reside especialmente en el nivel de pensamiento estratégico que han incorporado a su forma de crear tejido social, participación y licencias en torno a series convencionales. El caso de Play Television – muchas gracias a Javier Naharro y Eduardo Prádanos por su ayuda – es junto a otras referencias como las de Massimo Martinotti, el Plan B de Novaemusik (aquí las gracias especiales son para Roberto Carreras) y, como ya avisé, algunos elementos subidos de tono, los componentes básicos de mi participación en Transmedia Living Lab, el estupendo evento que organizó Fernando Carrión en Camon el pasado fin de semana. La presentación completa está disponible en Noticias Transmedia.
Miguel del Fresno enlazaba hoy en twitter un interesante vídeo que me sirve para refrescar la cuestión de la desintermediación y plantear una de las posibles críticas (o miradas) al fenómeno de las acampadas: lo que en principio se inicia como un movimiento red y saludado ideológica o intelectualmente como un producto de la era de las redes sociales no dudaba en apelar y llamar insistentemente a los medios convencionales para conseguir su ratificación. Era chocante al preferirse este reclamo a la vindicación de un relato distribuido y generado por los activistas para provocar la discusión de todos los puntos de vista. Es decir: la preferencia por obtener la cobertura de los medios es contradictoria con las propuestas del mundo de internet donde la construcción de estos relatos debiera ser más peer-to-peer que aspirantes a la mediación de los medios tradicionales. Si vas a los medios, serás editado y jerarquizado de acuerdo con su agenda, si construyes tú los contenidos y creas tu difusión eres capaz de mantener la integridad tu mensaje, te sales de la dictadura del espacio limitado de telediarios y periódicos y entrenas al público a documentarse con versiones alternativas y crear los debates que consideras que se deben plantear. Es lo mismo que sucedió con el caso de los vídeos de la UGT y el de Teresa Forcades: la complejidad de tu mensaje no encaja con la forma de contar de los medios. En el vídeo que menciono, se da una respuesta al caso de los comerciantes de la Puerta del Sol, donde la versión que ha imperado en algunos medios ha sido la de un desastre comercial. Como siempre, no se trata de decir aquí quién tiene razón sino de la capacidad para mostrar tu razón sin porteros que dicen quién puede contar y quién no puede contar.
En el momento en que me hago esta pregunta, El Cosmonauta está a punto de conseguir su objetivo, recaudar cuarenta mil euros para terminar el rodaje de la película en las condiciones que se habían propuesto. Las escasísimas horas desde que se inició esta campaña (en Lánzanos) junto a la cantidad – elevada – harán de este caso un hito en lo que es, creo que hay que darle un nombre analítico, el proceso ¿imparable? de involucración de las audiencias en el desarrollo de historias y producciones, una característica de la evolución de la cultura y el entretenimiento de la era de las redes. En Transmedia Living Lab atendía a la explicación de los fundadores de Verkami (otra plataforma de recaudación) del caso de Jero Romero, quien ha recaudado por encima de lo solicitado con una interesante movilización de sus públicos. La pregunta es, si dada esta capacidad de los artistas para reunir comunidades, aunque relativamente pequeñas, no hay una oportunidad para ejercer un rol interesante en estos procesos por parte de marcas como una forma de participar en las comunidades de las que quieren formar parte y ayudar a los artistas que se financian por esta vía a romper su círculo de confianza. Un aspecto complejo del crowdfunding es salir del espacio de amigos y conocidos ampliando la red. Apoyar artistas con acciones simples sin tener que recurrir a la esponsorización clásica puede tener un altísimo valor mutuo: diversificar dinero entre muchos artistas (y temáticas), con presupuestos menores ser más significativos al introducirse en el proceso creativo, involucrarse fuertemente en comunidades y grupos sociales interesantes… ¿El cómo? Ahora que empiezan a tener twitters, páginas en redes de amigos, además de sus propios envases y otros soportes (hasta facilitar la descarga del producto final), las posibilidades pueden ser amplias. Me muero por saber qué piensa Albert.
Ayer en Transmedia Living Lab la gente se hacía unas risas con una especie de barbaridad que me dió por cometer: emplear la desmesurada existencia de Torbe y su Putalocura – porno freak – como ejemplo de un diseño crossmedia o transmediático verdaderamente interesantes de observar en términos de la creación de una marca de ¿entretenimiento? y su explotación por diferentes medios. Parece que gustó. Y es que la mirada a la zozobra de la carne en el negocio audiovisual parece hacer más simple la observación de algunos fenómenos: llevo algún tiempo siguiendo el caso de Sex&Zen, la tenida como primera película erótica en 3D y que sacude Asia. Ya llega a los Estados Unidos con unos rendimientos por copia en el resto del mundo muy buenos. La peli es china y parece que irá en chino lo que condiciona la distribución (la decencia y la moralidad, supongo que también), por lo que será interesante observar cuánto puede el argumento “erotismo en 3D” romper las inercias de su circuito natural: el productor dice que es como estar en el dormitorio de otro. Venga, bah, menos lobos…
Nicolás me llamó la otra tarde para explicarme un nuevo problema (otro más) en la interesantísima carrera de obstáculos para el nacimiento de El Cosmonauta. Se cae un inversor en el mismísimo momento de coger los bártulos para ir a rodar. Necesitan cuarenta mil euros que, por una simple cuenta, significa que tenemos que ser solamente cuatrocientas personas a cien euros (vaya, un par de cenas) y a las que nos apetece que El Cosmonauta se haga las que tenemos que aflojar la cartera. Yo lo hago. La razón es muy simple: porque me apetece. Nada más. No tiene nada que ver con batallas absurdas sobre el presunto todo gratis. Es más, hay determinados productos que si la gente quiere que existan va a tener que contribuir a hacerlos asumiendo que, si no se hacen, pues tampoco pasa nada. Lo que no se puede ser es incoherente: hay cosas de poco mercado (el arte a secas, en general lo es) y hay cosas de mucho mercado. Si quieres que existan las de poco mercado (es decir, poca publicidad, pocas teles, poca rentabilidad) pues ayuda a hacerlas. Leo que la cosa va bien, ya van más 20.000 euros. Se puede contribuir aquí.
Estoy falto de tiempo para una lectura atenta de las más de cien páginas y me quedo con lo enunciado en la introducción (este fin de semana trataré de hacer la lectura larga). Antes, recordar que fue David Cameron quien, tras su victoria electoral y visto el debate social, encarga el informe, en una prueba de una muy superior calidad del debate en las Islas al nuestro. Superior calidad de debate que queda patente en la pregunta del Primer Ministro al ponente: ¿Podría ser cierto que las leyes diseñadas hace más de tres siglos con el propósito expreso de crear incentivos económicos para la innovación y proteger los derechos de los creadores están hoy obstruyendo la innovación y el crecimiento económico?. Atención, amigos e ideólogos en las revueltas antisinde, ésta es la cuestión, muy por encima de cuestiones de derechos humanos y la descarga ubicua. Quédense tranquilos, la respuesta, como viene anunciando la investigación académica desde hace tiempo es rotunda: sí. Amigos y compañeros de la industria: ¿esto es todo?. No, es peor y mejor. Es peor porque se habla en definitiva de menos propiedad intelectual y se deja poco bien la labor de los lobbies de las industrias culturales. ¿En qué es mejor? Pues que se reconoce que “esto no quiere decir, sin embargo, que debamos poner industrias creativas enormemente importantes en riesgo“. Sobre lo que es “riesgo” podemos debatir mucho, pero por hacer la historia corta, esta tesis es la que aceptamos personas que hemos llegado a la conclusión intelectual de que el devolucionismo (la progresiva reducción de derechos y la ampliación progresiva de los espacios de dominio público) es no solo la mejor solución, sino la más equitativa: en un mundo repleto de propiedad intelectual el paso súbito a otro sin ella o con muchísimo menos de ella no es ni simple, ni justo, ni enteramente bueno. Discutir cómo se hace esto es, verdaderamente, harina de otro costal. La de Hargreaves es, también, una mirada anglosajona y debe tenerse en cuenta: los problemas del sur son seguramente más acuciantes no en pérdida de derechos, sino en necesidad de acceso a ideas y mercados. De ahí que yo crea que la oportunidad para la industria local consiste en subirse a la ola de este cambio para encontrar más espacio de mercado en vez de seguir la lógica de quien se lo cierra.
Dicen los cronistas que Sarkozy sostiene que nadie puede controlar internet. Este es un aserto que cyberpunks, gurús, pensadores y funambulistas de todo tipo hemos sostenido – incluyanme en la última categoría – durante todo el tiempo que viene durando la guerra de las industrias damnificadas contra la sociedad. Se dice por una razón, por la naturaleza de la topología de la red y siempre que, como también nos dicen que dice Sarkozy, se tenga en cuenta y no se caiga en la tentación de traicionar la idea de que “Internet da la escala de credibilidad de una democracia o la escala de vergüenza de una dictadura“. ¿Es la sinceridad derrotada de quien ha visto sucumbir a Hadopi? En sus manos tiene el conflicto de crear un estado policial como modo último de proteger los modos de trabajo de lo que llamamos industria cultural o, simplemente, asumir su reconversión. Al fin un estadista hizo el diagnóstico correcto en público: son los estados nacionales (jacobinos y centralizados, a pesar de las estructuras federales o federalizantes) los que se la juegan y tienen poco futuro en un ecosistema de red distribuida, así que se apresta, y esta es la verdadera intención, a invocar el terror y la pornografía infantil para justificar alguna nueva piedra filosofal. Engrandeciendo su verdadero peligro, por supuesto, como si los lados oscuros de los hombres no fueran a existir sin internet. El Senado americano quiere resolverlo prohibiéndolo todo. En música popular, televisión y cine prácticamente sólo hay dos mundos: la industria americana y los demás, cada uno en su txoko. Uno, que no es en absoluto antiamericano (más bien suele pecar de pro), no acaba de entender (bueno, sí) por qué no quieren aprovechar la fuerza del internet distribuido para recuperar condiciones de competencia más equitativas para las industrias que se apellidan culturales. Quizá el próximo ataque de sinceridad consista en descubrir que la regulación sobre las ideas está dañando a la propia innovación, justo lo contrario que dicen querer proteger.
Gracias al empeño de Fernando Carrión, este viernes y sábado se celebran en Madrid unas muy interesantes jornadas dedicadas a la narrativa y construcción de proyectos transmedia. En la agenda, personas como Lance Weiler al que se considera como uno de los grandes destinados a renovar la forma en que se crea el entretenimiento industrial; Allison Norrington, la fundadora de Story Central Digital y Rebecca Denton, trabajando en el desarrollo de proyectos para Turner en Europa. Todos mucho más interesantes que yo, pese a lo cual Fernando me pidió que diera un panorama de la cuestión en España y América Latina. En las mesas redondas, entre otros, versados amigos como Mercedes Ramírez, Haritz Rodríguez, Montecarlo, Albert Gª Pujadas, Raúl Escolano o Ferran Clavell, de TV3 Interactiva. Podrán ver, más lujos, a Ignacio González de RTVE y a Víctor López, de Vodka Capital y ex Zinkia. Me parece que no hay que perdérselo. Fernando ha hecho un gran trabajo. Todo por cincuenta euros y se puede cualquiera inscribir siguiendo las instrucciones que dan en esta página.
Telecinco, hbbtv y videoclubs
Comentarios desactivados en Telecinco, hbbtv y videoclubsAlguien del sector me decía (ya no recuerdo quién, que me perdone) que Telecinco estaba empeñada en ser la primera televisión en lanzarse a estrenar la que se viene denominando televisión híbrida, el estándar Hbbtv para integrar internet dentro de la señal de broadcast e iniciar un nuevo tipo de experiencias de televisión. Cosas de la bolsa eso de la prisa, se supone. Porque el público ni sabe qué es eso y esperemos que nadie se empeñe en venderle siglas nuevas. Que sea Telefonica el agente intermediario no debe sorprenderle a nadie (uno hubiera sonreído si hubiera sido Abertis), pues son socios en Digital+. De momento, lo que más me interesa (¿hay en el mercado televisores a la venta que cumplen el estándar?) es la competencia que va a amanecer entre videoclubs: las películas van a ser las mismas para todos los jugadores y todos aspiran al televisor conectado. La cuestión es quién es más fácil de pinchar porque se le da prioridad en la correspondiente home y si algo tiene Hbbtv es que nace para que los operadores de siempre tengan ventaja, a lo que se debe sumar el potencial de comprar catálogo por partida doble. Por cierto, Filmin está en otro rollo y es el único diferente. Apuestas sobre quiénes van a sufrir.
Una de las mentiras más bonitas de Lars Von Trier es aquélla en la que afirma solemne “No me debo a la audiencia sino a mí mismo. Hago las películas para mí. Vosotros sois sólo mis invitados”. Son, seguramente, muchos más los que se pondrían en esta posición como creadores, creyéndoselo o no: la mentira consiste en que sus invitados son una audiencia que espera por encima de todo que haga eso, no sólo que diga que hace lo que le da la gana, sino escuchar que lo dice. Como ven, se debe a su público. Este año se ha topado con la Ley de Godwin y sospecho que se pasará media vida hablando de nazis. Hollywood Reporter se lo ha tomado con una ironía y estilo dignos de Oscar Wilde: “It was a grandiose performance by European cinema’s premiere enfant terrible as Von Trier managed to shock just about everyone in the room. And also made them laugh with the sort of chuckle that gets caught in the throat”. Pasada la tormenta, las amenazas y los disgustos, el niño terrible daba más hilo a la cometa: “I have to say I’m a little proud of being named a persona non grata. I think my family would be proud”. Las películas hay que venderlas, y el cine de autor se llama precisamente de autor porque la marca es el autor. Hoy hablamos de “fans”: los autores reputados son franqucias mediáticas por sí mismos. Un chollo elaborado duramente que requiere llamar la atención y mantenerla: ¿quién lo puede reprochar?. El circo necesita a la mujer barbuda. Lo interesante es que las redes, empleadas con astucia, son grandes fabricantes de marcas personales.
Seguro que va a ser criticado cuando dice: “No me interesan mucho las ventas. Lo sé, pero está tan al final de mi lista de prioridades que no me preocupa”. Se presta a todo: a los males burbujeros y cancamuseros de la web, o puede que a otra forma de hacer negocios no vista aquí: construye audiencias, invierte en innovación (es decir, hacemos algo que no existe) y después econtramos los mecanismos de explotar cosas que son nuevas. Cualesquiera que sean los males del sistema o, mejor dicho, los riesgos de esta forma de pensar, lo cierto es que aquí o suele ser imposible para las virtudes que tenga o, desde luego, no es ni planteable. Que se lo digan a Nikodemo. No se detiene ahí: “No me importa lo que diga Nielsen. Nos miden fatal”. Una voz más al coro que cuestiona el modelo publicitario y de mediciones imperante y que tanto dolor nos da, ¿verdad, Javier?. Y terminemos con las películas: “Creemos que podemos aportar mucho valor a la experiencia de ver una película, consumiéndola dentro de tu entorno social, conectado a tus amigos. Al final alguien tiene que pagar por verla, sea por visión, por mensualidad o por publicidad“. Ese alguien tiene que pagar suele ser el recurso del sistema para no innovar demasiado en la exhibición. Pero aquí el alguien está concebido como una forma de innovar en la exhibición. Que es el verdadero melón.
Cuentan en Hollywood Reporter que a Fox le va estupendamente en su estrategia de producir cine comercial en lenguas locales. Hace unos cuantos años, un destacadísimo profesional del cine español me decía que las majors vendrían, tomarían el dinero de subvenciones e incentivos y terminarían produciendo películas locales de autores locales. No es nuevo, claro, lleva pasando unos años. Pero, me hago conjeturas: las legislaciones cinematográficas del “resto del mundo” se hacen deliberadamente antinorteamericanas, es decir, buscan asegurar un espacio para que la industria local no se vea barrida del mapa por la potencia del entretenimiento made in usa. Lo que faltaba es que se convirtieran en operadores locales e hicieran el cine comercial mejor que los locales. Y es que lo local, suele tener mucho predicamento a pesar de la potencia gringa. Véanse las series. Otra cosa es la escala de mercado. Por ejemplo, en La India están comprobando que en sus comunidades externas funcionan mejor las lenguas regionales que el producto Bollywood (recuerden, de Mumbai). Al mismo tiempo, los hindúes y su potencia no solo buscan su emigración sino que empiezan a formar parte del entramado del entretenimiento mundial en un movimiento de ida y vuelta: Hollywood va para allá, pone dinero y nosotros ponemos dinero en Hollywood. El mundo es global, los gustos son locales compartidos o no, y me pregunto si legislaciones que aspiran a que todo quede en casa tienen sentido. En el newsletter de hoy de Screen International a la vuelta de Cannes (sorry, no hay link) dicen que la palabra mágica era cooperación.
Cuando la prensa publicó su balance sobre los resultados del cine español en 2010 se inclinó por los adjetivos catastróficos. Algunos pensábamos que no era para tanto y que, en realidad, hablábamos de business as usual: no es que no fuera una año débil, sino que contemplado en perspectiva las recaudaciones entraban dentro del rango de la trayectoria reciente de la industria española. El efecto Torrente se saludó de modo invertido en la mirada periodística: palabras grandiosas sin comerse los adjetivos anteriores. Los representantes de la industria son, en cambio, bastante más realistas, aunque pueden hacerlo mucho mejor para explicarse a la opinión pública (por favor, que alguien haga algo con sus webs: son del siglo XX, un siglo que queda ya lejísimos). Ayer Cine y Tele titulaba: “El cine español vuelve a la normalidad tras el efecto Torrente 4“. Es decir, todo sigue igual. Casi se debiera decir que Torrente también es normalidad: tener un título que concentra mucho es igualmente una pauta típica del cine español. Como siempre, la cuestión es cómo se hace que una industria inmersa en su laberinto cambie de perspectiva. Para hacer tortillas, como todo el mundo sabe, hay que romper huevos. La cosa es saber (o acertar) qué huevos hay que romper.
Casi todos los días tengo alguna visita procedente de Google vinculada a la palabra “narcocine”. Hace tiempo relacionamos el documental que realizó la revista Vice, un clásico sobre el tema. Esta gozosa entrevista que publica el diario mexicano “Vanguardia” a uno de sus actores y productores históricos, el casi nonagenario Mario Almada, no da más información, pero merece la pena: prosigue el aura de confusión sobre si los traficantes pagan o no pagan las películas a fecha de hoy y reflexiona sobre el estado de un género que se ve en decadencia: para Almada, el cambio tecnológico – y la piratería, claro – supone un retroceso para su forma de producir, pero como la verdad tiene muchos ángulos resulta que la decadencia resultaría también un proceso debido al cansancio psicológico de un país que vive inserto en esa especie de guerra civil del siglo XXI que es la pugna con el narcotráfico. Y el público, como tantas veces, parece que quiere olvidar: “Dejamos las armas y ahorita estamos haciendo películas con crucifijos y escapularios”. Cine sin prestigio cultural, eso que siempre llamamos serieB, y que no tiene más remedio que tener clientes: “Para qué te pones a pelear con el mercado. Si el mercado te pide ese tipo de películas pues se las das. Si te pones a hacer películas de arte, un poquito más profundas, más intelectuales, pues… te quedas con ellas.”
“Sex and Zen” y el 3D como salvador del negocio de las salas
Comentarios desactivados en “Sex and Zen” y el 3D como salvador del negocio de las salas¿Recuerdan que los chinos, privados del presentado como primer 3D erótico-chic, se hacían una españolada y marchaban a Taiwan y Hong Kong para ver una película censurada cual Perpiñán simbólico? Sex and Zen sigue su marcha triunfal aceptando censura en Singapur (y en Korea), pero con el éxito – suponemos que la palabra sex también tiene que ver – la película empieza a tener distribución occidental, llegando a Perú y pasando por Rusia y Francia. Al tratarse de un tratamiento, según dice su productor ejecutivo, más grueso que Nueve Semanas y Media pero menos agresivo que Calígula, la cosa promete para que pueda aparecer por salas decentes en estándares occidentales. El reclamo del 3D debería funcionar. Como está funcionando en términos económicos en todas partes: vimos que la recaudación europea se sostiene gracias al 3D (de los blockbusters americanos, sorry), una tendencia internacional que santifica Hollywood Reporter. Muchos creen que el 3D no tiene futuro en el hogar: no sé si la industria tiene otra opción que intentarlo. De momento Digital+ acaba de presentar otro primer porno en 3D (¡y decían los clásicos que the internet is for porn!), los jueguecitos de Nintendo (sin gafas) crean su culturilla y contribuyen al hábito y seguro que lo que den de sí los Juegos Olímpicos de Londres marcará tendencia al respecto.
Actualizaciones en Noticias Transmedia
Comentarios desactivados en Actualizaciones en Noticias TransmediaUnas semanas caóticas de trabajo, junto con una consecuencia inesperada (bailes de claves de servicios anejos que he tardado en restituir y cosas por el estilo) me han hecho dejar un tanto abandonado el espacio ahora que estaban en marcha muy interesantes contribuciones de muy interesantes autores a los que debo ahora pedir disculpas e invitarles a leer: sus textos no requieren la prisa de la actualidad de todos los días, llegamos a tiempo. Por un lado, Montecarlo, (nuestro forastero favorito), nos reflexionó sobre el storytelling como alternativa a una publicidad clásica en plena encrucijada. Por otro, Fernando Carrión, incansable, realizó una excelente crónica sobre lo sucedido en Transmedia Next: Fernando andará repleto de ideas para el próximo encuentro en CAMON. En las próximas horas, José Ignacio Galán Ugartemendía, el chamán de Antropología Visual añadirá nuevos pensamientos y reflexiones sobre esta materia tan – aparentemente – escurridiza.
Soy consciente de que la pregunta tiene enjundia técnica: un hacendista vendría bien en la sala para ver qué dicen los estudios académicos. La cuestión viene por esta frase de Enrique González Macho: “Es igual recibir dinero que no tener que pagarlo” al respecto del sistema de incentivos norteamericano, una industria de la que, asegura, “es la más subvencionada del mundo” y, sólo al final, introduce un matiz seguramente más apropiado: “Estados Unidos es absolutamente proteccionista con su industria cinematográfica y la subvenciona a fondo”. Por el bien de la brevedad diré que, en mi opinión, los incentivos a rodajes y a inversores privados que se dan en diversos estados de EE.UU. no se parecen en nada a nuestra idea de las subvenciones: recibir dinero es bastante diferente a no tener que gastarlo, pues lo segundo exige disponer de tesorería y otra relación con el crédito bancario que basaría su decisión en la perspectiva de ingresos del mercado y no de un pago del estado, que se da por seguro. O se daba :-). Lo cierto es que, salvo excepciones contadas, uno considera que las decisiones de producir en España se toman en función de las subvenciones, mientras que en el cine llamémosle americano se hacen por escenarios de mercado. Eso sí, son profundamente proteccionistas, ya se ha visto en Wikileaks.
Josh Harris y el portátil en el retrete
Comentarios desactivados en Josh Harris y el portátil en el retreteEste es un post sentimental. Les referí no ha tanto sobre el estreno en Canal Xtra de We Live in Public, el documental sobre la figura de Josh Harris, ese astro del arte electrónico y el internet romántico de antes de la primera burbuja (la segunda, ya parece oficial). Hoy El País hace un poco de márketing del documental y el canal armando una historia sobre la intimidad (¿privacidad?), la red y el discurso – brillante – de Harris sobre su muerte y su ausencia. Ese es seguramente un mejor tema de reflexión, pero no puedo evitar, como dije, el sentimentalismo. Al final, el redactor ha intercambiado algunas preguntas vía Skype con él y, dejando de nuevo su documental sobre el café que varias veces me dijo que era su proyecto allá en Etiopía, parece que vuelve a crear una nueva startup: “Miles de estudios caseros conectados entre sí y que interactúan unos con otros. Cuanta más gente se enganche a tus emisiones, más privilegios administrativos adquieres. Puedes cenar cada día con quienes tú elijas. Y como en El show de Truman, lo que comas estará patrocinado, solo que tú estarás sacando beneficio con ello. Al dormir puedes promocionar sábanas. Hasta el papel higiénico puede ser tu sponsor”. Es, de nuevo, la misma idea con otro envoltorio que dio lugar a Operator11, que ya estaba inspirado en Pseudo y en las fiestas neoyorquinas que refleja el documental. La cuestión es si conseguirá que le vuelvan a confiar el dinero. Y si mantendrá un equilibrio emocional coherente. Le pregunta el redactor si funcionará: “Pregunta a tus lectores cuántos van con el portátil al baño y ahí tendrás tu respuesta“. Otra cosa es quien haga dinero con ello. Suerte, Josh.
En los albores del vídeo online tal y como lo conocemos hoy, una de las conjeturas esenciales era la de cómo el mercado publicitario iría abordando su llegada a contenidos fuera de los medios tradicionales. Incluso tratábamos de organizar reuniones para mostrar cómo lo hacían diversos proyectos de vídeo online para que marcas, agencias y centrales de medios seleccionaran el talento oportuno. No ha llegado demasiado bien: al final, en muchas horas de discusión con Albert y con Recuenco (también con Juanjo Carmena y Niko Muñoz), uno siempre llegaba a la conclusión – creo que compartida – de que la propia estructura del mercado publicitario impedía acceder a los nuevos medios tanto como protegía a los viejos. Javi Recuenco comenta a su vitriólica manera (no se lo pierdan) un artículo norteamericano que viene a decir por qué la publicidad personalizada no puede o no quiere arrancar: porque pone en tela de juicio la viabilidad de los medios convencionales. Dicho rápido: muchos menos mensajes mucho más efectivos que, no sé por qué, nadie supone que pueden cobrarse igual (de hecho, esa sospecha la hemos tenido en nuestras discusiones alguna vez). Por tanto, una serie de medios gratuitos (es decir, generadores de datos que se monetizan en otro entorno) basados enteramente en altos volúmenes publicitarios entrarían en una crisis de adelgazamiento. A lo mejor está ocurriendo ya. En estos debates, siempre me he inclinado porque estos círculos se rompen por el lado del anunciante, el día que un consejero delegado (seguramente no un director de marketing, más atado al sistema) dice que quiere gastar menos y, sobre todo, mejor. Lo que arroja inquietantes cuestiones sobre el mercado de contenidos.
De un vídeo de Enrique Iglesias a la visión de González Macho: más sobre el choque de paradigmas
1 commentEl choque de paradigmas y paradojas se sigue dando a diario: mientras el flamante consejo audiovisual francés impide que se vea un vídeo musical erotizante en horario protegido para proteger a la infancia (¿ponemos eso de “sic”?), el vídeo se difunde de modo galopante por la red generándose de nuevo el efecto contrario al fin buscado. Creo que conocen mi afirmación de que lo que mejor se ha dicho de los consejos audiovisuales ya lo dijo José Mª Mainat hace tiempo. Añado otra afirmación para que me abofeteen: el clásico complejo de inferioridad español (¡hala!) es el que conduce a utilizar lo de “otros países europeos” para justificar cualquier cosa al servicio de los intereses partidistas en forma de más poder. Se ha empleado con fruición con el asunto de los consejos audiovisuales, incluso del pendiente de configurar de competencia estatal. Un nuevo caso en el que se sigue el papanatismo de pensar en esquemas de la era industrial para afrontar la era informacional. Precisamente hoy Enrique González Macho hace una serie de descripciones acertadísimas sobre el negocio del cine y las preferencias del público, la cuestión de lo gratis (aunque se olvida de la televisión y los datos como contraprestación de los servicios “gratuitos”) pero de las que dudo de sus conclusiones por una cuestión simple: no tiene en cuenta el cambio de arquitectura de la información. O sí, y de lo que se trata es de volver a la antigua. La nueva es la que hace, como hemos visto, que lo que se proponen los dichosos consejos como censores morales (ah, la infancia…) no pueda cumplirse.
Que Pandora haya decidido poner su “inteligencia” para encontrar los patrones de la risa que prefieres para escuchar en esa semiradio, me ha parecido una de las cosas más curiosas y no sé en qué medida útiles de lo que he leído a salto de mata estos días. Del genoma de la música (personalización de la selección musical), al genoma de la comedia (personalización de tus chistes, vaya). Supongo que dar el salto de la música a la comedia tiene una vertiente de negocio bastante útil, puede que el problema de los derechos que tanto daño hizo al crecimiento internacional del servicio sea más sencillo y lo mismo es sencillo hacer genomas de la risa en todos los idiomas (de momento, no lo hacen): me desborda técnica e intelectualmente. Son cosas para Recuenco, caramba. En todo caso, en Fastcompany hacen una gracia y llaman risas 3.0 a este movimiento sumado a la próxima presencia en la red de Jerry Seinfeld y la omnipresente sombra de Funny or Die. Y algún otro. Este asunto cae más en el negociado de Albert Gª Pujadas.
Un título conscientemente provocador y moderadamente tramposo, se trata sin duda de una pregunta para José Luis Vázquez, que tantas veces nos ha ilustrado sobre lo que es la interactividad real y no la especulación a la que tantas veces nos hemos sometido con cosas que nunca han funcionado demasiado bien (eso de los finales alternativos sobre la marcha y el clicar sobre la ropa del actor y comprarte su camisa). El astutísimo vídeo para la estrategia de Twitter sobre el uso de este servicio en los contenidos de televisión y que tanto está circulando (lo merece, aunque por supuesto todo son ejemplos anglos y no los nuestros, que los tenemos) pone en evidencia una forma de interactuar con los contenidos televisivos que seguramente nadie pensó, como nadie los vió decidamente multiplataforma y transmediáticos y, sin embargo, nos tropezamos con ello: la gente comenta los programas con gadgets en las rodillas mientras ve la televisión al tiempo que las cadenas sacan poco partido de ese tráfico porque lo monetizan otros, si bien lo emplean para enriquecer sus propios contenidos y atraer audiencias en un espacio muy fragmentado. Todo esto dicho desde la perspectiva de que llamar por teléfono a una brujita nocturna es una forma de interacción, palabra compleja. Pero recordemos que nadie está mirando las multas ni su extracto bancario por la tele como se nos prometía en la primera borrachera TDT y que, seguramente, la televisión híbrida se dedicará a ver cómo saca partido a estas cosas y no a ver multas ni extractos bancarios. Ahora recuerdo que a todo se le ponía una T: t-commerce, t-administración… e iba a llevar la sociedad digital a todos los confines y edades. Y lo que se ha gastado en congresos.
Malos tiempos para lo que las televisiones públicas llaman “competir”
Comentarios desactivados en Malos tiempos para lo que las televisiones públicas llaman “competir”Hollywood Reporter menciona unas declaraciones del nuevo presidente del BBC Trust: viene a decirles a sus ejecutantes que competir por el talento pagando sobreprecios por sus honorarios no es su misión. Que no tienen que vender anuncios ni subscripiones ni nada por el estilo y que deben asumir que lo suyo es “descubrir, entrenar y emplear talento por unas pocas temporadas”. Y, lo que es parece peor, deben acostumbrarse a vivir con ello. Trasladar esta reflexión no sólo al talento en España o la puja por los derechos deportivos parece más que evidente por múltiples consideraciones de interés social, que un servidor ha comentado desde su punto de vista decenas de veces. Los ejecutivos de las televisiones públicas españolas viven con el síndrome de la audiencia aunque ya no se les pague por ello, sometidos a sistemas en los que los políticos llaman educadamente tener relevancia a lo que, simplemente, es ser visto con el no confesado fin de influir en la población acerca de sus valores e intereses electorales. Pero esa fiesta se acaba: mientras RTVE celebra sus vacíos liderazgos de audiencia, la audiencia real cada año que pasa es menor, aunque crezca en franjas o cualquier otro artificio de cifras pensado para un servicio comercial. El drama de lo público está servido: si compite por la máxima audiencia su servicio es equiparable al privado (luego podemos ahorrarnos los millones), si se concentra en lo que el mercado no da (cada vez menos) su visionado se reduce hasta extremos en los que cabe preguntarse para qué gastamos el dinero. Esta esquizofrenia será mayor cada año.
Lo acabo de ver. Entrevistado por Buenafuente y, apelando a su memoria, José Mª Iñigo dice más o menos lo siguiente sobre la calidad de los programas actuales de televisión: ahora lo que importa es el éxito inmediato, el éxito inmediato sólo se puede conseguir con escándalos o con noticias que no son noticias, las cadenas se mueven por la audiencia y sólo importa la pela. Verán que tengo la decencia de no entrecomillar un recuerdo de una visión fugaz de una reposición en un canal de pago, pero creo que no traiciono nada el mensaje. Yo siempre lo formulé de una manera cientificoide: la máxima audiencia se consigue por el mínimo común denominador del gusto (es decir, el gusto que puede aceptar el mayor número de personas). Lo malo de la máxima audiencia, como dice Iñigo, es que no puede esperar, tiene que ser hoy, mañana y pasado y los programas que no la tengan no pueden aguantar. Luego nunca habrá una televisión “de calidad” como dicen los entrevistados de las encuestas y los políticos indignados (tampoco de una tele pública, ¡horror!), porque siempre se cubre una fracción de cada gusto personal y nadie muestra su satisfacción por la cuota que le toca.
No he visto ningún medio local y entre mis lecturas foráneas ningún comentario en los grandes medios sobre la espectacular presencia que está tomando YouTube en la provisión de noticias de actualidad, con contenido original. Uno esperaría los típicos reportajes con preguntas inquietantes por parte del oficio periodístico acerca del futuro de las empresas de medios actuales. Algo comentamos ya, pero a falta de otras confirmaciones mi sensación (es decir, mi percepción) es que el fenómeno se acelera y adquiere una velocidad de crucero que presagia un proceso de consolidación de una fuente de noticias permanente y diaria. No sólo la última boda real (si las monarquías no declinan, vendrán más bodas y, obviamente, estarán en YouTube), también se ha transmitido en directo la beatificación de Juan Pablo II, se asocia con PBS para transmitir en directo una entrevista con la próxima celebridad de la astronáutica y, lo más interesante por la preparación y el cuidado con que se ha hecho, la cobertura de los carnavales en Brasil. Véanse el canal para ver la sofisticación de la producción con el Banco Santander de patrocinador. Este cuidado puesto en este último me hace pensar en un futuro (no es nada original decirlo, pero conviene airearlo a ver quién opina y qué pensamientos provoca) en el que no haya nada sin directo y en el que YouTube, sólo o en compañía de otros, se haga el centro de decenas de directos diarios noticiables que antes eran cosas de lo que llamamos cadenas. Al principio de esto del vídeo online siempre trabajamos en la fe de que, algún día, todo el mundo tenía su televisión.
Digamos que, oficialmente, estoy hastiado del discurso de qué mala es la televisión y su telebasura y de mis ganas de escribir contra el mundo para decir que la telebasura es irrelevante y verdaderamente relativa. Disculpen el tono perdonavidas, esto es como si estuviera iluminado tomando un café (y eso que yo no tomo café) muerto de risa con algún amigo que me aguante. Tan hastiado que ni tengo ganas de encontrar los enlaces donde me gusta recordar (o evangelizar) que vale con cambiar de canal o no verlo si tanto ofende y que en la era de las redes la obsesión por lo que puedan ver los niños a las cuatro de la tarde es simplemente una tontería perpetrada por una especie de discurso colectivo forjado en el siglo XX y su escasez permanente de oferta. Pero esta forma de verlo por parte de Paz Padilla me ha tocado: “Si tú crees que es telebasura, cambia de canal. Sálvame. Es un circo, espectáculo. Hay mucha que tendría que aprender. Es la nueva televisión. El mundo del corazón no hay que creérselo al 100%. Si no nos creemos la política, ¿por qué nos vamos a creer el corazón?”. La cosa tiene miga. No tengo claro ahora mismo si esto es una descripción o pura filosofía. O las dos cosas. Pero seguro que como descripción es irreprochable.