Leyendo el comentario de Antonio Ortiz sobre las noticias que reflejan las escasas ventas que obtiene Logitech de su dispositivo GoogleTV no he podido dejar de pensar en ello: Google lanzó el servicio con gran aparato comunicativo (seguramente llevando a un público normal la idea de conectar el televisor) aún cuando no estaba enteramente listo para funcionar. Los grandes proveedores de contenido han bloqueado accesos y todo desprende el aroma de algo atascado. Wave trasladó el sentimiento de la llegada de un nuevo next big thing y la anticipación de Google para hacer una fiesta del televisor conectado se puede decir que tuvo los mismos tintes. Obviamente, Google no va a dejar el televisor (ahí está YouTube) pero el posicionamiento comercial de su versión de la conexión puede haberse dañado o estancado de modo poco halagüeño. Wave hoy vive en los museos, aunque se dice que sus desarrollos sirven para otras cosas. En la fecha del lanzamiento de Google TV creamos un debate sobre su éxito y posibilidades que lo más triste que se puede decir – para Google – es que sigue vigente.
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abril, 2011
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Tiene sólo cinco millones de habitantes y cierta propensión a la censura, pero es riquísimo y tiene entre sus lenguas oficiales el inglés, el chino y el tamil. Es decir, tres idiomas con mercados grandes especialmente de cara al futuro. Hay tradición cinematográfica y algunos blogs locales hablan con entusiasmo de su producción y su mundo independiente esperando la llegada del día en que puedan pelear por una Palma de Oro en Cannes. Con la infraestructura financiera de ese país, el gusto creciente por el cine asiático, ¿el talento que emerge podrá incorporarse al mercado mundial o crear una base financiera para producir para mercados grandes? Además, tienen ganas de ser el puerto de entrada al mercado asiático.
El negocio del alquiler de películas americano, de un vistazo
Comentarios desactivados en El negocio del alquiler de películas americano, de un vistazoMe pasa Ivan Fanego (¡gracias!) esta infografía que recoge de forma muy intuitiva y elegante el estado de la cuestión del alquiler de películas en EEUU, incluso con un minirelato gráfico de la caída de blockbuster. Buena para cualquier presentación, análisis o explicación que se quiera hacer de la cuestión
El live streaming de YouTube presumiblemente tendrá una monetización “convencional”
Comentarios desactivados en El live streaming de YouTube presumiblemente tendrá una monetización “convencional”Si bien cabía la opción de especular acerca de si YouTube adoptaría un enfoque de venta de servicios en forma de plataforma de sus servicios de directo (más estilo Brightcove, aunque fuera como una de las opciones), lo que parecen pensar en este momento es en seguir la vía que se sigue con los vídeos bajo demanda: asociar publicidad y compartir ingresos. En una entrevista de Beet.tv, nos cuentan el mantra habitual de estas cosas: que todo el mundo está emocionadísimo, que se reinventan la compañía y que lo primero es ofrecer una gran experiencia de usuario para ver luego cómo se cobra. Quién tuviera la pasta para hacer lo mismo si no es allá. Sólo al final tímidamente se reconoce que no creen que la forma de monetizar sea muy diferente a lo que tienen ahora.
Se da por confirmado en diversas fuentes que el llamado spotify del cine, Voddler, abrirá en España. Hace tiempo que se instaló en el discurso de la red española un cierto síndrome de hacer la ola al sitio escandinavo gracias al apelativo mencionado, el de ser un spotify del cine, lo que resulta profundamente chocante: las razones eran dos, una que ofrecía muchos títulos gratis apoyados en publicidad, la otra que el catálogo se presentaba como amplio y moderno. Y digo chocante porque Voddler no hace nada diferente a lo que varios sitios españoles siguen haciendo o han intentado hacer: nada de lo que mostraron en Ficod el pasado mes de noviembre era como para quedarse con la boca abierta a pesar del discurso triunfalista y poco menos que de titanes tecnológicos que realizaron allí. ¿Cuál es la única verdadera diferencia entre Voddler y cualquier opción que se presentara en España? Pues yo diría que son tres: la primera y más esencial disponer de inversores de capital riesgo dispuestos a poner el importe que hace falta para tomarse el tiempo de negociar los catálogos de las grandes distribuidoras y sus exigencias de protección de archivos; en segundo lugar, que ese mismo dinero permitiera pagar esos derechos que según mis noticias son cifras no muy asumibles por ningún modelo publicitario local (me corrijan si tienen mejores noticias) y, en tercer lugar, poder plantearse un modelo paneuropeo y no uniterritorial. Notarán que he puesto dinero, dinero, dinero, lo que viene a ser una conclusión un tanto descorazonadora del ecosistema local de nuevos negocios digitales y su financiación. Porque técnicamente no hay nada que haga Voddler que aquí no se sepa hacer o no se haya hecho.
Alguno de los que aparecen en Copiad, malditos me advirtió durante el rodaje de que veía a los autores algo perdidos. Una vez vista la película, compruebo que la desorientación formaba parte de la propuesta narrativa. Por supuesto, el asunto crea sus regueros de polémica, seguramente mucho menos notorios de lo que eso que se llama la comunidad internauta desearía, pero el sucedido tiene muchos elementos de interés: a) salvo la emisión en TV3 de RIP: A Remix Manifesto hace ya bastantes meses, no creo que haya habido ni un solo medio generalista español, de papel u ondas, que haya dedicado un espacio verdaderamente reflexivo a mostrar las posiciones que cuestionan el modelo vigente de propiedad intelectual; b) que una televisión pública lo haya podido hacer con una licencia CC (no es la primera vez, pregunten a Felipe G. Gil) conduce a la inevitable pregunta de por qué no todo lo que hace en producción propia quede licenciado de forma que lo puedan emplear los verdaderos financiadores, los que pagan impuestos; c) el hecho de poner a disposición del público las entrevistas completas permite efectuar nuevos montajes con nuevas versiones del relato (que se podría considerar otra obligación pública): por ejemplo, he leído posibles quejas de Alejandro Sanz y de Lorenzo Silva, pero resulta que, al poder consultarse los testimonios completos de los intervinientes, se puede hacer una nueva versión y contarlo de otro modo, incluso para defender lo contrario: el material libre, permite seguir creando. Por cierto, veo que se han dejado fuera del montaje final a Richard Stallman, un clásico, quizá porque tenemos sus vídeos por todas partes, pero se han perdido ideas más profundas sobre propiedad intelectual. Por otro lado, contemplar la entrevista completa a José Manuel Tourné, presidente de FAP, es una excelente forma de entender la problemática de la piratería y de la configuración del paradigma – y la legislación – vigente.
Recuenco tomó el guante: ¿qué puede hacer el neuromarketing por el cine y la televisión?. Pues, nos dice, de momento que se bajen las expectativas porque no hay crecepelo que valga y nos anuncia algunos planteamientos que se encuentra experimentando: “estamos desarrollando un montón de cosas novedosas para el cine, que consideramos que son necesarias en un sector particularmente mohoso como es el de la explotación publicitaria del cine, que ha conseguido a base de caspa encoger un mercado de unos 50 millones de € a unos 20 o así que salió en el último InfoAdex. El product placement cambiará, estamos trabajando en cosas como Product Placement Dinámico (Zonas de product placement filmadas en Croma que indertarán unas imágenes u otras dependiendo de toda una serie de variables personotécnicas) y muchas otras cosas que son solo posibles ahora que la distribución de las copias en las salas se harán en digital en lugar del mamotreto de las cintas de las narices“. Interesante la lectura completa.
El diario brasileño Folha entrevista a Greg Frazier (gracias a Pedro por los enlaces), vicepresidente de la MPAA. El interés reside tanto en la diferencia de debate que plantea el periodista (algo manipulador, debe apuntarse) como en la contradicción intrínseca en la que cae el ejecutivo de MPAA, contradicción que se ha hecho señalar en las webs americanas. El titular de lo atribuido a Frazier es como sigue: “Democratizar a cultura não é nosso interesse”, que retrotayendo a las traducciones desde el inglés al portugués y de aquí al castellano me parece que la forma más coherente de reflejar lo que ha querido expresar es algo así como que democratizar la cultura no forma parte de las preocupaciones – seguramente misiones – de la MPAA. Evidentemente, no lo es ni tiene por qué serlo. Pero es aquí cuando las argumentaciones en defensa del modelo de propiedad intelectual sufren un problema. En la misma entrevista: “si usted no cree en el valor de la creatividad, la importancia de protegerlo y recompensar a aquellos que producen, entonces tal vez usted pueda justificar su actuación. Pero en este caso, se le hace un gran daño a la cultura“. En realidad, cultura y entretenimiento no son dicotómicos (en la medida que lo uno no excluye lo otro) pero sí lo son cuando se entiende como un negocio que emplea artistas por un lado y la cultura como pura expresión por el otro lado. En Brasil, un imperio emergente pero que conserva masas de pobreza y analfabetismo importantes entienden que no pueden esperar: la población debe poder acceder y debe poder transformar (remezclar). Algo parecido a lo que pasó con el debate de las patentes médicas y las guerras comerciales asociadas. Cualquiera que haya visto cómo funciona la innovación musical en Brasil entenderá que la cultura no está demasiado amenazada por un cambio de modelo de derechos: estamos ante una diferencia de paradigma de cómo se genera la cultura y cómo se difunde, verdadero motivo de las legislaciones de derechos. Es un conflicto, pero si se debate sobre cultura y solo sobre cultura, la industria del entretenimiento tiene un problema.
James Cameron, a la cabeza de la rebelión del acortamiento de ventanas
Comentarios desactivados en James Cameron, a la cabeza de la rebelión del acortamiento de ventanasJames Cameron es la cabeza más visible de la oposición desde el mundo de los directores al lanzamiento de Home Premiere, el servicio de vídeo bajo demanda que, a los sesenta días y, se debe recordar, con permiso para controlar tu máquina doméstica por parte de la FCC, permite ver los nuevos estrenos de cine. Aunque muchas personas creen que el impacto será limitado, la esencia de la cuestión es la cabeza de puente introducida en el espacio de los exhibidores que se van a encontrar con competencia legítima en su período de explotación. En la carta que han publicado Cameron y otros muchos responsables de los grandes blockbusters (Guillermo del Toro, Robert Zemeckis…) se clama contra la imposibilidad de mantener el precio previsto hoy en el futuro, de no evitar la piratería sino de estimularla y, en definitiva, dañar irreversiblemente la estructura de financiación de las películas. Hay una frase en la carta de esas que seguro que serán calificadas de ser como una rana en una pecera de agua caliente: “The theatrical release window model has worked for years for everyone in the movie business”. The times they are-a-changin’, dirán otros: Come writers and critics / Who prophesize with your pen /And keep your eyes wide /The chance won’t come again. En fin, exhibidores y realizadores de referencia se han unido para lograr otra forma de lidiar con la cuestión del estrechamiento de ventanas.
Los Angeles Times dedica un largo artículo al estreno de The Greatest Movie Ever Sold, un documental dedicado a la inserción de marcas y productos (placement) en películas de cine y con interesante acogida en Sundance. A cargo del tipo que hizo Supersize Me. Tráiler, aquí. El texto se centra en el caso de un histórico agente y sus métodos, nada demasiado nuevo aunque sí muy interesante. Pero súbitamente al final se introduce a un nuevo personaje, esta vez un especialista en el novedoso campo del neuromarketing para anunciar la posibilidad de que los métodos artesanales desaparezcan con la entrada de la ciencia: advierte de que las marcas en el futuro sólo entrarán a partir del estudio de la reacción del cerebro a diferentes placements alternativos, de forma que, además, se reduzca el número de marcas involucradas. Eficacia, se supone. Estas cosas siempre tienden a recordar los mitos de la publicidad subliminal, que son tan entretenidos. Mi buen amigo y afamado destructor de verdades inmutables, Javier Gª Recuenco, debería echarnos una mano con esto.
Intercambiábamos comentarios Juan Carlos Tous y quien les escribe sobre Netflix y su valoración local. Juan Carlos me llamaba la atención sobre el uso incorrecto que se estaba haciendo del servicio norteamericano con toda la razón del mundo. Parte de la prensa y del mundo de los blogs abraza esta oferta como prueba irrefutable de que hay una alternativa ya organizada a la piratería local y que sólo la resistencia maníaca de una industria perversa (su perversión estaría en otros negociados) impide que se lleve a la práctica. Efectivamente, es desconocimiento de lo que Netflix hace: respeta las ventanas de exhibición por lo que muchísimo del consumo irregular actual no encontraría su satisfacción teórica, que lo quiere aquí y ahora. Ha puesto bajo demanda y online lo que antes no lo era, no obstante hay que esperar. Pero debemos fijarnos en otro detalle. Aunque ahora Netflix oferta series, el consumo online de series en abierto se hace, en EEUU, generalmente a través de Hulu y las webs de las propias cadenas. Y si algo corre con denuedo por los Ares y los Yonkis, son las series. Puesto que varias cadenas españolas importantes ya exhiben online sus episodios de producción propia nada más emitirse, incluso se están dando casos de estreno previo en la red, terminamos siempre en lo mismo: el centro del problema de la piratería se encuentra siempre en la gran industria del entretenimiento norteamericana, sin descartar las otras dimensiones de esta cuestión, que sigue estando repleta de ángulos sutiles.
Consultando los dailies vía iPad
Comentarios desactivados en Consultando los dailies vía iPadQue la evolución del uso de las herramientas de la sociedad de la información afecta a todo, incluído a los rodajes, es algo inevitable. Todavía recuerdo cuando se decía que el cine digital no llegaría. Están apareciendo desarrollos de servicios que permiten acceder a los dailies desde un iPad, una prolongación de accesos online ya existentes vía PC. La lectura de la noticia es un tanto trivial, la verdad, pero los comentarios son verdaderamente jugosos: desde el pitorreo porque los ejecutivos de los estudios no se ven los resultados de los rodajes, hasta su incompetencia para valorarlos pasando por el que nadie se cree que la encriptación de las imágenes pueda impedir que se puedan piratear las imágenes si alguien desea hacerlo a través de estos sistemas.
No había prestado mucha atención a la relación de Facebook con Livestream y su proyecto de entrevistas en directo que da un gran salto con la presencia del presidente de los Estados Unidos. ¿Camino del mismo modelo de YouTube y sus entrevistas a líderes mundiales? En fin, tiene de interesante que sea una nueva confirmación de la evolución de las grandes plataformas hacia la oferta de contenido original en una clara competencia que se acentuará con los medios tradicionales: al fin y al cabo, todos quieren su parte del pastel publicitario. Sé que aquí mismo lo he calificado de desintermediación pues, de hecho, lo es al no requerir de licencias para transmitir. Pero seguramente el proceso real es un proceso más de substitución y de competencia de nuevos entrantes con características técnicas diferentes pero que, en realidad, tienen más de nuevos intermediarios que de facilitadores de desintermediación. YouTube empieza a permitir transmitir directo para usuarios escogidos, no es nada descabellado que Facebook termine haciéndolo con algo más que un plugin de terceros. La no desintermediación real hace que estemos sometidos a los caprichos editoriales de estas plataformas como lo estábamos en los medios tradicionales: Facebook aspira a ser el centro de la red y a que las empresas (y los particulares, vaya) dejen sus propias páginas y dejen su identidad digital en sus manos. No me parece una buena política a seguir. De hecho, hágase el streaming usted mismo y no lo deje al albur de políticas de otros.
De la obsolescencia a la renovación
Comentarios desactivados en De la obsolescencia a la renovaciónLeo en las páginas de la UER algunas notas que vienen publicando sobre lo visto en el NAB que ahora termina. Hoy hablan de la introducción de las cámaras 4K para un futuro mundo de televisión producido en 4K y 8K (ya no sé si el ojo humano podrá con tanto). Como sucede con el resto de la tecnología, la obsolescencia (ahora que está todo el mundo tan indignado porque ha descubierto algo tan viejo como la obsolescencia programada sin preguntarse por qué cambia de móvil aunque funcione el que tiene) proviene también de la evolución técnica y la introducción de nuevos estándares probablemente mucho más que del rendimiento de los equipos. Una pesadilla para las empresas de alquiler, pero una forma de renovar a los fabricantes. En fin, viejo como el mundo. Antes, nos preocupaba la cuestión de hasta qué punto la carrera de la superioridad técnica del broadcast (y del cine) frente al visionado a través de la red o en dispositivos menos envolventes que el televisor del salón permitía reducir los posibles procesos de deterioro o cambio de los modelos tradicionales: la televisión de pago ofrece HD, pero pronto será normal en el broadcast. Algo mucho más complejo online, que depende de otra infraestructura. Hemos hablado mucho del 3D hasta en TV (por cierto, nos dicen que con cámaras cada vez mejores y sencillas) cuyo consumo sin gafas ya apunta (veremos qué traen los juegos de 2012), una capacidad que YouTube incorporó hace tiempo pero que aún no congrega lo que podamos llamar furor. El mundo de la descarga irregular viene demostrando que muchos consumidores no valoran la calidad técnica de la imagen: al final, nada como un contenido que mantenga la atención. Pero, al mismo tiempo, el operador tradicional ha adoptado el estándar multiplataforma – el último, HBO – y el multiconsumo, lineal y bajo demanda a la vez. Es decir, que el negocio tradicional adopta a toda velocidad lo que puede hacer el acceso online mientras conserva su superioridad tecnológica y de coste de transmisión.
Está dando vueltas, muchas vueltas, una información que al parecer parte de la Asociación de Internautas (AI) y que luego ha recogido El Economista en la que esencialmente se titula que Holanda suprime el canon. Lo que, de momento, no es cierto. La AI tiene el detalle de enlazar la fuente original, y podemos encontrar muchas cosas interesantes. Lo primero, es que estamos ante una propuesta (gubernamental, eso sí, y eso es muy importante) de reforma de las leyes de copyright, no de una simple supresión del canon. Telegráficamente: la razón de la reforma es el estímulo de la creatividad y la innovación, verdadero propósito de la legislación de copyright (algo que, permítanme, se saluda como una fiesta por algunos comentaristas, cuando ese es el debate real desde hace tiempo, no las descarguitas ni el canon); no se suprime en absoluto el copyright sino que se pretende hacer cumplir, curiosamente haciendo ilegal la descarga, pero no punible; sí, se desea suprimir la compensación por copia privada por obsoleta – en dispositivos y conexiones – y a cambio de no incluir DRM sobrecargar el precio de la copia; los creadores podrían exigir de los productores la distribución digital; se amplía el fair use; se pueden cerrar sitios con contenido ilegal; más transparencia de las sociedades de gestión; facilitar la licencia europea. Lo interesante es que, frente al caso español, lo que se explora es un equilibrio diferente porque “el desarrollo actual de la sociedad exige tomar decisiones sobre la política de copyright”. Está lejos de otras propuestas, pero al menos aspira a reducir el ámbito de protección al tiempo que se pretende hacer cumplir el que exista sin criminalizar y centrándose en la función real del privilegio (es un privilegio) que es la propiedad intelectual.
Hace tiempo que CNN me sorprendió empleando conexiones vía Skype para poder ofrecer entrevistas en directo en situaciones de urgencia a personas destacadas sin tener que mover una unidad móvil ni trasladar a los protagonistas de su rancho: rápido, eficiente y barato, ideal para las breaking news. Incluso le propuse a Jaime Estévez inventarnos un show para la red con personas de medio mundo apoyándonos en este esquema. Seguramente, no era el momento de mercado. Pero la cuestión es que ahora se lanza un proyecto de vídeo documental para explorar el futuro de facebook con todas las características de la potencia de la red: en el tráiler aparecen muchas voces ilustres con su pinganillo al oído y grabando desde su webcam (skype o no), añadiendo voces tan críticas (y que tanto comparto) como la de Douglas Rushkoff. También aparecen Kevin Kelly y Om Malick entre otros. Además, el público podrá aportar sus visiones en vídeo y, cómo no, se pide dinero a la red para completar el trabajo. Licencia CC y un propósito abierto. Toda una experiencia de creación de contenidos del siglo XXI… de nuevo suprimiendo intermediarios.
Lovefilm llega a un acuerdo con Disney para ofrecer video en streaming
Comentarios desactivados en Lovefilm llega a un acuerdo con Disney para ofrecer video en streamingEn un movimiento que refuerza la idea de que los servicios de video online avanzan a una clara reformulación de lo que ha sido la televisión por cable, Lovefilm (es decir, Amazon en Europa) ha firmado un acuerdo con Disney – ¡cincuenta títulos! Toy Story 3 entre ellos – que podrán verse pagando unas módicas seis libritas. Nos vienen a decir que es el equivalente a diez dólares, un precio superior a las subscripciones de Hulu o Netflix, algo que parece un serio indicador de la potencia de la gran marca infantil. Hay quien lo presenta como un adelanto de la firma británica a lo que la gran referencia norteamericana es capaz de ofrecer. Sin embargo, Netflix tiene acuerdos para ofrecer contenido de ABC (propiedad de Disney) si bien no ha logrado profundizar todo lo esperado en las joyas de la patria de Mickey Mouse. También se señalan intenciones de añadir paquetes familiares a la oferta normal. En todo caso, se confirmaría la política anunciada por Disney de establecer acuerdos en paquetes muy controlados con socios de confianza como centro de su estrategia online, donde Hulu sólo sería una pieza más y no un punto de anclaje. Mirado desde Europa: ¿de las Islas Británicas al continente para cuándo?
No es el primer gran directo institucional, recordemos la toma de posesión de Obama. La señal oficial era en ese momento libre para todo el mundo y todas las estrellas del online y de las noticias del momento se lanzaron al streaming, algunos como CNN con interesantes innovaciones luego muy imitadas. El hecho de que el canal de YouTube parezca pertenecer directamente a la familia real del Reino Unido y que pueda verse la señal en directo sin pasar por la BBC – aunque la produzca – debemos verlo como dentro del proceso que, tarde o temprano, debiera cuestionar el privilegio de las licencias de broadcast. No es viable hoy, debiera serlo mañana. Una institución (una empresa, un individuo) puede dirigirse a todo el mundo realmente a su antojo, hecha la salvedad de que alguien debe asumir determinados costes como producir la señal y pagar por el ancho de banda: las puertas de entrada se derrumban poco a poco. Hasta Amazon va a dar ya servicios de streaming en directo. Este acontecimiento, además, va a reforzar la posición de YouTube como proveedor de noticias. La entrevista a Zapatero, más las anteriores que lleva haciendo desde hace más un año con líderes mundiales y estrellas de la música cada vez tienen menos tiempo entre unas y otras y ofrece a los entrevistados cobertura mundial. Y el televisor conectado ya está ahí.
Auri García, redactor del diario Ara, se dirigió a mi para consultar mi visión sobre el estado de la distribución online. También lo hizo con Juan Carlos Tous (Cameo, Filmin) y publicó una pieza muy basada en Netflix – al fin y al cabo, el paradigma ahora mismo – y Filmin, un servicio de filosofía de contenido completamente opuesta. El límite de espacio del formato papel fuerza a que los redactores deban adaptar tu aportación a las características de su relato y la mencionada limitación, lo que en otras ocasiones en que me han consultado otros diarios ha resultado en una mutación de lo que realmente se quiere decir. No es el caso y agradezco a Auri el trato exquisito y su compromiso en darme la oportunidad de ver los entrecomillados con anterioridad a la publicación. El artículo no está accesible en la red, pero dispongo de una reproducción en pdf. Con todo, siempre añoras que tus frases estén en un contexto más amplio hecho por ti y ser más detallado con los síntomas de que nuevas generaciones se planteen prescindir del cable normal para probar con servicios online o la complicación de obtener los derechos de los grandes títulos en condiciones de ser amortizados en un período razonable con los esquemas existentes, por ejemplo. Pero para esto tenemos blogs. Por supuesto, lo que dice Juan Carlos es mucho más interesante que lo que yo pueda decir.
Por qué la tesis del equilibrio es poco creíble o, simplemente, incorrecta e injusta
Comentarios desactivados en Por qué la tesis del equilibrio es poco creíble o, simplemente, incorrecta e injustaEs frecuente escuchar a la máxima responsable gubernamental de la cultura oficial de este país que es necesario establecer un equilibrio entre los derechos de los autores y los derechos de los internautas. Es difícil oponerse a una frase así porque, de hecho, es la intención original de la legislación del copyright: conceder un privilegio temporal para estimular la creación cuyo fin último es el mejoramiento de la sociedad en su conjunto por su libre circulación. Mientras la cuestión del canon no se resuelve a pesar del desastre judicial, mientras se incrementan por doquier los controles a la red, el próximo paso de las grabaciones de los grandes éxitos musicales de los años sesenta al dominio público desencadena una nueva ofensiva para extender los derechos de las grabaciones: es decir, el equilibrio se rompe siempre por el mismo lado, el de la sociedad: “El uno de enero de este año (2011), las obras de Paul Klee […] y de F. Scott Fitzgerald […] pasaron al dominio público – setenta años post mortem auctoris. Aún cuando las obras de Klee y Fitzgerald indudablemente tienen todavía un enorme valor de mercado, ningún lobby ni gobierno se ha levantado para argumentar la extensión de sus derechos”. La cuestión de las descargas que tanto aterroriza debe verse (también por muchos internautas que no acaban de entender sobre lo que protestan) en un marco de creación de equilibrios nuevos y no proponiendo un desequilibrio permanente. Si los derechos siempre se extienden hurtándose del dominio público se produce una apropiación de facto del conocimiento. Ruego que, en ese caso, no me hagan proselitismo pidiendo que los respete.
Los dominios de alto nivel .XXX ya están en marcha
Comentarios desactivados en Los dominios de alto nivel .XXX ya están en marchaTras una intensa polémica marcada por la oposición de la propia industria pornográfica, el IANA ya ha incorporado la extensión .XXX. Se inicia un proceso en el que se abrirán interesantes movimientos para forzar el filtrado de estos dominios o para convertir en obligatoria la presencia de contenidos para adultos con la terminación en triple equis. De momento, se dice que la demanda es apabullante: no es sorprendente, la propia industria y muchos inversores en dominios querrán cubrir sus posiciones o crear nuevas oportunidades.
Es una nota de Chris Thilk esta vez en Advertising Age y que se refiere al reciente y polémico anuncio de la puesta a disposición de cine a los sesenta días del estreno en vídeo bajo demanda. Y a treinta dólares, precio muy comentado por sus equilibrios con el coste total de ir al cine: es decir, miembros de la familia, gasolina, párking y hasta baby sitter. La tesis esencial es que, al igual que en el fondo nadie de la propia industria – ni los dueños – esperaba que Hulu funcionara (ya saben, un experimento), los estudios deben prepararse para conceder la probabilidad de que funcione y que, de ser eso así, cambiará de modo radical el marketing de cine. La idea esencial es que, como sabemos, la venta al público de una película es una fiesta muy corta donde prácticamente todo el esfuerzo se concentra en levantar un primer fin de semana. Con la reducción de ventanas, con la competencia de alquileres obscenamente baratos como los de RedBox, el público se acomoda, como en el resto de fenómenos convergentes, a su poderío para elegir soporte, horario y compañía. Por tanto, es la conclusión, las campañas habrán de ser más largas, más soportadas por los estudios y con menos apoyos de los exhibidores. Todo eso, nos dice, si realmente quieren que el sistema funcione. Es sutil, pero pasar de un fin de semana a más es un cambio de juego radical. Mucho más si el producto deja de ser sólo una película y son más cosas. Me muero por saber lo que piensa Aitor Satrústegui.
Bamboom y los costes de la disrupción tecnológica
Comentarios desactivados en Bamboom y los costes de la disrupción tecnológicaBamboom es una startup que recibe cuatro millones y medio de dólares como capital semilla. Semejante cantidad con el calificativo semilla palidece cualquier comparación con emprendedores locales, aunque nos dicen que también con los del valle del silicio. La gracia reside en que esos cuatro millones y medio contienen el dinero suficiente para soportar los costes legales de las demandas que esperan: Bamboom hace una cosa muy curiosa pero cuyo fin no es nuevo. Lo curioso es que sitúa unas minúsculas antenas que reciben señal broadcast, las transforman en html y te permiten recibirlas en tu sistema de televisor conectado con capacidad para grabar y ver bajo demanda por diez míseros dólares al mes. Lo que no es nuevo es que resulta ser una especie de mezcla entre Zattoo y SlingMedia más el nPVR de Cablevision; tomar las señales de otro – gratuitas para todos o pagadas con tu cuota – y hacer posible eso que llamamos unbundling, y que es desmontar la oferta comercial de un proveedor clásico (antes los elepés, ahora la televisión lineal) y servir(te)la en unidades sueltas. Los conflictos legales alrededor de las señales del broadcast y el uso por operadores de cable son un clásico en la historia del mundo audiovisual, generalmente y con ciertas limitaciones y compensaciones se han resuelto por la idea de que se emiten en favor del público y, si no se hace nada más, pues… en favor del público. Pero la reflexión es un sistema de propiedad que genera esta barbaridad de costes legales para poder sostener en marcha una innovación y no correr el riesgo de morir ante la primera demanda.
Uno no termina de entender lo de Spotify. Bueno, sí. El problema es el mismo que el de Hulu: los propietarios de los derechos esperan rendimientos mucho mayores que los que ofrece la distribución soportada en publicidad de estos servicios. Ambos casos tienen una virtud esencial visto desde el lado de los intereses de la industria: el público se concentra en un único punto consumiendo con buena calidad productos que, de otra forma, iba a buscar en los espacios irregulares. Monetizados, y no demasiado mal. En ambos casos se han creado experiencias de usuario fantásticas que han supuesto un estándar en la forma de distribuir el audio y vídeo en la red. Por tanto, un movimiento que restringe y complica el uso “libre” corre el riesgo de estimular el regreso a accesos no autorizados. Mientras, los usuarios han descubierto de nuevo (hace poco fue Twitter, hace menos todavía Facebook y su capacidad para censurar lo molesto y hasta la lactancia de bebés, en su día Jumpcut) como la dependencia de servidores centralizados es mucho más arriesgada de lo que pensaban: que abandones, tires, borres o pierdas tus propios archivos para vivir en la nube de Spotify supone que tu acceso a la música depende de ellos. Por eso me parece apresurado el movimiento: meter al máximo de población en un saco donde ya no necesiten tener archivos propios es la mejor forma de control del producto. Como no los imagino tan poco profundos, supongo que se impone la esperanza de mantener los márgenes de la era del CD en las leyes de control de internet (Sinde, et al): pero ese conflicto parece que va a ser duradero y la tecnología ha demostrado hasta ahora que ha sido capaz de superar todas las batallas para restringir el movimiento de bits. Iremos viendo.
Con la aparición de Stroome hace casi exactamente un año nos preguntábamos si estábamos ante un nuevo Jumpcut: para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque herramientas online para editar y remezclar vídeo colaborativamente son de altísimo interés y mucho más que necesarias: el trabajo normalmente restringido del vídeo que pasa a ser un ciclo de revisiones similar al de un Google Docs. Las aplicaciones, inmensas (redacciones de periódicos: mírenlo). Pero, para lo malo, la dependencia de un servidor ajeno centralizado y las posibilidades de sostener el servicio hacen que gestionar tus vídeos en una plataforma de este tipo sea un riesgo. Eso pasó con Jumpcut. En una entrevista de ReelSeo, aprendemos ahora que ha formado parte del furor revolucionario norteafricano, que los creadores se muestran orgullos de haber conocido al equipo de El Cosmonauta, que su reconocimiento en la comunidad del periodismo ciudadano y las startups de medios continúan y que presentarán un nuevo interfaz que se dice muy mejorado y orientado al usuario en los próximos meses. Me hago una conjetura: ¿podrían Carlos Jean y El Plan B sacarle partido a esta herramienta?.
Entre los consultores de marketing de medios sociales y entre algunos creadores de vídeo para las redes he escuchado este lamento con cierta frecuencia: las políticas de inversión en comunicación publicitaria basadas en campañas con su consiguiente planificación en medios convencionales irían en contra de la filosofía del mundo conectado a través de las herramientas que llamamos redes sociales. El lamento tiene que ver porque se complica casar la forma de trabajar de un mundo y el de otro por los diferentes rangos temporales: en lo segundo, la comunicación es permanente, en el primero acotado. Dicho simplificado. Una consecuencia es que se complica conseguir financiación, por ejemplo, para crear series online, pues es un mundo necesitado de trabajo prolongado para crear audiencias y extraerles partido. La mucho más que recomendable página de Juanjo Rodríguez me permite acceder a este vídeo de IKEA en el que se muestra cómo se concibe una campaña con 365 spots al año que, como poco, van directamente a YouTube. La segunda derivada es la construcción de un sistema de producción eficiente (ahora que todo aspira a ser low-cost) para sacar un altísimo resultado a toda velocidad.
Zemos es quien, desde luego a mi, me planteó por primera vez la cuestión de cómo debiera ser un festival (de cine, aunque por extensión de video, audiovisual o lo que sea ya esto) en la era de internet. Algunos twits cambiamos, algún mail o algo que Felipe y yo perdemos y encontramos de modo reiterado (estoy en fase de no encontrar). Después hubo una jornada de la Coordinadora de Festivales de Cine de Cataluña en la que me pidieron reflexionar sobre esta idea. También andaban por allí, claro, los Zemos. En algún lugar he metido la presentación, pero básicamente consistía en especular sobre los aspectos de comunidad que supone el conjunto de aficionados a un género o temática y mantener un vínculo permanente y no anual, la capacidad de crear redes de festivales más dinámicas en todo el mundo por las potencialidades de las herramientas de red y cooperación, y la amplificación de los aspectos creativos por la incorporación de creadores y público y la potencia de amplificar que tiene el directo por internet. El caso es que en Zemos este año nos cuentan que han asistido dos mil personas y que han servido cinco mil conexiones de streaming. Una pauta que cada vez se ve más para cualquier tipo de evento: ya no es lo que pasa en la fiesta, sino cuántos más participan. Seguro que se seguirá inventando.
Los analistas especulan acerca de los centros de datos que Apple está construyendo y que se juzgan demasiado potentes para servir solo canciones: deducen que creará un servicio de subscripción de películas. Lo interesante es que se estaría consolidando la forma de ver el video online de contenido profesional como una reencarnación de los servicios de televisión por cable en versión bajo demanda: barra libre a cambio de una cuota mensual y añadidos para subir el ARPU (ingreso medio por usuario). También la doble fuente de ingresos típica del cable: publicidad y cuota. La aparición de contenido original como reclamo para el abono. Visto desde el lado contrario: la histeria por la lucha de las aplicaciones en tablets y el fenómeno del cord cutting, tan oscuro de probar pero al que se le teme como al diablo por la conducta de las nuevas generaciones.
Está Imanol Arias en Buenos Aires. Aparte de recordarnos que el nivel de interpretación de allá es mucho más alto que acá (para mi gusto insultantemente más alto), dice: “al argentino le gusta más su cine que al español el suyo”. El periodista le responde: “Hay argentinos que defenestran al cine nacional…”. Debe ser así, porque ha aparecido una página en Facebook que se llama “El cine argentino es una vergüenza” que es pura anécdota ya que tiene dos seguidores. Pero por poner ejemplos. La curiosidad de todo esto reside en que en ese mismo artículo se asegura que los españoles aman el cine argentino. Concluyendo: le escuché a Enrique González Macho en televisión hace mucho tiempo un razonamiento sobre estas percepciones que es seguramente el bueno. Aquí vemos películas de otros países ya filtradas porque el distribuidor elige lo que tiene entidad y no vemos el panorama completo, ya que si lo viéramos todo tendríamos la misma sensación que se tiene con el español. #Yoconfieso que he visto películas argentinas malas. Al final, hay películas buenas y malas y la ciudadanía no les concede una garantía de falta de calidad, me temo. Otra cosa es el exceso de películas con proyectos mal enfocados y otras cosas conocidas. Pero por seguir eliminando excepcionalidades.